De Jong, líquido en San Paolo
Sólo dio 51 toques de balón en San Siro frente a los 134 de Busquets. Sorprendió el papel secundario al que está encorsetado. Vino para darle una marcha más al Barça y el ritmo pastoso del equipo le ha obligado a bajar una.
Frenkie De Jong pasó desapercibido por un templo del fútbol como San Paolo. Mala noticia e involución para un jugador que un año antes, en los octavos de final de la Champions, se presentó al mundo contra el Real Madrid y que en los cuartos dominó la eliminatoria ante la Juventus. Elegido mejor centrocampista de Europa por la UEFA este verano, es difícil de entender el papel secundario en el que está encorsetado De Jong, un jugador al que se veía feliz y suelto, parece jugar ahora mismo con cadenas. En muchos partidos no pesa nada en el juego. Más preocupado de no molestar que de otra cosa, se limita a cumplir con rigor su rol táctico.
De Jong tocó 51 veces el balón en San Paolo. Lejísimos de los 134 de Busquets, nombrado Man of the Match del partido, los 69 de Rakitic o incluso los 74 de Arturo Vidal. No hubo ni rastro de ese jugador vibrante que rompía líneas con sus conducciones y que llenó de frescura el juego del Ajax hasta convertirlo en el equipo más divertido de la pasada Champions. En lugar de darle vitalidad al equipo, De Jong ha tenido que adaptarse al ritmo pastoso del veterano Barça, en el que además Setién ha radicalizado la querencia por la posesión. De Jong dio 43 pases buenos en Nápoles. Busquets hizo 110, casi el triple. Indica eso por dónde se movió el juego del Barça. Piqué y Umtiti dieron 114 y 113 pases respectivamente. Significa eso que el triángulo defensivo del Barça dio 337 toques, que sumados a los 77 de Semedo y los 49 de Júnior sumarían 459 de los 724 que dio el Barça, más del 63% de los pases que dio el Barça.
De Jong será titular este domingo en el Bernabéu. Entonces, volverá a esperarse le mejor versión del holandés porque todos son conscientes de que ahí hay una perla. Pero que tiene que soltarse y expresarse mucho más en el campo. La paradoja de De Jong es que todos pensaron que llegaba para darle una nueva marcha al Barça. Pero lo que ha tenido que hacer él es quitarse una marcha.