Los grandes señalados de la Selección: De Gea, Silva...
Antes de lo esperado y de forma dramática, España dijo adiós a Rusia 2018, un chasco sobre todo global pero que también se puede personificar
El fútbol, aunque a menudo se olvide por la vía del autoengaño, es desilusión: por lógica, se pierde más que se gana, se llora más que se celebra. En Rusia, a España, y ya ha vuelto a ser costumbre, le ha tocado decir adiós antes de lo esperado y de lo deseado. La Roja se va, pero queda la tristeza, las caras largas y varios reproches. El desastre es colectivo, pero algunas individualidades han podido pesar más que otras, ya sea por sus decisiones o por su rendimiento a lo largo del campeonato.
Rubiales
Ha sido uno de los grandes protagonistas de esta Copa del Mundo, con lo que eso supone viniendo de alguien que calza zapatos y no botas de tacos. Consideró el fichaje de Lopetegui por el Madrid algo parecido a un desafío y respondió con un órdago sin opción a réplica. Llevaba la mano, así que España pasó de un seleccionador que asumió con éxito y liderazgo una regeneración que se entendía dificilísima, clasificando con brillantez y sin conocer la derrota a España para el Mundial, a otro que había aterrizado en Rusia como directivo y cuya única experiencia en el banquillo había sido en el Oviedo. El resultado ha sido nefasto, como seguramente intuiría Saúl y como ha deslizado Koke tras la eliminación. Visto lo visto, y aunque no se haya arrepentido, para Rubiales vale eso que decían los clásicos de los goles en propia puerta, porque es lo que finalmente ha sido: él no quería.
De Gea
De Gea ha sido la gran apuesta de Hierro, que le ha mantenido contra viento y marea. Ha tenido categoría de reina en el tablero del seleccionador, que meneó sus piezas ante la anfitriona sacrificando, como si fueran peones reemplazables, a Carvajal, Iniesta y Thiago. El portero del United, que no le ha respondido, se lleva a Manchester un porcentaje que revela su rendimiento: el 91,6% de los tiros que le hicieron acabó dentro. Ni paró, ni transmitió seguridad, lo que le deja al seleccionador, el propio Hierro o el que esté por llegar, un debate al rojo vivo en la portería.
Piqué
A menos que se desdiga, Piqué ya ha jugado su último partido con España. El último recuerdo que deja está en las antípodas de lo que ha significado para la Selección, de la que ha sido indiscutible, siempre marcando el paso, campeón del Mundial 2010 y de la Eurocopa 2012. Además de ir en consonancia con el resto del equipo, muy lejos de su nivel real, ha dejado varios manchones impropios de él: la falta a Cristiano para el empate de Portugal, un caño de los que se hacen virales contra Irán y la mano del penalti del empate de Rusia el día de la eliminación.
Busquets
Mermado desde la previa del Mundial por una gastroenteritis, nada más iniciarse la participación de España se notó que no era el que fue, un centrocampista capaz de sujetar casi por sí solo un esquema. Ya camino de los 30, a menudo abandonado a su suerte, al punto de que pidió en rueda de prensa el refuerzo de Koke, ha cubierto menos campo de lo necesario, le ha costado mucho el repliegue y no ha oxigenado la salida del balón con su impecable y sencillo toque.
Silva
Uno de los misterios de este Mundial de sorpresas. La exigencia a Iniesta tapó su oscuridad, la de un jugador que había iluminado a la España de Lopetegui, en la que fue el que estuvo involucrado en más goles. Avanzará el tiempo y no se recordará un detalle de su aportación en Rusia, por donde ha pasado de puntillas, como si se le hubieran olvidado en casa el talento y la clase.
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