Gales no necesitó al mejor Bale

Pues algo así debe de ser la concepción idílica del fútbol de Bale, un mal necesario pero a la vez plácido con el que ganarse la vida mientras no la está disfrutando como le gustaría, con su familia o el golf. Es tan sencillo que parece fácil: hablar en tu idioma, que tus compañeros sean en realidad amigos y que tu equipo, en este caso tu selección, gane. Gales lo hizo, 0-2 a la floja Azerbaiyán, y después celebró el triunfo de Croacia ante Eslovaquia: si vence en casa a Hungría en la última jornada, irá a la Eurocopa 2020.

Fue una tarde tranquila para el madridista, al que Giggs aguantó en el campo 59 minutos. Llegados a ese punto, apercibido de suspensión, sin haber jugado desde hacía más de un mes (el 13 de octubre, en el Gales-Croacia en el que se lesionó) y ya con 0-2 arriba, le protegió en el banquillo y metió por él a Ramsey. Antes, lejos de su pico de forma, apenas había dejado dos vistosos desbordes, el primero culminado con un buen centro con la derecha que cabeceó sin premio Moore y el segundo, de un envío que se marchó directamente fuera.

No destacó el madridista, pero no lo necesitó su selección. Moore, gigante (1,96) faro del ataque galés, abrió el marcador en un córner en el 10': 0-1. Pudo ampliarlo en un mano a mano en el 31', aunque ahí su corpachón fue más hándicap que ventaja. Lo hizo en su lugar Wilson, en el 34', que recogió un balón en el área después de un chutazo del genial James que había golpeado en el larguero y en el poste: 0-2.

A la eliminada Azerbaiyán, que nunca estuvo en disposición de discutir el resultado, le perjudicó el famoso Aytekin, que obvió un penalti en el 40' por mano de Lockyer. Con todo, se fue al descanso con un 51%-49% en la posesión. Ese fue su mayor triunfo. Wilson, en el 57', pudo sentenciar, pero Balayerv le sacó una buena mano. No importó mucho porque Gales ya se podía ahorrar ese y cualquier otro gol para lo que le espera.