Velázquez: su cuenta atrás hacia la paternidad a 10.000 kilómetros
El defensa se encuentra en Madrid, mientras que su mujer (embarazada de 8 meses) está en Montevideo. La pandemia puede hacer que el jugador viva el nacimiento de su hija a distancia.
Casi 10.000 kilómetros separan Madrid de Montevideo. Los vídeos, las llamadas... consiguen que no parezcan tantos. Así, a distancia, vive Emiliano Velázquez su inminente paternidad. El defensa del Rayo se encuentra en Madrid, donde sale a entrenar a la Ciudad Deportiva y continúa en casa confinado junto a su padre. Mientras que su mujer Carolina, embarazada de 32 semanas, está en Montevideo, aguardando la llegada de Avril. "Estoy con mi padre acá. Cocina él, vemos películas y series, tomamos mate y hemos pintado un cuarto para cuando llegue mi hija", cuenta en una entrevista con el programa uruguayo ‘Tirando Paredes‘.
La idea era que Avril naciera en el país natal de sus padres. Una decisión que el fuerte impacto del coronavirus en España ratificó más si cabe. "Antes del estado de alarma, ya dijeron a mi mujer que la cosa iba a ponerse muy fea y que si tenía la oportunidad de marcharse, se fuera. La Sanidad en Uruguay está un punto por encima de la de acá", explica el central, que añora poder vivir de cerca esta recta final del embarazo. "Ella me manda vídeos todos los días, me muestra la panza, cómo se mueve... También está haciendo un esfuerzo muy grande. Y es difícil para mí, quiero estar en todo porque es mi primera vez. Mi hija se mueve sólo con hablarle y ahora, pues no la puedo tocar... No pasa nada. Cuando nazca la voy a tener conmigo", se convence.
A un mes vista del nacimiento es una completa incógnita saber si Emi Velázquez estará presente en el parto y conocerá a su bebé o si, por el contrario, este precioso encuentro tendrá que esperar. La actual pandemia lo complica todo. "En principio me lo voy a perder. Lo tengo asumido. Quizá para junio ya se pueda viajar, pero si lo hago tendría que estar de cuarentena allá y acá al regresar", expone el jugador rayista, a quien el COVID-19 le ha cambiado radicalmente los planes. "Pensamos que si todo seguía normal, podría ir para allá como habíamos programado. Ella se marchó a Uruguay y tuvo que pasar la cuarentena obligatoria cuando llegó. Ahora está como el resto", ratifica el futbolista, mostrando su lado más tierno y humano.
Un año de esperas
La llegada de Avril no es la única espera para Velázquez. El zaguero sufrió una rotura del ligamento cruzado de la rodilla izquierda en julio del pasado año, durante un partido de pretemporada del Rayo, y justo antes de la irrupción del coronavirus había recibido el alta médica. "La semana antes de que pasara todo me dieron el alta, tenía la posibilidad de ir convocado y pasó esto. He seguido haciendo mis ejercicios en la rodilla para mantener porque hay un alto riesgo de que vuelva a repetirse el primer año. Pensé en mí y mi rodilla. Íbamos a perder todos la forma física pasado el mes de encierro, aunque nos entrenásemos en casa solos", esgrime.
El uruguayo hizo balance de su carrera. De los buenos y malos momentos. De aquellos aún por llegar. "Por decisiones mías y situaciones que me han tocado vivir no creo que esté al mismo nivel que cuando llegué a España. Desde que me lesioné de la rodilla, hace casi ya un año, no he vuelto a jugar. Lo primero que pienso ahora es poder vestirme del Rayo y gozar del mayor número de minutos posible. Tuve lesiones en momentos cruciales de mi carrera, pero no me puedo quejar. Es digna", sentencia el central.
Velázquez tiene un gran cartel en su país. Danubio le quiso este mismo año. "Es verdad al cien por cien. Es una posibilidad que se dio en base a mi recuperación de rodilla, pero los médicos decían que era muy arriesgado. Allá el campeonato empezaba en febrero y mi recuperación de la rodilla estaba fijada para finales de enero. No daba tiempo y no se concretó. Me quedé en el Rayo", ratifica un jugador que no cierra las puertas a un regreso a Uruguay y, mucho menos, a ese club donde se formó: "Aunque me ofreciese menos dinero que un grande tiene una carga emocional y de respeto que debes ganártela en otros clubes. Me encantaría volver a Danubio".