"La virtud del Atlético es que compite como un Segunda"
Iván González (Madrid, 1990) es a la Cultural lo que Koke al Atleti: capitán y escudo. Promete lucha en la Copa. El Reino es estadio de remontadas.
-La Cultural tiene un idilio especial con la Copa del Rey. Real Madrid en 2016. Barça en 2018. Y ahora, el Atleti.
-Sí, en cuatro años tres veces nos ha tocado un rival grande y este último, si lo quieres hacer bonito, todos deseamos el Atlético para cerrar ese círculo.
-¿Cómo afrontan el partido?
-Con muchísima ilusión, respeto y sabiendo que será un partido muy complicado pero a 90 minutos, en nuestra casa, con nuestra gente. Si tenemos un 1%, un 2% o un 10% de posibilidades, las pelearemos.
-Si en algo se parecen al Atleti es que tampoco 'dejan de creer nunca'. El Huesca sabe...
-Sí (sonríe). En los últimos años, sobre todo en el Reino, ha habido muchas remontadas. Ante el Huesca estaba todo perdido y, en diez minutos...
-¿Lo más difícil del Atlético?
-Que con jugadores de primer nivel, tanta calidad, compite como si fueran de Segunda. En Primera se da por hecho que son muy buenos futbolistas y que, con la calidad, les llega, que les podría llegar jugando contra un rival de Segunda B. Pero el Atlético además de tener eso compite como nadie, no todos compiten tan bien. Cualquier error te lo hace pagar.
-¿Cuántos jugadores quedan en la Cultural del ascenso a Segunda de 2017?
-Antonio, Leandro y yo. Y Leandro con ida y vuelta. Pero han pasado muchas cosas desde entonces. Un descenso, el año pasado un batacazo: no meterte en playoff con un equipo muy, muy bueno. Cuando pasa tanto en tan poco siempre hay grandes cambios.
-¿Cómo es la Cultural de 2020?
-Se ha formado un equipo muy bueno y con muy buen vestuario, sano y comprometido. Y todos cambiamos el chip del año pasado. Ya somos conscientes de estar otra vez en Segunda B y que se asciende en junio no en diciembre. La dinámica es muy buena ahora.
-¿Sus armas?
-El Atlético va a encontrarse a un equipo que sabe muy bien a lo que juega. Es capaz de hacerlo replegado y, cuando tiene el balón, capaz de hacerte daño. Con una ilusión muy grande por jugar en su casa, ante un equipo de tanta entidad. Ellos son de una categoría muy, muy superior a la nuestra y, bueno, debemos intentar estar lo más acertados posible y que ellos no tengan ni el día bueno ni el día malo... ¡sino el día horrible! (ríe).
-Usted se medirá, de manera particular, a alguien que conoce muy bien: Morata.
-¡Sí! (ríe) ¡Le tuve casi apadrinado en el Madrid C y él era juvenil! Subió con 17 años y estuvo tres conmigo. Después llegó el Castilla, yo me fui al filial del Depor, y él se quedó.
-¿Cómo era entonces?
-Extrovertido y muy bromista. Como ahora. Encantador.
-¿Es mejor marcar a alguien a quien conoce bien?
-Al revés. Prefiero jugar contra gente que no tengo amistad porque soy muy competitivo. Pero me hace especial ilusión jugar contra él, si le toca. Aunque... ¡ojalá que no le ponga el Cholo! Marca las diferencias.
-Para la afición de León usted es capitán... Y capital.
-(Sonríe) Yo siempre he dicho que lo más complicado de conseguir un futbolista es que la gente valore su trabajo, le respeten y le quieran por lo que hace tanto dentro como fuera. Y yo en León he encontrado mi sitio. Me siento muy identificado con la gente, el equipo. Tengo todo lo que podría tener en otros sitios. ¿Por qué moverme de aquí cuando soy feliz?
-Usted tuvo ofertas de varios equipos tras el descenso de la Cultural en 2018.
-Preguntaron varios pero yo hablé con el club: “Nunca voy a decir que me quiero ir teniendo contrato”. Me dijeron que yo era importante y no iban a escuchar nada. Y yo quería seguir peleando por la Cultural para intentar devolverla donde se merece, Segunda.
-¿Cómo empezó en el fútbol?
-Mi hermano, siete años mayor, si quería salir, debía llevarme. Él tenía 10 y yo tres. Jugaban a fútbol y me ponían de portero. Pero una vez, con cinco años, él se fue y me pusieron a jugar. “Es muy rápido”, le dijeron cuando volvió. “Mamá, a este niño hay que llevarle a fútbol. Dicen que es muy bueno”, dijo en casa. Y vino el fútbol sala, el 11 y con 10 años, el Madrid a por mí.
-¿Siempre fue defensa?
-¡Sí! Cuando era pequeño, era delantero pero al llegar al fútbol 11 me pusieron de central y así me fichó el Real Madrid. Al llegar, el entrenador dijo que mejor lateral, que había otro chico que debía jugar de central, que era muy bueno... Y fíjate si el tiempo le dio razón: era Nacho, que hoy está en el primer equipo. Fui lateral hasta que hace cuatro años, cuando volví a la Cultural, que Rubén de la Barrera me dijo que no, que él me venía de central.
-¿Y qué posición le gusta más?
-De central. La toma de decisiones más importante. No te puedes equivocar. Si te equivocas o te escurres lo que hay es solo el portero. Es una posición que es todo o nada.
-Todo o nada. Usted también ha vivido eso en el fútbol...
-Se lo digo a los jóvenes. Que ojalá yo con 20 años hubiera estado en un equipo como la Cultural, con esta afición, instalaciones, esta ciudad, estos proyectos deportivos. Que lo valoren, que esto pasa volado. Y que en el fútbol en el fútbol un día estás arriba y otro abajo, esa es la realidad. Yo con 18 años estaba en el Madrid, pensaba que me iba a comer el mundo, y con 21 pasé a estar sin equipo.. Yo recuerdo que era 20 de agosto, la liga empezaba, me había comprado una casa y no tenía cómo pagarla. Me fui al Conquense, Segunda B, a compartir piso con cuatro y un sueldo menor del mínimo permitido, si me pagaban era poco tarde y mal. Dos años después de entrenar con Cristiano, Ramos o Di María.
-¿Pensó dejarlo?
-No, pero sabía que si quería salir de ahí no me valía con decirlo, debía demostrarlo. Y fue cuando hice muy buen año y firmé en la Cultu la primera vez, en 2014. Después del Ferrol, volví a la Cultural y volví a vivir lo extremo: el ascenso, un descenso, lo mejor y peor que se puede vivir en el fútbol.
-¿Qué importante es Aspire para la Cultural?
-Yo viví el momento sin Aspire. 1.800 en la grada, el club buscando avales para poder pagarte. Ir por la ciudad y no ver camisetas, ni niños de la Cultu. Y llegó Aspire y ahora en León sólo se habla de la Cultural. En los bares, los niños, 9.000 en el campo cada día. Afición, jugadores y Aspire es un todo que ha hecho que a León vuelva esa ilusión por el fútbol.