Casa nueva, vida nueva
Hazard, Asensio y el Di Stéfano, grandes novedades del Madrid de la postpandemia. Benzema se queda sin relevo. El Eibar llega con el descenso en los talones.
Nada, salvo la clasificación, está en el mismo sitio en que lo dejó el fútbol hace tres meses. El Madrid entró en cuarentena entregando el liderato con una derrota ante el Betis y después de una sola victoria en los tres partidos precedentes. Al Eibar el agua le llegaba al pecho. Su partido ante la Real (aplazado en su día por el incendio en el vertedero de Zaldibar, curiosamente el pueblo de Mendilibar) fue el último antes de la reclusión mayor y ya se jugó a puerta cerrada, por lo que le sonará menos extraño ese fútbol silencioso que se avecina. Retoma la competición con sólo dos puntos de margen sobre el descenso y ocho menos de los que tenía a estas alturas la temporada pasada.
El Madrid ha aprovechado mejor el tiempo con la recuperación de dos futbolistas que daba casi por perdidos para esta causa: Asensio y Hazard. Los dos formaron, con Benzema, el primer tridente del curso en un amistoso de julio frente al Bayern. Eran el plan A de Zidane, obligado después a pasar el año improvisando. El 24 de julio, frente al Arsenal, Asensio entró en el descanso, marcó en minuto 58 y se fue en el 64 con el cruzado roto. Desde entonces han pasado 327 largos días.
Casa nueva, vida nueva
Tampoco le fue bien a Hazard. Se abandonó exageradamente durante el verano y tardó demasiado en coger el tono. Después sufrió una lesión muscular y dos fisuras. Entre una y otra jugó dos partidos y sólo sumó quince apariciones en todo el curso (y un solo gol), la última el 22 de febrero. En la postpandemia presenta otra silueta y otro estado de ánimo. En el club le ven ahora como el remolque de un equipo bipolar. Volverá esta tarde en el Di Stéfano, un campo pensado para el fomento de la cantera. Ocho jugadores del primer equipo pasaron por allí al comienzo de sus carreras. También lo conoce Ramos, que ya estaba en el Madrid el día de la inauguración (2006), con Zidane como compañero, frente al Stade de Reims en amistoso muy sentimental. Será la casa del Madrid hasta final de temporada, mientras reforma el Bernabéu, para hacer aún más inhóspita esta recta final.
En el regreso, el Madrid ofrece una flaqueza recurrente. Lesionados Jovic y Mariano (además de Nacho y Lucas Vázquez, la infantería de otro tiempo), un estornudo de Benzema desatará el estado de alarma.
Un Eibar amenazado
Enfrente tendrá al Eibar, quizá el equipo más singular del campeonato: ningún otro recupera tan arriba ni juega tan en largo (22,2 metros como media en sus pases) y mete tantos centros al área como el Madrid. Y allí encuentra su perdición. Ha metido únicamente 27 goles. Sólo cuatro equipos han marcado menos que él y lo que es peor, sólo tres han encajado más.
Esa falta de eficacia en las dos áreas le pierde respecto a temporadas anteriores. El curso pasado no bajó del puesto 13 en toda la segunda vuelta. En este, no ha subido del 15 y encadena una muy mala racha: una victoria en ocho jornadas. Tampoco ha ganado nunca en el Bernabéu y no podrá contar con Escalante, sancionado, ni Ramis, lesionado.
Su gran activo es Mendilibar, un técnico tan singular como el juego del equipo. Fue crítico con el VAR (“Eso no es fútbol”) y lo es ahora con este final burbuja que nos espera. No le gustan los estadios vacíos, ni los cinco cambios, ni la cortísima preparación en grupo, ni la prolongación de los contratos, ni la incertidumbre de no saber qué pasará si proliferan los positivos. En cierto modo es un romántico del fútbol de siempre, en el que no triunfó como jugador: “Tenía buenas condiciones, pero no creía en mí. La responsabilidad me podía en la competición y no rendía igual”.
Su Eibar es el segundo peor visitante de LaLiga, pero el Madrid tampoco puede presumir de local. Se ha dejado cuatro empates en el Bernabéu y ahí ha perdido la ventaja que le sacó fuera al Barça. Un torrente de datos que no cuentan para hoy, una especie de kilómetro cero a final de trayecto.