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¿QUÉ FUE DE OLI?

¿Qué fue de Oli? De contrastado goleador a los banquillos de 3ª

El delantero del Oviedo, el Betis y el Cádiz en los 90 trata ahora de relanzar su carrera como entrenador. Vive su segunda temporada en el Marino de Luanco.

Oli: de goleador consagrado a entrenador del Marino de Luanco.

Delantero decidido, un hombre que siempre encontraba en el área una vía directa al gol. Internacional con España en una ocasión. Y goleador en plazas de exigencia como Oviedo, Betis y Cádiz. Oliverio Jesús Álvarez (Oviedo, 1972), era conocido como Oli y por sus frecuentes citas con el gol en los año 90. Ahora, trata de relanzar su carrera de entrenador desde la Tercera División asturiana. Aunque esa estación podría estar llegando a su fin.

Oli encara su segunda campaña en el Marino de Luanco, humilde club asturiano que ha alternado temporadas en Tercera y Segunda B en los últimos años. Al frente del club luanquín, afronta los play-off de ascenso por el camino largo, el que exige superar a tres rivales para saborear el premio. Este año ha batido los récords de puntuación del club en Tercera pero se quedó a un solo gol del primer puesto. En su primera eliminatoria, ha logrado un valioso 0-0 en el campo del San Ignacio vasco.

Ídolo sobre el campo y bajo sospecha después en Oviedo (Oli capitaneaba la plantilla que en 2003 denunció los impagos que llevaron al club azul a Tercera por descenso administrativo); héroe sin paliativos en Cádiz; el asturiano intenta ahora dejar huella en una función diferente: desde los banquillos. Oli analiza para As las dos vertientes que le unen al mundo del fútbol.

¿Cómo ve la eliminatoria ante el San Ignacio?

Abierta. Ellos son un filial de calidad, con gente que se asocia bien y con velocidad, nos pondrán en problemas. Pero confío en el Marino. Nuestro rendimiento en casa es para confiar: en los dos últimos años solo hemos perdido en nuestro campo un partido, ante el Vetusta.

El 0-0 parece un resultado engañoso…

Sí, deja todo abierto. Pero confiamos en nuestra gente y en el rendimiento que estamos dando en casa. Además, contamos con gente veterana, acostumbrada a este tipo de partidos.

Oli celebra un gol en su etapa como jugador del Cádiz.
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Oli celebra un gol en su etapa como jugador del Cádiz.MARCOSDIARIO AS

¿Qué balance hace de estos dos años en Luanco?

Magnífico. Cuando me llamaron dudé mucho si venir a Asturias. Vivía en Cádiz, había entrenado a equipos de Andalucía (Cádiz, Marbella, Écija y Betis B) y sabía que de regresar a Asturias sería con un proyecto serio, como el que me presento Luis Gallego (presidente del Marino). El Marino es un equipo histórico de Asturias, un club familiar, pero serio, en el que todos hacemos de todo.

¿Muy diferente al fútbol de la élite?

Bueno, yo es que he jugado en todas las categorías. En Tercera con el Universitario, y en Segunda y Primera, después. Incluso a ser internacional con España. La Segunda B también la he conocido como entrenador. He tocado todos los palos.

¿Le toca hacer más que de entrenador en Luanco?

En el tema de fichajes, por ejemplo, todos echamos una mano. El presidente propone algunos fichajes, yo tengo mis elegidos también y hay gente en el club que ayuda desde la secretaría técnica. Es un trabajo coral. A mí lo que sí me gusta es hablar con el jugador directamente cuando se negocia con él. Ver qué intenciones tiene y así poder percibir si es válido para el Marino.

¿Cuándo vio que quería ser entrenador?

Pues muy pronto, más de lo que suele ser normal en un futbolista. Con 25 años, cuando estaba en el Betis, me saqué el título de entrenador juvenil. Con 27 años, en Oviedo, el nacional. Siempre me ha gustado el fútbol y tenía inquietud por cómo sería la vida en los banquillos.

Fue capitán y vivió momentos difíciles en algunos equipos. ¿Le ayuda esa experiencia a llevar ahora un vestuario?

Me gusta tratar a los jugadores como me trataban a mí. Ser capitán te da algunas responsabilidades. Me gusta que en los equipos a los que entreno se respeten algunos códigos de vestuario. Son cosas sagradas que el jugador tiene que entender. Y, si no, hacérselo entender. Trato de ser un entrenador empático y ponerme en el lugar del futbolista.

Tuvo buenos maestros. ¿Con quién se queda?

¡Uf! Eso es imposible. Como jugador he tenido muchos y muy buenos entrenadores. De perfiles muy diferentes, de Lillo a Aragonés, pasando por Irureta, Espárrago. Clemente… Es imposible quedarme con uno.

Pues elija cosas de cada uno.

Aragonés era todo carácter. Un entrenador diferente. Era un maestro en llevar el vestuario. Sabía cómo llegar al futbolista, cuándo hacer la broma, cómo usar la ironía… Y te imprimía un carácter ganador. Con Antic aprendí que es mejor tener un once fijo, que se recite de memoria. Creo en hacer cambios, no en las rotaciones. Eso te asegura resultados. También me marcó Espárrago en mi última etapa en el Cádiz. De él aprendí a tratar con los veteranos. Era un técnico cercano, que no marcaba las distancias, con mano izquierda. Se me ocurren muchos ejemplos más.

¿Y un entrenador que le guste del panorama actual?

A nivel europeo me encantan los equipos de Klopp. Llevan su sello. Ya lo hacía el Dortmund y ahora el Liverpool. Ves a su equipo y es solidario, con energía, siempre con buen ánimo… Justo lo que él refleja. Y siempre va a por los partidos.

La última: ¿Cómo se vive mejor como jugador o como entrenador?

¡Como jugador! Sin ninguna duda. Como técnico, aunque ganes, siempre te estás comiendo el tarro. Hay mucha más tensión. Como entrenador hay días que llegó a casa más cansado que cuando jugaba. Es más duro.