El Barça, un 6,45% más de pases adelante que en el debut de Setién
El cántabro dio un inteligente paso atrás y el Barça olvidó el pastoso 3-5-2 con el que se había atascado en su primera semana. Con el 4-3-3 de siempre fue más reconocible y vertical.
Un paso atrás para dar más pases hacia delante. Ese fue el Barça de Setién ante el Leganés. Porque aunque el cántabro, para no lastimar su autoestima, intentó disimular al final del partido diciendo que en el transcurso de los 90 minutos se había planteado recuperar el pastoso sistema utilizado en los tres primeros partidos, es indiscutible que reculó. Al cuarto día, los aplastantes hechos le obligaron a dar marcha atrás y renunciar al 3-5-2 para recuperar el 4-3-3 de Valverde y de tantos otros técnicos. Un retroceso inteligente, porque se veía a leguas que el Barça no iba a ningún sitio con el primer sistema que Setién tenía en la cabeza.
Una decisión que permitió ver un Barça más vibrante y vertical, que dio un 6,45% más de pases hacia delante que en el debut del entrenador. En el primer día de Setién, ante el Granada, los azulgrana dieron 1005 pases de los que sólo 203 fueron hacia delante, un 20,2 por ciento. Este jueves, contra el Leganés, el Barça pasó el balón 844 pases y 225 fueron hacia delante, un 26,65.
El aumento, del 6,45, es significativo. Pero es que, además, era tangible a simple vista. Un equipo mucho más vertical y profundo. Lo demostró la jugada del primer gol. Después de renunciar descaradamente a una banda en los primeros partidos, Semedo, lateral en la defensa de cuatro, llegó a la línea de fondo y encontró a Griezmann. Los centrocampistas arriesgaron mucho más en los pases y el Barça estuvo mucho más estirado a lo ancho en el campo, lo que permitió a Messi encontrar más espacios y participar en los cinco goles azulgrana.
Una de las virtudes que más se aplauden de Setién es saber aprovechar las características de sus jugadores. Y es obvio que los futbolistas del Barça se sienten más a gusto en ese esquema. Que Semedo y Alba son laterales, que Piqué y Lenglet se entienden marcándose la línea entre sí. También que Busquets está más cómodo jugando sólo en la posición de mediocentro en lugar de en un atasco de medios en línea. Y que Ansu no es carrilero, sino extremo. Extremos, ese mandamiento del cruyffismo al que Setién había renunciado y al que felizmente regresó contra el Leganés. Los extremos facilitan el uno contra uno, las superioridades y la entrada de los laterales cuando entran por dentro. Messi y Griezmann jugaron con libertad y se detectó entendimiento entre ambos. El retrato de los centrocampistas también fue más fresco y complementario. Uno, Busi, de posición. Otro, De Jong, algo perdido aún, pero de ida y vuelta y capacidad indiscutible. Y otro para la brega, la recuperación y la llegada al área, Arturo Vidal. A lo lejos, pareció un Barça mucho más razonable que en los primeros días de Setién.
El Barça, por supuesto, también tuvo desajustes en defensa y el Leganés llegó a Ter Stegen con cierta comodidad. Pero eso es lo que se vendió con la llegada de Setién. Diversión y más riesgo. Llegadas del rival, pero muchas más propias. El Barça realizó 25 acciones buenas en el área contraria y remató 14 veces desde dentro de la zona de acción de Cuéllar. Pese a la debilidad del rival, le alegró un poco el cuerpo a su gente, que se había descorazonado con sus primeros partidos. Puede decirse que Setién dio un paso atrás para poder pasar más veces adelante.