Vender y bajar sueldos: la máxima prioridad de Bartomeu
El presidente del Barcelona decidió agotar su mandato al frente del club para poder cerrar una cuentas que si no se modifican notablemente a la baja pueden costarle muy caras.
En el comunicado emitido por el Barcelona tras la reunión de la junta directiva en la que se decretó que Josep Maria Bartomeu agotara el mandato se dejaba muy claro en el tercer párrafo que "la celebración de las elecciones a partir del 15 de marzo del año que viene implica que ja junta directiva asume la plena responsabilidad en relación al cierre de del ejercicio económico de la temporada 2020/21". Una frase que la actual directiva interpreta en el sentido de que serán ellos los que asumirán la reestructuración del presupuesto ante la crisis provocada por el COVID para no lastrar a sus sucesores, pero que los opositores interpretan como un intento de los actuales mandatarios para maquillar unos números deficitarios que únicamente se pueden solventar vendiendo jugadores o exigiendo una rebaja salarial de la actual plantilla.
Una de las consecuencias de no adelantar las elecciones es que el equipo directivo de Bartomeu llevará el club hasta el 30 de junio aunque en marzo se proclame a otra candidatura, que no entraría a ejercer efectivamente hasta el 1 de julio, cuando Bartomeu cierre el ejercicio económico.
Por tanto, la actual directiva del Barcelona dispondrá de dos ventanas de mercado para tratar de corregir unas disfunciones contables que prometen ser muy elevadas. Y no sólo por culpa del coronavirus. Si hubieran dimitido ayer hubieran perdido las dos ventanas, si las convocaban en noviembre, sólo podrían vender hasta octubre. Ahora ganan una oportunidad más.
El riesgo de que la acción de responsabilidad que en su día muchos de los miembros de esta junta impusieron a la de Laporta en el relevo del 2010 cuando formaban parte de la directiva de Rosell aparece como una amenaza si no es el equipo económico actual el que cierra las cuentas.
Ese es uno de los motivos que apuntan desde fuera del palco que justificarían la decisión tomada en la junta del lunes.
Por tanto, ante el desastre económico que se avecina en el cierre de números que se someterán a la aprobación de la asamblea de compromisarios en octubre (cuidado con esa asamblea, que Bartomeu puede salir trasquilado) no queda otra que vender caro a jugadores que cobran mucho y pedir a los que se queden que se bajen el sueldo. Dos iniciativas que una junta que está más en falso que nunca parece complicado que llegue a lograr. Pero se encuentran entre la espada y la pared.