REAL ZARAGOZA

Nayim: “Allá a donde voy me recuerdan el gol de París”

Nayim (Ceuta, 5 de noviembre de 1966) entró en la historia del Real Zaragoza y del fútbol hace 25 años al darle la Recopa al equipo aragonés con un golazo desde el centro del campo en el último minuto de la prórroga.

Zaragoza
Javier CebolladaEFE

Nayim, que se encuentra en Zaragoza pasando el confinamiento, atiende la llamada de As para revivir aquel golazo a Seaman en el Parque de los Príncipes de París. El 10 de mayo de 1995 el equipo aragonés alzó al cielo la Recopa de Europa y levantó de sus asientos a prácticamente todos los aficionados españoles y 25 años después aquella gesta continúa viva en la memoria y el corazón de todos los zaragocistas.

—Hoy hace 25 años que el Real Zaragoza conquistó la Recopa. Es un día especial para usted, ¿verdad?

—Sin duda alguna. Fue un día que cambió mi vida, no sólo a mí, sino a todo ese grupo de jugadores y cuerpo técnico. Fue un momento increíble por cómo pasó todo, sobre todo los últimos segundos del partido.

—Dentro de las restricciones del confinamiento, ¿cómo va a celebrarlo?

—Me ha pillado aquí en Zaragoza, solo en casa, así que ya lo celebraremos cuando esto acabe. Imagino que nos juntaremos todos los que podamos para celebrarlo y recordar esos momentos y esa época.

—Si no hubiera sido por el virus, la celebración podría haber sido en La Romareda y con el ascenso en juego.

—El equipo iba genial por cómo estaba jugando y la dinámica positiva en la que se encontraba, por lo que tenía toda la pinta de que en estas fechas estuviera muy cerca del ascenso y poder celebrar las dos cosas. Ahora lo más importante es en primer lugar la salud y salir de esta situación y en segundo lugar, antes de celebrar el aniversario de la Recopa, lograr el ascenso. Es lo que nos hace falta ahora, volver a disfrutar de la máxima categoría, de la que el Zaragoza no tendría que haber salido nunca. Ha venido así esta circunstancia, que a todos nos ha pillado con el pie cambiado, pero espero que cuando salgamos de esto podamos celebrar las dos cosas.

—Al inicio del confinamiento Teledeporte emitió la final de la Recopa y llegó a tener una audiencia de 357.000 espectadores. ¿Le sorprendió esa cifra?

—Sí. Es increíble lo que representó ese equipo por lo bien que jugábamos al futbol y por cómo acabó el partido. Fue un final especial por la acción en sí, en el último segundo de la prórroga cuando todo el mundo esperaba los penaltis, y es cierto que me sorprendió gratamente que tanta gente viera el encuentro. Eso te da a entender la importancia de ese momento, no sólo para el Real Zaragoza, sino para todo el fútbol español.

—¿Usted también lo vio?

—Sí, lo vimos todos los de la Recopa. Tenemos un chat e íbamos comentando jugada a jugada. Lo vimos entero y la verdad es que lo pasamos muy bien. Nos metimos los unos con los otros cuando uno fallaba y fue algo increíble rememorar otra vez esos momentos con los compañeros. Además, muchísima gente me escribió ese día y fue algo bonito de recordar, sobre todo chateando minuto a minuto con todos mis compañeros de la Recopa.

—El camino de la Recopa se inició el 20 de abril de 1994 con la conquista de la cuarta Copa del Zaragoza. Al día siguiente, en la celebración en la Plaza del Pilar, Cedrún prometió la Recopa. ¿Qué pensó en aquel momento?

—Yo pensé que estaba loco. ¿Tú has visto los equipos que hay en la Recopa? Pero así es Cedrún, le salió del alma y al final todos los que pensábamos que estaba zumbado tuvimos que darle la razón. Es un tipo extraordinario, con un corazón inmenso, y no sé si se dejó llevar por la euforia. Él dijo que no, que sabía lo que decía, y sólo puedo decir que tenía razón.

—Gloria Bistrita, Tatran Presov, Feyenoord y Chelsea hasta llegar a la final contra el Arsenal. ¿Qué recuerda de cada eliminatoria y cuál cree que fue la más complicada?

—Frente al Gloria Bistrita disputamos nuestro primer partido en Europa, contra un equipo inferior al nuestro, pero parecía que estuvieras jugando un amistoso, ya que el campo no estaba en muy buenas condiciones y había muy poca gente. Y perdimos. También fue muy extraño tener que jugar en Valencia los partidos de casa en las dos primeras eliminatorias. Sin duda el rival más duro fue el Feyenoord. Tuvimos que ganar con solvencia allí, ya que hicimos nuestro mejor partido, y aquí en casa nos costó hasta el gol de Pardeza. Tras ese gol nos tranquilizamos y fuimos superiores. También recuerdo el sufrimiento en Stamford Bridge. Ya sabíamos lo que era el fútbol inglés en ese momento, muy físico y duro, y supimos sufrir a pesar de tener bajas importantes, como la de Aguado y Poyet. Con el gol de Aragón volvimos a calmarnos otra vez y a hacer nuestro fútbol. Y ya la final, salvo en la primera media hora, ya que nos costó entrar en el partido, fuimos muy superiores y siempre he dicho que tendríamos que haber solventado el encuentro mucho antes por la cantidad de oportunidades que tuvimos, pero había enfrente un porterazo. Cada eliminatoria tuvo su dificultad, pero siempre supimos sacarla adelante.

—¿Cómo vivió los días previos a la final?

—Fue una semana atípica, con muchos periodistas en todos los entrenamientos, con muchas entrevistas, con muchos amigos que te llaman… Yo también llamé a algún amigo que tenía en Inglaterra para saber cómo andaba en ese momento el Arsenal. Fue una semana atípica, pero al mismo tiempo ilusionante y la afrontamos con muchas ganas de jugar la final, que para muchos de nosotros era la primera a nivel europeo. Para mí, de hecho, la única. Fue algo increíble esa semana, sobre todo la ilusión de la gente que te paraba por la calle y te daba ánimos.

—¿Pudo dormir la noche anterior?

—Yo soy de los que cae KO a la hora de dormir. No suelo visualizar el partido la noche de antes, sino el mismo día. Dormí tranquilamente, obviamente con las ganas de despertarme ya al día siguiente y empezar a vivir la final desde el desayuno con los compañeros. La noche anterior fue tranquila, pero durante el día del partido hay muchas emociones que se te pasan por la cabeza. También hay amigos y familiares que te llaman. Fue una experiencia increíble.

—¿Qué es lo que más les preocupaba del Arsenal?

—Su fortaleza física. Sabíamos que eran muy agresivos y que presionaban mucho y muy bien. Eran los actuales campeones, así que sabíamos de su fortaleza, pero confiábamos mucho en nuestro fútbol. Me acuerdo del mensaje de Víctor antes del comienzo de la prórroga: “Chicos, hemos llegado hasta aquí de una manera y no debemos cambiar. Vamos a seguir insistiendo en nuestra forma de jugar y en lo que nos ha traído hasta aquí”. Y eso fue lo que hicimos.

—De todos los jugadores, usted era el que más conocía al Arsenal por sus años en el Tottenham. ¿Dio algún consejo a sus compañeros? ¿Les informó de que Seaman jugaba bastante adelantado?

—Jugaba muy adelantado porque tenía unos centrales lentos y de esa forma podía estar pendiente de los balones que iban a la espalda de la defensa. Se lo comenté a Aragón y Poyet, para que de vez en cuando levantaran la cabeza. Me acuerdo de que durante el partido lo intentó Aragón, pero ya sabemos que ese golpeo es muy complicado. Además de ganar aquella final por nosotros, nuestras familias y la afición del Zaragoza, también me llamaron amigos de Londres, aficionados del Tottenham, para decirme que teníamos que ganar a los ‘gunners’ sí o sí. Fue una presión añadida.

—¿Qué recuerda de todo el ambiente?

—Fue algo especial, ya que no era un partido al uso. Recuerdo el trayecto en autobús del hotel al estadio, ya que la afición, que había hecho un esfuerzo terrible por ir a París, estaba ahí animando. También me acuerdo de que estuve hablando con Ian Wright antes del partido y que a la salida al campo, cuando ya estábamos preparados en el túnel de vestuarios, los ingleses intentaron amedrentarnos pegando gritos. Nosotros estábamos muy concentrados en lo que teníamos que hacer y no les hicimos ni caso. Y sobre todo recuerdo el ambiente que había en el lado zaragocista. Cuando empieza ese bufandeo es que te lleva en volandas. Estuvieron con nosotros durante los 120 minutos y se comieron a la afición del Arsenal.

—Ese intento de amedrentamiento no se quedó únicamente en unos gritos. Menuda entrada le hicieron en los primeros minutos…

—Fue una entrada durísima. Menos mal que no me pilló con el pie en el suelo, pero una entrada no me iba a sacar del partido más importante de mi carrera. Me acuerdo de que el árbitro me obligó a salir en camilla, pero nada más llegar a la banda salté literalmente de la camilla para volver a entrar a jugar. Sabíamos que iban a hacer eso, pero el equipo tenía muchísima personalidad y experiencia y eso no nos supuso ningún problema. Al final nosotros nos hicimos con el control del juego y corrieron bastante detrás de nosotros.

—Fruto de ese buen juego llegó el gol de Esnáider, que también fue un golazo.

—Es una locura de gol, un auténtico golazo. Esnáider fue importantísimo durante la trayectoria de la Recopa. Marcó un montón de goles y para nosotros fue importantísimo contar con un delantero de esa categoría. Era de esos jugadores que además de goles, transmitía muchas cosas: no paraba de luchar contra los centrales, se dejaba el alma en cada partido y a ello había que añadir su talento y su calidad futbolística. Cualquier balón que le llegaba en condiciones sabías que iba a ser peligroso. Fue clave.

—Durante la final hubo un penalti clarísimo sobre Pardeza que incomprensiblemente el árbitro no pitó. ¿Ha llegado a pensar que con VAR quizás nunca hubiera existido el gol de Nayim?

—Sin duda alguna que se hubiese pitado. Fue un penalti clarísimo y me extrañó que no lo pitaran. Nosotros fuimos superiores durante el partido. También Higuera tuvo oportunidades, García Sanjuán otra, el remate de cabeza de Aguado que se estrelló en el palo tras un paradón de Seaman… Si hubiera existido por aquel entonces el VAR, seguramente no habría existido mi gol. Nunca lo sabremos, ya que los partidos suelen cambiar en función del resultado.

—Lo cierto es que todo parecía predestinado a que usted marcara aquel gol. Un ejemplo de ello es la sustitución de Geli por García Sanjuán, lo que provocó que usted cambiara de banda y estuviera en el sitio correcto en el momento correcto.

—Recuerdo que Víctor me llamó y me dijo que me pusiera en el sector derecho y dejara el izquierdo para Geli. El cambio tuvo lugar porque Geli era un especialista tirando penaltis y hubiera sido uno de los lanzadores. Llámalo destino, llámalo suerte o llámalo cualquier cosa, pero al final esa decisión me dio la oportunidad de realizar esa acción.

—¿Qué se le pasaba por la cabeza en los últimos minutos de la prórroga? ¿Pensaba ya en los penaltis?

—Sobre todo estábamos centrados en no darles opciones a ellos de llegar a nuestra área y crearnos peligro. Y a partir de ahí, hacer el fútbol que veníamos haciendo habitualmente. No piensas en los penaltis durante el juego, sino en hacer bien tu trabajo y, sobre todo, estas dos cosas que he dicho. Estábamos jugando muy bien, estábamos llegando al área rival y lo que no estábamos era finos de cara al gol. En esos últimos minutos lo más importante es que no te marquen porque no tienes tiempo de reacción e intentar marcar por el mismo motivo y así pasó con el gol, que el Arsenal no tuvo tiempo de reacción. Fue marcar el gol y pitar el final. Ni en el mejor de nuestros sueños habría acabado así la final.

—Llegamos al momento del gol… ¿Fue instinto? ¿Vio a Seaman adelantado?

—Es algo instintivo. Levanté la cabeza y vi que tanto Esnáider como Pardeza podían estar en fuera de juego. En ese mismo gesto vi al portero adelantado y me quedó el balón en perfectas condiciones para pegarle, ya que estaba botando. No sabes por qué lo piensas, pero te sale y eso es lo que pasó en esa acción. Se dieron varios factores que hicieron que me decidiera por el golpeo.

—¿Cuando el balón entró dentro de la portería se lo creía?

—Cuando vi la reacción del público y a Seaman dentro de la portería, me volví loco. Buscaba a mi padre y a mi familia en la grada, pero en menos de dos segundos se me tiraron los compañeros encima. Fue algo increíble esa sensación de marcar un gol en una final europea y que supusiese un título. Pero para mí lo más bonito no fue la acción del gol o la celebración en ese momento, sino el día después, cuando regresamos a Zaragoza. Nunca he vivido algo parecido y no creo que lo vuelva a vivir. Bueno, a ver si ascendemos este año y se puede vivir algo parecido.

—Cuentan que la celebración del mismo día del partido fue la celebración menos organizada de la historia…

—Asi fue. Me tocó pasar el control antidopaje, tardé bastante en llegar al hotel y cuando llegué no había nadie. No había organizado nada, ni siquiera una cena, así que fui a saludar a mi padre y después me busqué la vida para ir a cenar con mi familia porque tenía un hambre terrible después de tanto esfuerzo. No encontraba ningún taxi y por casualidad pasó un autobús en el que ponía Real Zaragoza y lo paré. Les pedí el favor de que me acercaran a algún sitio donde pudiera cenar y eso fue lo que me salvó. Y ya en el sitio al que me llevó el autocar me encontré a varios compañeros.

—¿Le hace ilusión cada vez que le recuerdan el gol?

—Sin duda. Me hace muchísima ilusión ver la sonrisa de la gente que se acuerda de lo que hacía en ese momento. Te cuentan las anécdotas y me dan las gracias, cuando yo únicamente hice mi trabajo.

—¿Y ese gol se lo recuerdan únicamente en Zaragoza o en cualquier ciudad a la que va?

—Allá a donde vay me lo recuerdan. Hace poco estuve en Singapur jugando un torneo de veteranos y la gente, que vino de un montón de sitios, desde las Maldivas a la India, se paraba conmigo a decirme que se acordaban del gol. Ese momento lo recuerda muchísima gente a la que le gusta el fútbol.

—¿Considera que es el mejor gol que se ha visto en una final?

—Eso yo no lo puedo decir porque está el gol de Zidane o el de Bale. Ha habido goles de bellísima factura, pero las circunstancias de mi gol, en el último segundo de la prórroga y desde el centro del campo, nunca se han dado en una final europea. La gente se acuerda de ese gol por esas circunstancias. Hasta José Ángel de la Casa, que era el comentarista, dijo que quedaban diez segundos para los penaltis. Fue un momento espectacular para todo el mundo. Mucha gente me dice que pensó: “¿A dónde va este loco?”. No sé si es el más bonito, pero sí el más especial por las circunstancias.

—Ahora mismo, además de a Víctor Fernández, tiene a dos de sus compañeros dentro del Zaragoza actual, ya que Loreto es el segundo entrenador y Belsué el delegado. ¿Qué le comentan del equipo?

—La verdad es que están muy ilusionados. Sufren y sienten al equipo muchísimo. Hablamos todos los días por el chat, sobre todo después de los partidos para darles ánimos y felicitarles. Han dado con la tecla y han acertado con los fichajes. Luis Suarez nos ha dado la vida. Ese chico que no se resfríe ni se lesione. El equipo sabe a lo que juega y cómo hacerlo, tiene muchísima confianza y antes de este parón estaba en una dinámica increíble. Te dicen que hay que seguir y que no está hecho, saben lo difícil que es la Segunda División, pero están muy, muy ilusionados.

—¿Qué cree que va a pasar con el fútbol? ¿Y cómo puede afectar todo este parón al equipo si finalmente se reanuda la competición?

—En primer lugar yo pienso que se tiene que jugar aunque sea a puerta cerrada para acabar la Liga. Al final las condiciones son iguales para todos. Quizás la única desventaja que podamos tener nosotros, junto al Cádiz, es que ningún campo de Segunda anima y se llena como La Romareda. Nosotros en casa, con la afición apoyando, somos un equipo muy difícil de batir. Ésa es la pequeña desventaja, pero por lo demás vamos a estar en igualdad de condiciones. El que mejor gestione eso, va a tener la posibilidad de ascender. Hay cinco equipos luchando por el ascenso directo, entre ellos nosotros, y vamos a ver cómo se gestiona todo eso. Va a ser duro porque van a jugar muy seguido, así que la profundidad de banquillo va a ser importante. El Zaragoza, gracias a Dios, tiene jugadores de calidad y Víctor puede jugar con los minutos que tenga cada uno.

—¿Qué mensaje le puede mandar al zaragocismo en un día tan especial como el 25º aniversario de la Recopa?

—Lo más importante es que tengan paciencia y les mando mucho ánimo. Pronto volveremos a las calles y cuando volvamos, si todo va normal y como hasta ahora, podremos celebrar tres cosas: el 25º aniversario de la Recopa, el ascenso a Primera y, lo más importante de todo, la vuelta a la normalidad. Esperemos que pronto encuentren una solución para este problema para que podamos seguir haciendo nuestra vida y disfrutar de los pequeños detalles. Para mí lo más importante es la salud.

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