El Espanyol, entre el naufragio y el hallazgo de un patrón
La vertiginosa segunda parte del Ferencvaros puede servir de faro a un Espanyol que disparó 21 veces, intentó 635 pases pero que no reacciona si no le pellizcan.
Pases y más pases en horizontal, la mayoría entre Naldo Gomes y Bernardo Espinosa, sin que el rival siquiera tuviera que ejercer una presión asfixiante para anular la salida de balón del Espanyol. La tesitura del primer tiempo ante el Ferencvaros, el jueves en el reestreno europeo del Espanyol, daba para desesperar. Máxime después de 11 partidos oficiales en los que la escuadra de David Gallego ha mostrado una timorata evolución. Pero la segunda parte al menos sirvió para atisbar una solución, un patrón que puede funcionar e incluso enganchar, aunque no de un día para otro. Y tiempo no le sobra al Espanyol, ni en LaLiga (con cuatro puntos de 12) ni en la Europa League tras sumar un punto en el debut.
Posicionalmente, en el primer tiempo el conjunto perico no solo incurrió en graves errores puntuales como el que le costó el gol de los magiares, sino en la situación demasiado atrasada de los pivotes, Marc Roca y Pol Lozano, lo que anulaba cualquier capacidad de progresar y de sorprender a un adversario asentado atrás, salvo en el desequilibrio de Matías Vargas, que se hartó de pedir balones al espacio hasta que los obtuvo. En la reanudación, se estiró el Espanyol, en el que Esteban Granero asumió galones, con Lozano cada vez más descarado, y que jugó generalmente con criterio y la profundidad que garantizan recambios como Adrià Pedrosa o como Jonathan Calleri, acaso el único delantero capaz de 'hacer' de Borja Iglesias, más allá del olfato de gol: movilidad en la frontal y capacidad para arrastrar a los centrales y de pivotar balones de peligro hacia otras incorporaciones al ataque.
La radiografía del partido, en virtud de ese segundo tiempo que puede servir de patrón por la velocidad con que circuló el balón, ya que el planteamiento en realidad no distó en demasiado del inicial, arroja un Espanyol en el que hasta ocho futbolistas (todos salvo Diego López y los centrales) estuvieron más tiempo en territorio del Ferencvaros que en campo propio. A resultas de ello, el conjunto perico remató en seis ocasiones a portería y 15 fuera, especialmente en un tramo final desatado, difícilmente ampliable a 90 minutos por el derroche físico que ello supondría.
Otro dato llamativo del encuentro del jueves fue la cantidad de pases y la precisión de los mismos. Hasta 635 intentó dar el Espanyol, de los que acertó 567, un 89 por ciento. Una exhibición de no ser porque muchos corresponden a esa suerte de partida de ping pong del primer tiempo entre los centrales.
Una vez más, no en vano, necesitó el Espanyol recibir un pellizco en forma de gol en contra para reaccionar y desplegar su mejor versión. En las previas europeas ya le había sucedido ante Stjarnan y Luzern, y en LaLiga venía de sucederle en Eibar, en los tres casos con victorias. Frente al Ferencvaros salió a medias. Y contra Sevilla y Granada, directamente, falló. La Real Sociedad planteará mañana una nueva oportunidad.