BARCELONA

El triplete de Luis Enrique y la MSN cumple cinco años

El Barça pasó de la crisis de Anoeta al éxtasis en Berlín después de un tramo final de temporada brutal y el nacimiento de un tridente histórico: Messi, Neymar y Suárez.

FABRIZIO BENSCHREUTERS

El abrazo final de éxtasis entre Luis Enrique e Ivan Rakitic, después de que Neymar marcase el 3-1 contra la Juventus en Berlín, fue la imagen definitiva de felicidad el 6 de junio de 2015. Este sábado se cumplen cinco años del segundo triplete de la historia del Barça: Liga, Copa y Champions. El triplete del tridente. "The Three amigos", como bautizaron en Inglaterra. La MSN, como se conoció en LaLiga. Messi, Suárez y Neymar sumaron 122 goles en la temporada 2014-15 y su imagen, abrazados y cogidos en dirección a la cámara después de un gol al Atlético de Madrid, dio la vuelta al mundo y se convirtió en icónica en las tres temporadas que compartieron en Barcelona.

El Barça de Luis Enrique firmó el triplete en un tramo final de temporada devastador. Y lo hizo de la manera más insospechada. Después de estar a punto de romperse en mi pedazos. Un enfrentamiento directo entre Messi y Luis Enrique días antes de jugar el primer partido del año 2015 en Anoeta casi acaba con la destitución del asturiano. Xavi y Mascherano cosieron un escenario tirante, que se había enrarecido con el paso de los meses. De aquello hubo daños colaterales, como la destitución de Andoni Zubizarreta y la marcha de Puyol. Pero Bartomeu mantuvo la nave a flote y el equipo, directamente, se disparó cuando lo más normal era que saltase por los aires. En la Copa, después de quitarse al Elche de un plumazo, eliminó al Atlético y al Villarreal. La final siempre será recordada por el gol de museo de Messi con el Camp Nou con las manos en la cabeza.

En LaLiga, y después de un buen inicio, el Barça entró en crisis en octubre, justamente cuando Suárez regresó a los campos tras la lesión en el Mundial. Dos derrotas consecutivas, en el Clásico (3-1) y ante el Celta (0-1), generaron dudas sobre el proyecto y Luis Enrique. El tiempo las despejó. El Barça terminó de encarrilar LaLiga con el 2-1 al Madrid en el Clásico de vuelta, con un golazo de Suárez después de un pase fantástico de Daniel Alves. Luego, el Barça le aguantó el pulso al Madrid y terminó ganando el campeonato en el Calderón. Un año después de que Godín le diera LaLiga al Atlético en el Camp Nou, el Barça le deolvió la moneda y agarró el título después de un golazo fantástico de Messi, que jugó, seguramente, su temporada más completa. 43 goles y 18 asistencias firmó el argentino en LaLiga.

En Europa, el Barça fue una apisonadora desde octavos. Ganó en Manchester al City en la primera gran noche europea de Suárez y con Messi dando un recital de fútbol; arrasó en París con otro partido mágico del uruguayo y, en semifinales, sacó el comodín de Messi, que firmó dos golazos, uno de ellos inolvidable después de un regate a Boateng que dio la vuelta al mundo cuando ya existía la viralidad. En la final, Rakitic, jugador importantísimo durante toda la temporada, Suárez y Neymar terminaron de firmar el segundo triplete de la historia del club. Tal vez no con la brillantez de aquel Barça de Guardiola, pero sí con plasticidad y, especialmente, con contundencia.

Era ese Barça un equipo demoledor desde la portería. Bravo y Ter Stegen se hicieron una competencia sana que mejoró el rendimiento de ambos. Pese a tener una relación estrictamente profesional, se hicieron mejores porteros el uno al otro. Daniel Alves había perdido chispa pero seguía siendo un jugador competitivo y fiable. Alba empezó a ser el nuevo socio de Messi en el otro sector del campo. Piqué y Mascherano jugaron casi toda la temporada. Busquets e Iniesta fueron imprescindibles en el centro del campo, aunque Luis Enrique sacó a pasear el Excel con el manchego. Quiso refrescarlo y lo consiguió. Iniesta fue elegido mejor jugador de la final de Berlín. Fueron los últimos días en el Barça de Xavi, desplazado por el vigor de Rakitic, que jugó una segunda parte de temporda sencillamente brillante. Jugador de ida y vuelta, de llegada, pero con sentido táctico para cubrir las subidas de Alves, se convirtió en imprescindible para Luis Enrique. Xavi lo intuyó y decidió que se marcharía. Antes, sin embargo, se llevó el gustazo de levantarlo todo como capitán y de despedirse varias veces del Camp Nou, donde es leyenda.

Luis Enrique jugó un papel fundamental en el éxito de su equipo. Aplanado como estaba desde la marcha de Guardiola, triste por el desenlace de Tito y agotado en el proyecto de Martino, el asturiano agitó la coctelera cuando los más pesimistas ya escribían sobre un final de ciclo que todavía no ha terminado en estos días. Con Luis Enrique, el Barça ganó dos Ligas, tres Copas y una Champions. Y cuando vio que ya no podía más, tres años después, se marchó.

El segundo triplete de la historia del Barça, completado luego con la Supercopa de Europa y el Mundial de Clubes (la Supercopa de España se perdió después de un viaje insufrible de vuelta de Tblisi que condicionó el 4-0 del Athletic), tuvo un impacto directo en las elecciones presidenciales. Después de estar en una posición de debilidad absoluta, Bartomeu se blindó gracias al resultado deportivo. "Tridente, triplete", fue su mensaje electoral. Un mensaje reduccionista que quitaba mérito a jugadores fundamentales como Iniesta, Busquets, Piqué o Alba, pero que caló y que le dio la presidencia. El 6 de junio de 2015, el Barça lo volvió a hacer. El segundo triplete. Una gesta impresionante.

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