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REAL MADRID - LIVERPOOL

Michael Robinson: “¡Me dejé la Copa de Europa en Fiumicino!”

Michael Robinson recuerda cómo fue ese momento en el que la tanda de lanzamientos de penaltis le dio al Liverpool la Copa de Europa.

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Michael Robinson: “¡Me dejé la Copa de Europa en Fiumicino!”
ASTV

¿Dónde se quedaron en Roma para la final del 84?

En un Holliday Inn. Y no nos dejaron dormir con el ruido. Éramos como cristianos tirados a los leones.

Aquella fue la primera final que se dilucidó en penaltis...

En aquella pretemporada habíamos perdido algún torneo en los lanzamientos. Habíamos tirado como quince y marcado sólo cinco. Así que había psicosis...

¿No los ensayaron antes?

No porque en un entrenamiento no se puede simular el ambiente, el momento. De hecho, yo me sorprendí porque en el primer mes de entrenamientos no había disparado ni un balón a puerta (risas).

¿En serio?

Y se lo dije al segundo de Fagan. “No lo solemos hacer”, me dijo, “porque nuestro portero te va a desmoralizar”. Y era verdad, no había manera de meterle un gol a ese cabrón.

¿Tan bueno era Grobbelaar?

Como no me vieron contento Grobelaar accedió a que chutáramos un rato a puerta. Por cierto, que él nunca entrenaba como portero, en los partidillos se ponía de delantero centro…

¿Le metieron algún gol?

Pocos entraron. Era muy atlético y habilidoso. Nos pusimos en la media luna, desde fuera del área. ¡Y nos tomó el pelo! Los paraba a una mano, haciendo gestos… Nos chuleó, y te quitaba las ganas.

¿Volvemos a los penaltis?

Joe Fagan se acercó a nosotros con un pitillo puesto en la boca. “Os habéis portado bien. No habéis perdido”. Souness preguntó que quién tiraría los penaltis… y Fagan se fue con su pitillo en la boca: “Arregladlo vosotros”.

¿Y?

Souness era el líder y dijo de tirar uno. Phil Neal, que solía tirarlos y que había marcado en la final, dijo de lanzar otro… Y nadie más salía.

Sólo había dos lanzadores.

Bueno, Allan Kennedy, que no era precisamente el más virtuoso, se echó adelante. Y Souness le cortó: “¡Pero vamos a ver, que esto va en serio. Cómo vas a tirar tú un penalti!”.

¿Entonces?

Steve Nicol, que era un joven inconsciente lateral derecho, aunque jugó en la media ese día, también se apuntó. Dijo de tirar el primero para que no le diera tiempo a acojonarse más.

Ya hay tres…

Allan Kennedy insistía, y Souness en que no. Así que Ian Rush dijo de tirar otro. Y ya me arranqué yo para el quinto.

Ese Michael...

Pero Souness dijo: “No, Michael, si llegamos al sexto, a la muerte súbita, necesitamos un delantero para tirarlo”. Y al final Allan Kennedy se quedó con el quinto lanzamiento.

Y empezó la tanda.

Teníamos ubicado dónde estaban nuestras familias en la grada. No parábamos de mirar allí. Mi mujer estaría pensando: “Esto nos puede hundir para toda la vida”. Mi padre estaría pensando: “Mi hijo no va a poder salir de casa después de esto, la va a cagar”.

¿Y usted qué pensaba?

En el adosado en Mongolia que me iba a tener que comprar para desaparecer del mapa. Steve Nicol falló el primero. Créame, muchos nos alegramos un poco. Ya había alguien más que la había cagado (risas). Luego, Bruno Conti tiró al larguero… Y ahí empecé a acojonarme.

Peligro de tener que tirar...

El caso es que llegó el quinto para Allan Kennedy. Y de camino al punto de penalti se giró y levantó el pulgar. Mira, hubo quien se tapó los ojos. Cuando empezó la carrera yo decía: “¡Si se lo está telegrafiando a Tancredi!”.

Y era buen portero.

Pues había parado nueve penaltis esa temporada. Estudiaba a los lanzadores, pero claro, no había evidencia audiovisual de Kennedy tirando un penalti (risas). Tancredi acertó dónde lo lanzaba, pero el que no acertó fue Kennedy.

¿Por?

Le dio con el tobillo y entró por el otro palo. Y yo me quedé muy aliviado: no tenía que tirarlo y gané la Copa de Europa.

Un final feliz.

Margareth Thatcher, por problemas de violencia y eso, no había dejado viajar a nuestra afición. Jugamos contra 80.000 romanos. Y creo que Sauness fue el único capitán de un equipo ganador de la Copa de Europa al que no se le entregó el trofeo. Directamente lo arrancó de donde estaba situado y lo mostró a 80.000 culos. La gente se fue rápido. Dimos una vuelta de honor… ¡sólo ante la Prensa! Nos sentimos como un comando que se había introducido en las líneas enemigas para llevarse la Copa.

Vaya que si se la llevaron.

Dalglish y yo tuvimos que pasar el control antidoping. Cuando llegamos al autocar habían atado la Copa al salpicadero. Y nos dieron instrucciones para que nos pusiéramos debajo de las mesas de cartas que había entre los asientos. La pedrada al autobús fue monumental.

¿Cómo lo celebraron?

La fiesta no terminó nunca… Habíamos ganado el triplete. Nos iban dejando la copa por grupos. Primero los escoceses, luego los solteros, luego no sé qué. Y por último Chris (su mujer) y yo fuimos los encargados de llevarla del hotel al avión. Llegando a la puerta de embarque pasamos por un Duty Free y pensé: “Vamos a cogerle tabaco a mi madre”. Y ya dentro del avión le digo a Chris: “¿Y la Copa?”.

¡No estaba!

¡Me la dejaba en Fiumicino! Nunca en mi vida he realizado una carrera tan rápida como aquella para ir a por la Copa que, a Dios gracias, todavía seguía junto a la cajera. Imagínese haber llegado al aeropuerto John Lennon… sin nada.

¿En qué momento está el Liverpool ahora?

En el mejor en muchos años. Cuando ganamos la Copa de Europa contra el Milán fuimos también subcampeones de la ciudad porque quedamos por detrás del Everton, que fue cuarto y nosotros quintos. Yo creo que se ganaban muchos partidos, pero sin saber por qué. No había una patente de juego.

¿Con Benítez?

Se había perdido el passing game, el estilo Liverpool. Benítez era muy táctico, pero no tuvimos nuestra identidad. Klopp nos ha devuelto nuestro estilo de juego. Hay un fútbol made in Liverpool. Entiendo por qué hemos quedado terceros y somos finalistas.

¿Ha caído Klopp de pie?

Totalmente. Festejé mucho que en la crucial visita del Liverpool a Stamford Bridge él recriminara a Salah en la conferencia de Prensa que se había tirado para forzar un penalti. “No debe volver a hacerlo”, dijo. Y eso casa mucho con el Liverpool.

Entiendo.

Y creo que la de Kiev será una final con muchos goles. En este Liverpool el balón, en realidad, pasa poco por el centro del campo. Es un equipo muy ofensivo, pero sus ataques parten desde una zona un poco más retrasada. Los equipos normales defienden en un lugar determinado, y el Liverpool cinco metros más atrás. Porque para ellos la cuestión es dónde encuentran los espacios.

¿Por eso defiende más atrás, para atacar con más espacio?

Si jugásemos como el Barça sería una locura. Llegaríamos a la frontal y Salah, Mané y Firmino no tendrían dónde ir. Defender cinco metros más atrás es para alargarles el campo.

¿Le gusta cómo juega el Madrid de Zidane?

Es muy posible que tenga un plan y un estilo, pero yo no lo veo. La temporada pasada sí lo vi, era un equipo jugón y disfruté mucho viéndole. Y pensé que iba a marcar una época. Pienso en Klopp y será difícil para él tener un plan ante el Madrid. ¿Cómo entender cómo juega el Madrid si no lo entiende bien ni el propio Madrid? Eso sí, son un grupo de futbolistas superlativos. Y eso el Liverpool , aunque sí es un equipo, no lo tiene.

¿Es el Madrid favorito?

Es un ganador en serie de la Copa de Europa. Pero esta final la van a jugar dos equipos que han quedado terceros en sus ligas. No obedece a una lógica. Por tanto tampoco es lógico que el Madrid sea favorito. Ninguno de los dos equipos ha tenido regularidad.

¿Ve en Salah un crack de futuro?

Recuerdo cuando Ian Rush nos dejó y se fue a la Juve. Como delantero en el fútbol italiano es complicado. Laudrup jugaba en la Juve, en un fútbol muy conservador. Y no resultó. Es difícil recordar grandes delanteros en el fútbol italiano. Schillacchi, Rossi… Baggio era más centrocampista. No me extraña que Salah no prosperase en el Roma, ni en el Chelsea de Mourinho. Salah está haciendo una temporada irrepetible, pero si la campaña que viene rinde un 15% menos, será un fichaje de cojones. No es sólo un goleador, es muy futbolista.

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