BARCELONA

Bartomeu prioriza el vestuario

Rousaud le acusó de no ser suficientemente duro con la plantilla en la reducción salarial. El presidente sabe que, de nuevo, la clave está en los resultados deportivos y en Messi.

Puede que en algún momento pueda parecer despistado, incluso perdido en alguna toma de decisiones, pero Josep Maria Bartomeu sabe de qué va la industria del fútbol, sus peculiaridades únicas. Y que la cadena de trabajo tiene una estructura sorprendente. Tanto que, en más que ninguna otra, está en manos de sus trabajadores más cualificados. Los futbolistas. Bartomeu lo sabe desde su primera época en el Barça con Laporta (2003-2005) y, más aún, desde que se convirtió en vicepresidente deportivo en 2010 con Rosell. Pero, sobre todo, desde que en enero de 2015 tuvo que explotar de manera controlada el incendio entre Messi y Luis Enrique. Lo hizo llevándose por delante a Zubizarreta y utilizando a jugadores como Mascherano y, sobre todo Xavi, para conseguir una tregua entre el argentino y el asturiano. Ese fue su gran éxito. Salvar de cualquier manera el vestuario y mantener una convivencia que terminó en triplete. El resultado deportivo, no el objetivo de los 1.000 millones de ingresos en el periodo electoral 2015-2021, es lo que le dio el triunfo en las elecciones a Bartomeu.

La última crítica del despechado Emili Rousaud a Bartomeu fue su falta de firmeza para negociar la reducción salarial durante el estado de alarma con los capitanes de la primera plantilla. El vicepresidente dimisionario se quejó de que, en actual escenario económico, la rebaja debería haber sido mayor y hasta se atrevió a cuantificar el ahorro como menor que el que tendrá el Real Madrid. Sea como fuera el resultado de las cuentas, más o menos ahorro que el Real Madrid, Bartomeu está convencido de que sólo el consenso con los jugadores puede mantener cierta salud en el vestuario. Contra el pensamiento primario de Rousaud, la idea finalista de Bartomeu. Entregarse a los futbolistas con el fin de que se lo devuelvan con resultados deportivos que él convertirá en rédito electoral para la candidatura continuista.

De ahí que Bartomeu se encerrase con Óscar Grau, su CEO, para intentar evitar las filtraciones. Se multiplicaron las informaciones que daban por hecho un agravamiento de la fractura entre Bartomeu y el vestuario, pero sin que la relación sea de amistad, quienes más suelen molestar a los jugadores son los cargos intermedios. Las filtraciones desde la Junta y las intoxicaciones de algunos de los ideólogos que rodean el Barça, alguno de los cuales, por ejemplo Jaume Masferrer, sí que ha acabado muy tocado de los meses de incendio en el Barça.

Así, Bartomeu alcanzó un acuerdo de mínimos con los jugadores para tenerlos relativamente controlados los próximos meses. Bartomeu ya sabe que las pérdidas económicas serán inevitables; que el presupuesto que esta temporada superaba los 1.000 millones de euros se verá reducido por la crisis de la Covid-19 y no tendrá cuatro cifras en 2021 como se fijó en el programa electoral de 2015. Pero que todo eso, en términos electorales, da igual si finalmente se pone a rodar el balón y el Barça gana su novena de las últimas doce Ligas o levanta la sexta Champions de su historia. Y, sobre todo, si consigue la foto, aunque sea a metro y medio de distancia, de la renovación de Leo Messi. En la industria del fútbol, la cadena no sigue lógica que los neófitos como Rousaud creen poder cambiar con un chasquido de dedos.

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