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PSG-REAL MADRID

El cisma entre Zidane y Bale comenzó contra el PSG

Zidane le dejó en el banquillo en los octavos de la Champions 2017-18 y molestó al galés. Sus posteriores desaires irritaron al técnico. La situación se ha reconducido tras el verano.

561 días después, el Madrid vuelve a enfrentarse al PSG. Su último duelo fue el 6 de marzo de 2018, cuando los blancos cerraron en París con 1-2 su paso a los cuartos de la Champions tras una eliminatoria imponente, con un exuberante Cristiano (tres goles) y un Marco Asensio diferencial. Pero aquellos octavos de final dejaron un cisma oficial en el vestuario madridista, el que protagonizaron Zidane y Bale. Fue el comienzo de un divorcio total que hoy parece reconducible.

El 14 de febrero de 2018, en la ida contra los parisinos, la noche más importante para aquel Madrid a la deriva en la Liga, Zidane dejó en el banquillo al galés. Bale ya había comenzado a perder su estatus a causa de sus repetidas lesiones (estuvo de baja por lesión 14 encuentros), pero ante el PSG en el Bernabéu se confirmó la ruptura entre técnico y jugador. La suplencia molestó a Bale, y la actitud de este irritó a Zizou. El de Cardiff fue captado por las cámaras bostezando en el banquillo. Después, con 1-1 en el marcador, estuvo lento a la hora de quitarse en chándal para entrar al campo. Y, finalmente, no atendió a la llamada de Ramos al final del partido para agradecer el apoyo a la afición. Se fue directamente al vestuario, con la mirada baja. Un desaire que repitió en la vuelta del Parque de los Príncipes, donde también fue suplente.

Desde entonces, se evidenció que algo se había roto entre Zidane y Bale. El galés comenzó a no disimular sus gestos de desconexión y la pérdida de confianza del entrenador en él era patente: cambios, suplencias… Su mala situación se evidenció en la Champions. Tras ser suplente en los dos partidos contra el PSG (acumuló sólo 36 minutos), no jugó ni un minuto en la ida de cuartos ante la Juve, fue sustituido en el descanso del partido de vuelta (señalado del 0-2 de la primera parte), no jugó en la ida de semifinales ante el Bayern, fue suplente en la vuelta (18’) y en la final frente al Liverpool volvió a comenzar al banquillo. El desenlace es conocido: salió en el 61’ por Isco y dio la decimotercera Champions al Real Madrid con una chilena y con un disparo que no supo despejar Karius. Dos goles que empujaron a Bale a lanzar un ultimátum tras el triunfo: "Necesito seguir jugando y eso no ha pasado esta temporada. Ahora necesito sentarme con mi representante este verano para tomar una decisión", dijo. La dimisión de Zidane unida a la salida de Cristiano le despejaron el camino y se quedó en el Madrid, pero no fue el líder que el madridismo reclamó.

El regreso del francés en marzo pareció encapotar de nuevo el cielo de Bale, pero ‘sobrevivió’ de nuevo. Pasó de denostado y tener pie y medio fuera del Madrid en verano ("Si se va mañana, mejor", exclamó después del primer partido de pretemporada, contra el Bayern) a ser necesario. Fue titular en los tres primeros partidos de la temporada (en el cuarto ante el Levante estaba sancionado), ha jugado el 94% de los minutos en los que ha estado disponible (255’ de 270’) y ha dejado huella: dos goles y una asistencia. Este miércoles, ante el PSG, vuelve a la Champions, donde con Zidane ha participado en 21 partidos (de 33 posibles, un 63,63%), 16 como titular y sólo seis completos (el 18,18%). En París volverá al once y dispondrá de una oportunidad para seguir cerrando heridas con su entrenador y la afición.