GRUPO G | RAPID 0-VILLARREAL 0
Villarreal: un líder angustiado
Volvió a pagar su falta de pegada en Viena y acabó pasando apuros ante un Rapid menor al que hizo un 5-0 hace días. Es primero de grupo, pero con poca ventaja.
La pegada está matando al Villarreal. Sus partidos son todos similares. La secuencia nunca falla: manda, llega, avasalla, perdona, duda, tiembla y al final lo paga. En Viena fue más de lo mismo, por lo que aunque manda en el Grupo G, ha logrado que sus tres perseguidores le soplen en la nuca. La clasificación a dieciseisavos sigue en cuarentena y el temblor de piernas aparece como nunca. Todos los goles que le hizo el Submarino al Rapid hace quince días (5-0) fueron los que pudo hacer esta vez y no logró. El empate, al descanso, pareció la mayor de las injusticias. Sin embargo, analizando el desplome posterior, no es precisamente para lamentarse.
El Villarreal fue un equipo tremendamente serio en el primer tiempo. El muerto pareció estar muy vivo. La defensa, salvo despistes aislados que no logra evitar, fue sólida y contundente. En medio campo, con una posición de mediocentro que creía olvidada, Cazorla dio por momentos otra alegría a la creación. En banda Pedraza fue un puñal. Y arriba, lo de siempre: Gerard hace todo bien menos definir. Los únicos que siguieron dejando dudas fueron Raba, Layún y Sansone, a los que la condena perpetua al banquillo les ha hecho olvidar su papel de revelación, fichaje rutilante y de goleador con los que se pavoneaban en verano. Con un ritmo alto y a base de continuas llegadas, Pedraza, Cáseres y Sansone pudieron marcar. El Rapid, equipo largo, separado y descoordinado donde los haya en la presión, también tuvo alguna ocasión merced a un par de jugadas aisladas bien resuelta por Andrés Fernández. Pero lo suyo fue más un aprovechamiento del error ajeno que fruto de la creación. Parece mentira que este Rapid tenga 32 ligas en sus vitrinas.
El Villarreal compareció con la caraja tras el descanso. Necesita victorias con urgencia. Por la clasificación. Pero también por la moral. Y con tanta intermitencia hace muy difícil la reacción. Funes Mori entró al campo por otro percance de Bonera (37 años) y la defensa, lejos de mejorar con más poderío y juventud, empeoró de mala manera. Pavlovic estuvo a punto de retratar a Víctor Ruiz. El balón fue demasiado tiempo del Rapid y el Villarreal comenzó a angustiarse. El careo entre ambos en La Cerámica parecía a esas alturas de ciencia ficción. Era un Submarino grisáceo. Kühbauer y Calleja menearon el árbol en busca de inspiración, pero no encontraron soluciones. Nadie fue capaz de deshacer el empate y de regalar un simple detalle. Entre otras cosas debido a que Rapid y Villarreal son la sombra de lo que un día fueron. El Villarreal la tuvo en el último minuto a bocajarro, pero su pegada es la que es.
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