Astu: "Al empezar, en Unionistas no teníamos ni balones"

—¿Cómo fue el desembarco en un Unionistas que empezaba de la nada?
—Aparte de ilusionante fue una incógnita en el primer momento porque no teníamos ni balones. Cuando llegué [en diciembre de 2013] ya había unos 400 socios. Pero nada más. Aparte de ser entrenador y director deportivo llevaba la cantera. Además yo estaba en otro club, en el Ciudad Rodrigo, que acabamos ascendiendo, y me dieron permiso para compaginar las dos cosas. Esos primeros meses fueron una locura.

—Casi una pretemporada de nueve meses.
—Había que hacer un club desde cero. El Grupo de Trabajo y la Directiva venían cargados de ilusión y de trabajo, pero era su primera experiencia de gestión de fútbol. Incluso yo tampoco tenía mucha experiencia. Nos formamos en absolutamente todo a contrarreloj. Es cuando más aprendimos todos.

—Sumando a los de Unionistas el de Ciudad Rodrigo, fueron entonces cuatro ascensos en cinco años...
—Y con el Santa Marta también otro dos años antes. Estábamos en Liga Nacional Juvenil y ascendimos a División de Honor.

—¿Pensaban que iba a ir todo tan rápido?
—El objetivo era llegar a Tercera División en cuatro años y al final en ese tiempo llegamos a Segunda B. Se dio todo muy bien. La verdad también es que las plantillas que teníamos hasta Tercera División eran muy superiores al resto. Los primeros dos años y medio, incluyendo la primera vuelta en Tercera, sólo perdimos un partido [en Provincial] cuando ya habíamos ganado la Liga. Hasta ese momento fue todo muy bien. Luego perdimos en el playoff de ascenso el primer año y el segundo ya saben todos cómo fue.

—Se ha hablado mucho del campo, pero Unionistas no empezó en Las Pistas.
—No, empezamos en un campo también municipal, el Rosa Colorado. Mucho más humilde, superpequeño, que tenía una gradita en la que entraban muy apretados los que iban, yo creo que 1.000 personas de media. Era un campo en el que apenas se podía jugar y la verdad que era muy complicado. La hierba artificial estaba muy desgastada también. Pero lo convertimos en nuestro fortín y no perdimos ningún partido en el año que estuvimos ahí.

—El Madrid se va a encontrar con un campo lejos de las condiciones óptimas de la élite. ¿Pero qué se encontró Unionistas en su paso por Provincial y Regional?
—El año de Regional y los dos de Tercera el campo estaba bien. Había veces que con los entrenamientos y competiciones de martillo, las propias personas del club tenían que ir a tapar los huecos y el campo ha ido a peor. Eso sí, en épocas como esta el campo está superduro. Unido a los huecos, hay zonas, sobre todo en el área, que están bastante mal. Yo tengo la experiencia del año pasado cuando lo visité con el Adarve a principios de febrero, que no se podía jugar absolutamente nada porque el bote es muy alto, es un partido de constantes saques de banda, balón parado, segundas jugadas... El mejor sitio para que se puedan igualar las fuerzas en algún momento de partido con el Real Madrid, aunque puede sonar muy fuerte, es aquí.
El campo no es pequeño. Es a lo mejor más estrecho, pero a lo mejor solo un metro menos por cada lado que un campo de Segunda B. Eso sí que hace que un buen sacador de banda pueda meter el balón al área sin problema.

—¿Y cómo eran esos campos que visitaban en Provincial y Regional? Este martes recordábamos en AS un partido en el barro contra el Monterrey...
—Ese partido está en la historia del club. Era un partido en un campo que ahora ya es de hierba artificial, pero en aquel momento era de tierra. Había llovido mucho e incluso se pensó en suspender el partido. Al final se jugó, fuimos remontando y acabamos ganando 2-3. Sí creo que es un partido que marca la historia de Unionistas porque pasar en cuatro años de ese campo a jugar con el Real Madrid creo que es donde se puede explicar todo.

—Por una cuestión sentimental, no había otra que jugar en Las Pistas...
—Cualquier otro club, habría valorado otra cosa, pero este club con este gesto ha demostrado lo que dice. Hay otros clubes que pueden decir otra cosa y luego a la hora de la verdad, pueden ver una cantidad de dinero importante y lo intentan tapar de otra forma. En este caso, pese a que incluso con las instituciones de la ciudad haya habido algún tipo de problema o gente que no le ha parecido bien, se han mantenido fieles.

—¿Se le quedó la espinita de no poder entrenarlo en Segunda B?
—Justo íbamos a empezar la pretemporada en ese momento y sí, se me quedó la espina porque además prácticamente el 90% del equipo lo hice yo. Me la quité con el Adarve, aunque no como habría querido, porque no se dieron los resultados y no se consiguió el objetivo.

—¿Cómo fue ir a Las Pistas de visitante con el Unión Adarve?
—Un poco extraño. En la llegada un poco nervioso. Era encontrarse con muchísimos amigos y mucha gente que había confiado en mí para iniciar el proyecto, con jugadores a los que les había firmado yo los contratos e incluso con directivos que, pese a que tomaron esa decisión, sé que la tomaron con mucho dolor en algún caso y vernos de nuevo era algo complicado. Pero fue bien, me trataron fenomenal y desde entonces en adelante nos llevamos aún mejor.

—Esta temporada, aunque desde otra posición, vuelven a ser rivales y luchando por un mismo objetivo [el Guijuelo es 15º y Unionistas 16º con los mismos puntos: 23].
—Empezamos un poco mal, es la realidad. Ahora estamos mejor, hemos salido del descenso. Ojalá que no, pero tal como está la Liga vamos a tener que luchar con Unionistas hasta el final y ojalá que nos salvemos los dos, aunque sólo sea por ahorrarnos un viaje.

—Pueden tener un duelo de alta tensión al final de Liga...
—Sí, es en la jornada 36. Esperemos que no lleguemos los dos jugándonosla, porque va a ser un partido con mucha tensión, como es lógico. Pero no es un derbi como el que puede ser entre Unionistas y Salamanca, que si llegaran en ese momento jugándoselo todo ahí sí que habría tensión. Nosotros nos lo jugaríamos a vida o muerte pero tenemos una buena relación mutua.