Tres años de 'caso Isco'
Desde que se fue Ancelotti, el malagueño ha vivido en una montaña rusa de juego, confianza del entrenador e incertidumbre sobre su futuro.
No corren buenos tipos tiempos para Isco, aunque en los últimos tres años esta ha sido una situación recurrente en la trayectoria de altibajos que el malagueño ha llevado desde que llegó al Real Madrid. Con Ancelotti, en sus dos primeras temporadas, vivió su mejor momento en el Real Madrid. Con el italiano fue el técnico con el que más minutos y con el que gozó más habitualmente de la titularidad. Con Benítez las cosas comenzaron a torcerse, con Zidane vivió en una montaña rusa y, tras el breve paso de su valedor Lopetegui, la situación ha vuelto a complicarse con Solari.
Los problemas de Isco comenzaron en la temporada 2015-2016. Con la llegada de Benítez perdió algo de protagonismo en el equipo, pero el cambio de entrenador en favor de Zidane inclinó más la cuesta abajo. Venía de jugar el 65% de los minutos con Ancelotti, pasó a disputar el 62% con Benítez y con el francés su participación menguó precipitadamente a menos del 50%... En la recta final de temporada, el binomio 'Isco y James' era un perenne trending topic en las redes sociales durante los partidos del Madrid, ya fuera por la ausencia de ambos en el once o por la apatía con la que jugaban cuando Zidane confiaba en ellos.
Protagonista del 'plan B'
Ese verano (2016) estuvo a punto de salir del Real Madrid. La decisión de Zidane de incorporar a Marco Asensio le amenazaba con mayor competencia aún. El club le puso en venta y estuvo cerca del Tottenham, pero acabó quedándose y siendo pieza fundamental del doblete Liga y Champions de la 2016-2017. En la política de rotaciones de Zidane, la unidad B emergió con fuerza y brillantez liderada por un Isco que cuajó actuaciones estelares como la de El Molinón ante el Sporting del Gijón.
Sin embargo, en la campaña 2017-2018 volvieron los claroscuros. La inquietud que había generado en el madridismo su no renovación (acababa contrato en junio de 2018) pronto se disipó: en septiembre renovó hasta 2022 con un blindaje de 700 millones de euros en su cláusula de rescisión. En el campo, le discutió la titularidad a Bale y se la ganó en muchos tramos de la temporada, ya fuese por las lesiones del galés o la misma abulia que ahora lo tiene en la picota. Pero sus apariciones, en cualquier caso, seguían siendo intermitentes y no ocultó su malestar. En marzo, después de hacerle un hat-trick a Argentina con España, mandó un recado a Zidane: "La Selección me da la vida, en el Madrid no tengo continuidad", dijo.
La esperanza de Lopetegui
En el banquillo de La Roja estaba entonces un Lopetegui que siempre le había otorgado plena confianza con España, tanto en la Sub-21 (juntos conquistaron el Europeo) como en la Absoluta. La llegada del de Asteasu al banquillo del Bernabéu pronosticaba el reflorecimiento de Isco en el Madrid. Una inoportuna apendicitis primero y la destitución del exseleccionador después han dado un nuevo vuelco al estatus del malagueño. Tras jugar los 90 minutos en el Clásico del Camp Nou (5-1, último partido de Lopetegui como técnico blanco), desde que Solari se hizo cargo del primer equipo, Isco solo ha jugado 78 minutos en tres partidos (ninguno de ellos como titular), otro lo vio completo desde el banquillo y anoche, en Roma, ni siquiera se vistió.
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