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GIRONA 1 - TENERIFE 0

Segundo triunfo seguido del Girona con Martí en el banquillo

Stuani dio el gol de la victoria. El equipo local sufrió en exceso. Se estrelló con la madera en la primera mitad. El Tenerife se quedó con 10 desde el 42'.

La mejor manera para que un equipo crezca es ganar partidos, pero al Girona de Martí aún le queda mucho camino que recorrer antes de ser un equipo temible. No lo fue ante un Tenerife que salió mejor al campo, pero que acusó (y mucho) dos errores individuales: la expulsión de Aitor Sanz y el penalti de Sipcic. Gracias a eso ganó el Girona.

La primera parte, salpicada de ocasiones, tuvo tramos de dominio de cada equipo. Borja disparó al palo en el 6’ en el primero de los tres remates a la madera, en una buena muestra de las llegadas de ambos equipos: un centro de Jairo y otro de Luis Milla también se estrellaron en el palo. Antes de todo ello el Tenerife fue mejor en el arranque, dominó la posesión y pisó tres cuartos de campo de manera asidua. Tuvo alguna ocasión, pero no generó un excesivo peligro. El Girona no conseguía encontrar a Stuani, le costaba más que a su rival salir de la presión y se encomendaba a Borja para que resolviera en alguna acción de calidad. Y lo hizo a medias: un pase magnífico a Stuani provocó la falta y expulsión de Aitor Sanz. El Tenerife jugó toda la segunda parte con diez.

Dos cambios realizó López Garai en el descanso con el ánimo de recomponer a su equipo tras la expulsión y por poco se le va al traste el invento en la primera jugada, pues Stuani falló una acción clara.

La ventaja numérica permitió al Girona vivir en campo contrario y asediar a Ortolá, pero combinó en exceso y el Tenerife se defendió bien. Sin embargo, el gol cayó de maduro. Un error de Sipcic (que derribó a Samu Sáiz dentro del área) le valió a Stuani para no fallar desde los once metros. A partir de ahí al Tenerife le costó tranquilamente 20 minutos salir de su campo, pero en el tramo final metieron el miedo en el cuerpo al Girona. Un remate de Moore, un rebote de Diamanká y varios córners hicieron peligrar la victoria local. Apretó tanto el Tenerife que descuidó las contras, y ni con innumerables ocasiones pudo el Girona cerrar el partido.