Correa reconcilia al Atlético
El argentino fue la apuesta de Simeone y cumplió con creces al dar una asistencia a Saúl y otra a Morata. El Athletic lleva cinco partidos sin ganar.
Era día de mirar a la grada antes de a los leones a los que el Atético iba a medirse en la hierba. Y antes de que el balón comenzara a rodar el estadio ya era un grito, Kokeee, tapando cualquier amago de pito. Un Kokeee ovacionado. Al Koke capitán, Koke escudo, Koke que agradece levantando la mano. El único pito que en ese momento se escucha en el Metropolitano es el del silbato del árbitro. El partido comienza y no le da tiempo a sudar cuando es otro rojiblanco el que alza el brazo, Jan Oblak, y menos mal. Iñigo Martínez lleva en la frente el goool en el primer córner que el Athletic lanza en el partido. Lo raspó el portero con las yemas de los dedos de su gachetobrazo para enviarlo fuera, el milagro de cada partido en el minuto dos. Los leones de la hierba habían salido con las uñas afiladas.
Muy vertical, con Williams como referencia arriba. Amenazaba con centros de Capa, con balones prefectos de Raúl García a Williams en los que Hermoso despejaba de cabeza jugándose el pellejo. El Atlético sólo era eso, filmando su película, Atrapado en el Metropolitano, día de la marmota infinito. La parada de Oblak ya había asomado. Ahora vendría el rato de masticar arena. El único juego del Atlético, era balones largos buscando a Morata. Y siempre encontraban al delantero en fuera de juego. Su compañero en la noche no era Costa sino Correa, movimiento del Cholo buscando los goles. Le salió perfecto.
Correa, tantas veces también cuestionado, tiene algo que decide partidos: clase, intención, destellos en medio del barrio. El gol fue de Saúl pero en cuanto el balón se estampó en la red, todos los compañeros corrieron a felicitar al argentino. La jugada fue suya. Cuerpeó a Unai Núñez en esa jugada tan suya, revolverse como quien baila un vals, controló y dentro del área, tras otro quiebro a toda la defensa del Athletic, sintió como Saúl venía por detrás, la pierna izquierda cargada. 210 días después se reencontró con el gol. Más de seis meses. Entre dudas y runrúnes también. Simeone ya tenía el partido en su mano. Un disparo a puerta, un gol. la efectividad siempre es el género que mejor le sale.
El Atleti había dejado atrás la arena y era tres toques y salida, transiciones rápidas. El Athletic amenazaba balón parado y ese viejo conocido al que el Metropolitano mira y le cuesta no aplaudir, Raúl García. Antes de que llegara el descanso, Oblak ya sumaba otra parada milagro en sus guantes y Koke le quitaba a Williams un gol de la bota con la puntera del pie. En el Metropolitano sólo se escuchaban aplausos.Antes de que llegara el descanso, Oblak ya sumaba otra parada milagro en sus guantes y Koke le quitaba a Williams un gol de la bota con la puntera del pie. En el Metropolitano sólo se escuchaban aplausos.
Más de Correa, gol de Morata
Tras el reposo Correa siguió poniéndole la música al partido y Morata la intención y las ocasiones, aunque se nublara al final. El partido de Lemar era para ponerle un marco, segundo seguido, enorme por dentro, con más pase que desborde. Esto también es cholismo: brotes verdes hasta en lo que parecía un erial.
Miró el Cholo atrás, en su banquillo, justo después de que Muniain sacara la lima para afilar al Athletic con una volea que se estampó en el lateral de la red. Lo que tardaron Herrera y Costa en entrar al partido Koke cocinó, Correa asistió y Morata sopló todas las nubes sobre sus botas. 2-0. Los dos últimos ya podían irse al banquillo. Garitano se quedaba sin lima, sin uñas y sin ideas.
Al partido aún le quedaba media hora, y el regreso de Vitolo, el 'sigue buscando' de un Costa rascando, buscando el gol, el pasar de los minutos para nada, otro clásico del Cholo, pero poco más pasó que un testarazo fuera de Saúl. El The End había sido esa foto. El abrazo de sus jugadores en el córner, Koke en el centro, Koke capitán, Koke escudo, Koke que agradece el aplauso de la grada levantando un dedo. Todos los leones domados. Y los demonios también. Y el Atleti colíder en este sábado sin Clásico y la boda de un grande de Cuéllar. Muy rojiblanco. Y de Koke.