Con cantera pero sin '9'
Postolachi evitó los penaltis en el 91'. El PSG se puso 2-0 con goles de Nkunku y Diaby. Remontó el Atleti gracias a Mollejo y un autogol francés. Vietto y Gameiro, mal.
Del partido quedará el final. Esa juventud quemando su hierba. Las carreras en el 90’ como si este PSG-Atleti de verano acabara de comenzar. Los chicos del Cholo lo habían agarrado por la pechera para remontarlo, del 2-0 al 2-2. Los de Tuchel se resistieron después de haberla tenido, suya, la victoria. Postolachi la aferró en el añadido. Con un zurdazo a la escuadra que deshizo el empate y la posibilidad de los penaltis pero no ese velo sobre la hierba. De épica intensa y eléctrica, 22 chavales dejándose la piel. A Simeone, además, los suyos le habían dado lo que sus delanteros no, goles.
Porque fue una vez más desesperante, a ratos, cuando los que estaban sobre la hierba eran Gameiro y Vietto. Había saltado con ímpetu el PSG a esta Champions de verano. Sin Neymar, Mbappé ni Cavani pero con Di María, del avión casi al campo. Una falta sobre él dio lugar al primer disparo del partido. Repelió Adán con guantes de frontón y provocó la primera contra del Atlético, rapidísima, con la pizarra de Simeone dibujada perfecta sobre la hierba, ese rombo, con Rodrigo al centro, Carro y Thomas por delante y Correa, su última vez con el 11, desde ya será el 10, liberado a lo Griezmann. Tuvo el gol en la bota, tras una jugada en la que Gameiro mostró carácter y regate, pero lo erró. Sería la constante.
Dos jugadas más tarde, Gameiro se quedó el balón, tras recibir una pelota de Thomas que le dejaba solo, mano a mano con Trapp y su portería, gigante y vacía ante él. Lo inexplicable fue lo que pasó. Picó demasiado. Se fue alta. Sigue con la mirilla desviada, esta pretemporada puede contarlo.
La falta de tino le levantaría el pie al Atleti, volvería el PSG a intentar encerrarle en su área, ahora Di María, ahora Verratti. Nkunku rompería el cántaro. Aprovechó que Juanfran dejó un rechace en el punto de penalti y pateó a bocajarro sin que Adán pudiera hacer nada, salvo mirarlo. El PSG se ponía por delante.
La réplica de los del Cholo llegó al filo del descanso pero en los pies de Vietto, que es como la nada. Le dejó un balón Rodrigo en la línea de gol, perfecto: lo pateó manso, sacó Rimane. Heidi hubiera tenido más malicia. A él se lo impide el bloqueo. Singapur era Elche; julio, noviembre.
El descanso devolvió a otro PSG, los Di María, Lo Celso, Rabiot o Verratti se quedaban en la ducha. Le tocaba a los jóvenes. Rodrigo se echaba el Atleti a la espalda. No le pesa: todo lo hace fácil, todo lo hace bien. También Weah, lo suyo es genética. Su salida al campo fue fulgurante. La primera vez que pisó el área provocó una cesión de Montero que acabó en patada Chun-Li de Adán y casi penalti, la segunda, un despeje de puños del portero a un remate cruzado. Tuchel había quitado nombres para llenar el campo de hambre.
Simeone lo hizo un poco más tarde. Se iban Gameiro, Correa y Vietto contrariados, con los puños enrojecidos el último tras golpear la hierba por otra ocasión clara fallada, para dejar paso a Mollejo, Borja y las ganas. Apunten sus nombres: nada más pisar el campo vieron cómo Diaby, un diablo, aprovechaba una mala entrega de Toni Moya a Montero y la hacía gol, el 2-0, y lo convirtieron en épica.
Porque el Atleti de los chicos, de los jóvenes, se lanzó hacia la portería de Trapp como si mañana no existiera. Eran una máquina perfecta. Achicaba balones atrás Montero, portaba brazalete Carro en el centro y Mollejo hacía el gol. Once minutos le bastaron. Once minutos y dos disparos. El primero fuerte y al portero. El segundo, el rechace, colocado. Fue el gol. Gameiro y Vietto pueden tomar nota. Mollejo regresaba al centro besándose el escudo. Tiene 17 años y cuánto futuro. Como Borja. En el 85’ Bernede desvió un centro suyo a la red y era el 2-2, los chicos del Cholo rozaron la gesta. Lo impidió Postolachi con ese gol al final que no empañó la foto ni esa sensación: el Cholo no tuvo 9 pero le sobra cantera.