Alexander-Arnold: "Klopp me empuja a mejorar cada día"
Trent Alexander-Arnold (21 años, Liverpool), joven estrella 'red', se sincera con AS ante una de las temporadas más increíbles de la historia del club.
Oí que era uno de esos niños repelentes muy bueno en todos los deportes que jugaba.
No sé si era repelente pero sí, me gusta jugar a todo y descubrí que se me daba bien y además quería ganar en todo.
Con seis años entró en la cantera del Liverpool. ¿Recuerda el primer día?
Fue una extraña coincidencia. Fue un día normal en la escuela, se acercaba la mitad del curso y estaban montando un campus de verano en la Academia. Enviaron seis o siete invitaciones a mi escuela. Lo hicieron con varias escuelas de la zona para alentar a los niños a jugar. La profesora preguntó ‘¿quién quiere ir?’ Y literalmente, todas las manos de la clase se alzaron, así que sacaron los nombres de un sombrero y, por suerte, mi nombre estuvo entre ellos y fui el sábado con mi madre. Estaba emocionado, pero nervioso... no podía dormir.
¿Era ella quien generalmente le llevaba a entrenar?
Sí, porque mi padre vivía en Londres. Así que estábamos solo mis dos hermanos, mamá y yo. Obviamente, mis dos hermanos también iban al fútbol, así que fue muy difícil en términos de organización porque muchos de los partidos se jugaban a la misma hora y mamá no podía estar en tres partidos a la vez.
¿Qué pasó por su mente cuando las cosas no iban bien, con 15 o 16 años?
Cometía errores. Era un mal perdedor. Si me equivocaba, me iba del partido. Literalmente. Se me veía a la legua. Si algo no salía bien en un entrenamiento pateaba balones lejos o botellas de plástico, lo que me encontraba. Gritaba, me enfadaba. Pero al final me di cuenta de que esa no era la reacción correcta.
Hay momentos en la vida que te ponen a prueba. Creo que el partido de la selección inglesa en Bulgaria, con los cánticos racistas, fue uno de esos momentos. ¿Qué pasó por tu cabeza en ese momento?
Fue algo a lo que, personalmente, nunca me había enfrentado antes, ni tampoco mis compañeros, aunque nos dijeron que podría pasar. Lo peor pasó antes del descanso cuando se paró el encuentro. En el vestuario decidimos salir a jugar al fútbol y ganar, y hacer que nuestro país se sienta orgulloso de nosotros. Es decepcionante, algo que no debería suceder en el fútbol en estos tiempos.
¿Qué sentía y de qué hablaron?
Hablamos sobre las diferentes formas en que podríamos encararlo. Otros compañeros sintieron que en realidad no les estaba afectando demasiado. Tuvimos que concentrarnos en ganar el partido. Nos dijeron que muchos de sus hinchas fueron expulsados durante el descanso.
La final ante el Real Madrid parecía una ocasión única para confirmar que este es un equipo ganador, pero la derrota les permitió crecer.
Fue una derrota dura, el Madrid mereció ganar, sin duda, pero nos dijimos en el vestuario que volveríamos a una final más pronto que tarde. No sabíamos que sería en un año pero estábamos convencidos.
Recapitulemos el famoso córner contra el Barcelona. Klopp usa las emociones, son esenciales para él. Una de las emociones que invoca es la libertad... ¿Surge la idea en ese escenario?
Bueno, la idea era que Shaqiri sacara el córner, y que yo me quedara con él para que no supieran si lo sacábamos hacia dentro o hacia fuera. Habíamos visto que tenían dificultades defendido un saque de esquina hacia fuera. Llegué y vi que no había ningún jugador atento y mirando la pelota. Y vi a Origi en el medio del área. Así que me atreví.
El Trent del parque… Y la libertad que permite Klopp.
Obviamente, si lo hubiera intentado antes, y me hubieran echado la bronca por hacerlo, no me hubiera animado a repetirlo. Lo normal es que saquemos hacia Van Dijk y Matip, porque ellos son los que cabecean mejor. Pero se nos permite tener libertad, ser creativos. Pude detectar una oportunidad y aprovecharla.
Klopp es su papá, tío, hermano mayor, entrenador, mánager...
Es alguien que realmente me ha hecho ser quien soy hoy. Alguien que me ha empujado a mejorar cada día. Alguien que me ha dado tantas oportunidades que nunca podré devolverle tanta confianza. Me ha ayudado en todos los sentidos.
Le han dibujado un mural cerca de Anfield después de ganar la final de Kiev, donde vivió muchos años. Se lee: "Soy un chico normal de Liverpool cuyo sueño se ha hecho realidad". ¿Qué otros sueños le quedan? ¿Ser capitán?
(Risas) Sí, por supuesto. Si se hace realidad o no, no es realmente decisión mía. Yo no elijo quién es el capitán. Pero sí. Me encantaría capitanear el Liverpool.