La epopeya del Sevilla contra el Inter de Antonio Conte y el exilio
Los de Nervión luchan esta noche en Colonia por su sexta Europa League ante un rocoso Inter. Los temibles Lukaku y Lautaro amenazan el último tango de Banega.
Volarán, volarán banderas y sonarán palmas que nadie podrá imitar a miles de kilómetros del RheinEnergieStadion de Colonia mientras el sevillismo, lleno de orgullo, se ilusiona con la enésima alegría de este siglo épico que ni el más soñador de los aficionados nervionenses imaginaba en sus albores, cuando el recordado presidente Roberto Alés manifestaba aquel famoso "no tenemos ni para balones". Saneado por las plusvalías en fichajes del ejecutor de todo esto, Monchi, que regresó al Sánchez Pizjuán hace 17 meses para devolver el tren de la grandeza a sus raíles, bajo el buen mando de una directiva que esta noche volverá a encabezar José Castro, el Sevilla encara su sexta final de la Europa League en 14 años, la cuarta en los últimos siete (sigue el partido en directo en As.com).
Lo hace de manera exprés, mediante un inédito torneo de obligado exilio en Alemania que hoy cumple para los de Lopetegui 15 días, durante los que se han ido superando a rivales fieros como la Roma, los Wolves y el Manchester United. En semis, el domingo pasado, los red devils sometieron al Sevillla al ejercicio de una resiliencia que pondrá de nuevo a prueba otro histórico del continente: el Football Club Internazionale Milano de Italia. El más Inter de todos los Inter que existen en el Mundo.
Tres Copas de Europa y tres de la Europa League (aún se llamaban Copas de la UEFA y sólo el Sevilla ha logrado más) adornan el magnífico palmarés del Inter de Milán, el único club transalpino que no ha bajado nunca a Segunda. La historia nerazzurra ha quedado en los últimos años algo empequeñecida a la sombra de la Juventus, gran dominador del Calcio, pero no hace tanto que los interistas conocían la máxima gloria continental al ganar la Champions. Ocurrió en 2010, con José Mourinho. El fútbol minimalista que practica el entrenador portugués casa con la tradición de un equipo que en los 60, bajo la dirección del mítico Helenio Herrera, contribuyó con mucho éxito a la creación del catenaccio.
Con camisa slim fit, bronceado de estudio y melena procedente del quirófano, Antonio Conte llegó a San Siro junto a un fútbol rocoso y potente que encaja perfectamente en esta escuela amarrategui, adobada ella con una de las mejores, sino la mejor, punta de lanza que se puede encontrar en el fútbol actual: Lukaku y Lautaro Martínez. Ambos formarán esta noche el ataque interista, con un tocado Alexis Sánchez a la espera en el banco.
El Inter ha repetido once titular en los tres partidos de esta fase final, desde que eliminara al Getafe de José Bordalás en octavos. Duda Julen Lopetegui, que también ha tirado de la misma alineación ante Roma, Wolves y United, si darle alguna vuelta de tuerca a su equipo ante la configuración casi impenetrable del elenco nerazurro. Ya inventó cosas el entrenador vasco en algunos partidos contra los grandes durante la temporada liguera y le fue solamente regular, así que no se espera que cambie demasiado lo que, menos algunos ratos contra el United, le ha funcionado durante todo este minitorneo.
Quizá salga Gudelj para ayudar a Diego Carlos y Koundé contra esa estampida de búfalos que supone la dupla Lukaku-Lautaro. Banega bailará su último tango sevillista antes de marcharse a Arabia y Ocampos sólo jugará si se olvida de sus molestias de rodilla y da la versión eléctrica que ha ofrecido durante gran parte de la campaña, no la timorata ante el United. Jueguen los que jueguen, lo harán empujados por el peso de una historia maravillosa en este torneo, su torneo, que vive la epopeya germana como tremendo colofón. Así que vamos, Sevilla: vamos campeón.