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BARCELONA

Koeman tendrá un cara a cara con Busquets, Alba y Piqué

El holandés considera a Messi su pilar, pero tiene que tomar una decisión sobre el mediocentro, el lateral y el central. Con Suárez con un pie fuera, el caso de los tres canteranos es clave.

Actualizado a
Sergio Busquets, en un banquillo en Da Luz.
Manu Fernandez / POOLEFE

Como hombre de fútbol desde hace 40 años, como conocedor de la gestión del vestuario en 20 años de entrenador, y como experto en el Barça, en el que vivió los mejores años y también la caída a plomo de Milán que desembocó en una temporada 1994-95 espantosa que vivió en primera persona, Koeman sabe que el Barça tiene un problema futbolístico pero, sobre todo, tiene el problema de un vestuario acomodado, indomable y rebelde.

El único mensaje de salida de Ronald Koeman es que Messi debe ser "el pilar del proyecto". Pero el resto de vacas sagradas sí están en el alero. De hecho, el holandés, como deslizó Bartomeu en la entrevista que se le realizó en Barça TV, planea tener una reunión cara a cara con los pesos pesados del vestuario para mirarles a la cara, ver qué piensan y explicarles también la idea futbolística que tiene. Los tres casos principales son los de Piqué, Busquets y Alba.

Piqué es uno de los veteranos que mejor rendimiento deportivo ha dado esta temporada. Sin embargo, su estilo de vida, absolutamente a su aire, con viajes trasoceánicos en mitad de la temporada, no es ejemplar en el vestuario. No se trata de un rendimiento deportivo, sino de someterse a ciertas reglas que el Barça en general, y Koeman en particular, consideran imprescindibles para que se recupere el orden en el vestuario. Piqué debe decidir si está dispuesto a regresar a un régimen de trabajo que, además, sirva de espejo para el resto. Futbolísticamente, cuenta. Pero él mismo ha asegurado estar dispuesto a dar un paso al lado si no es capaz de hacerlo.

Más difíciles son los casos de Busquets y Alba. Koeman quiere a De Jong en el puesto del primero. Busquets, que ya empezó de suplente la temporada pasada, anda en la curva descendente de su carrera. Por ascendencia e inteligencia táctica, puede seguir jugando un buen puñado de partidos, pero en las grandes citas se ha visto superado. Koeman quiere saber si está preparado para asumir un rol secundario sin convertirse en un elemento tóxico en el vestuario. Si no, le pedirá que llegue a un acuerdo con el club y se marche.

El caso de Alba tiene cierta similitud. Ofensivamente, Alba sigue siendo uno de los mejores laterales del mundo si está centrado y no tiene comportamientos infantiles como en Lisboa, cuando le tiró el balón a Skomina y no fue expulsado porque el esloveno quiso mirar para otro lado. Defensivamente, sin embargo, ya no aguanta la presió ni el físico de los partidos grandes. Tampoco debe tener el puesto asegurado. Si no se ve en disposición de aguantar ese rol, puede buscarse equipo.

Koeman no es nuevo en esto. En el Barça se vio obligado a vivir en un vestuario de vedettes, que en 1994 vivió piques como el que él mismo sufrió con Stoichkov, que le acusó de trato de favor de Cruyff ("yo no tengo problemas con él; si él tiene problemas conmigo tiene que hablar conmigo, y nada más", dijo después de que el búlgaro explotase tras un partido ante el Austria Viena de Champions). Luego, en la temporada 1994-95, vio huir a Romario a Brasil y diluirse como un azucarillo a un equipo que lo había ganado todo. Está obligado a detener esa sangría y cree que, en las conversaciones en primera persona con las vacas sagradas, puede encontrar respuestas.