El Huesca mete dos golazos para empatar y congelar San Mamés
El Athletic se durmió con un 2-0 y lo aprovecharon Miramón y Ávila con dos obras de arte. Antes, Susaeta y Yuri habían adelantado a los locales.
Un golazo de época de Chimy Ávila sacudió las entrañas de un Huesca que sigue siendo un equipo respondón en su humilde estreno entre los grandes. Controlar el balón como lo hizo el argentino, que se levante esa bola para añadir otro brochazo a la obra de arte y girarte sobre todo el cuerpo para empalmar y marcar a media altura solo está a la altura de los más grandes. Fue el empate, que sucedía a otro tanto lleno de virtuosismo de Miramón, entre un bosque de piernas. Los debutantes se atragantan en San Mamés. El Athletic de Berizzo nació en pretemporada con el objetivo incuestionable de divorciarse del cercano de Ziganda. Y lo va logrando centímetro a centímetro, pero hay algo que le mantiene en ese árbol genealógico: no sabe acularse, proteger el alimento de los tres puntos. Para empezar, tiene las mismas fases de juego plomizo que el grupo del año pasado y si con un 2-1 se esconde guardando el botín, siempre le viene el lobo. Falta encajar las piezas, andar sin contemplaciones en los despejes en la frontal del área cuando el choque languidece. Tras el 2-0, se evaporó y con el 2-1 no supo gestionar la moral que tenían los altoaragoneses.
El partido salió el paritorio como un hermano gemelo del amanecer de la temporada, una semana antes ante el Leganés: cierta efervescencia local de inicio, con suma intención, pero tras esa espuma, el pulso fue cayendo en la desidia. Carecía el conjunto de Berizzo de veneno para el adversario. El VAR quiso hacerse presente y en el minuto 7 se chequeó una jugada: Gallar tiró una diagonal a Longo, que marcó en posición de fuera de juego. Había cambios en el paisaje, como la presencia de Raúl García en el mediocentro, una posición casi olvidada desde los tiempos de Osasuna, junto con Dani García, y Muniain enredando por dentro. Y Williams volvió al cuadrante del nueve. En el otro lado había una propuesta distinta. El Huesca es un novato, sí, pero no se asusta ante un coliseo como San Mamés en donde entraría toda la población oscense.
Al Athletic le pesa aún el virus del Bielsismo, es decir, tiene catarro de estilo, cuesta coger la onda con este tipo de escuela. O lo sintonizas rápido o te puede llevar tiempo pillarlo. En tres cuartos de campo falta garbo y se pierden pases con enorme facilidad. Hay un central reconvertido desde la medular (Nolaskoain), un lateral llegado del PSG (Yuri), un bastión en medio (Dani García) que son novedades absolutas y tics en los que el Athletic debe invertir semanas y paciencia. Peru fue lo más saludable en el primer tiempo. Metió un balón preciso por un pasillo estrecho para la aparición de Yuri, que conectó una asistencia hacia el corazón del área pero no pudo llegar Williams. Y luego disparó valiente desde lejos para probar a Werner. Para cerrar el primer acto, el propio Iñaki se revolvió muy bien y se buscó la vida para girarse y disparar, pero el poste le negó de nuevo un gol liguero en casa, su asignatura pendiente. De todos modos, estuvo generoso a la hora de repartir juego. Dio dos pases para un 2-0 que parecían otorgar la sentencia en San Mamés, pero el Huesca profundizó en su vía osada y no sólo recortó distancias sino que el Cucho Hernández, enorme desparpajo y una termita moviéndose a las bandas, sacó un cabezazo desde las bombillas de San Mamés y obligó a Unai Simón a otra parada de crack, como en el debut. Williams acabó amado por la gente tras sus líos con los vídeos en fiestas con un segundo balón al poste. Fue el preámbulo de dos golazos del conjunto visitante, que remataron el empate. La tecla aún no suena afinada en Bilbao.