La continuidad de Aguirre, suspendida en un doble limbo
El entrenador y su cuerpo técnico terminan contrato el 30 de junio. Están por la labor de continuar en Butarque, pero la gestión de los recortes será clave
El cuerpo técnico del Leganés levita en un doble limbo. El primero tiene fecha de caducidad. El 30 de junio Javier Aguirre junto a Toni Amor (su segundo) y Pol Lorente (preparador físico) terminan contrato. También acaban Joseba Ituarte (preparador de porteros) y Carlos Martínez (asistente), ambos en la estructura blanquiazul antes de la contratación de Aguirre.
El Vasco está por la labor de renovar. Le ilusiona seguir dirigiendo en España y hacerlo en Madrid, donde vive con regularidad incluso en los periodos en los que no ha tenido equipo. Además, su fe en el proyecto vigente es grande. Cree en la permanencia del equipo. Cree que hay opciones de salvarse, más tras el trabajo hecho (se acerca a su media de 1,3 puntos por partido).
Tampoco el salario dentro de los límites que (obvio) marca su prestigio. De hecho, sus emolumentos actuales no son nada tan elevados como los de sus antecesores. El dinero, para el Leganés, no debería ser un problema en su potencial continuidad. En su fichaje, el técnico no fue excesivamente exigente. La llamada de los pepineros fue, para Aguirre, una oportunidad que acogió con energía. Le gusta el equipo y la fórmula de trabajo que se ha encontrado. Al menos era así hasta el estado de alerta. Ahí está el segundo limbo que afecta al técnico .
En las actuales negociaciones para las rebajas salariales, el club aún no ha contactado con él o sus ayudantes. Admiten en los despachos que primero pretenden el acuerdo con la plantilla. Después vendrá el resto. El silencio ha provocado desconcierto. Más si cabe porque el banquillo, al igual que la plantilla, no ha cobrado marzo. Pero todo eso pasa a un segundo plano. Ahora el técnico se fija en lo importante, que esta pandemia, es la salud. Y la vida. “Me importa un cacahuete si me renuevan o no”, recordó, sincero, hace poco en la SER.