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BAYERN 0-SEVILLA 0 (2-1)

Sevilla, un final con orgullo

El Sevilla se va de la Champions sin perder del Allianz. Compitió de tú a tú contra el Bayern, estrelló un balón en el palo a través de Correa (luego expulsado), pero no pasó del 0-0.

Sevilla, un final con orgullo
Simon HofmannGetty Images

Para el Sevilla nunca es suficiente, así que lo de Múnich no le dejará el mejor recuerdo posible. Fue fiel a su principio del nunca se rinde y, por momentos, preocupó a un gigante como el Bayern, algo oxidado y muy humano con vistas a semifinales. No fue, sin embargo, suficiente. Con problemas de gol toda la temporada, esta vez no sirvió de excusa Muriel porque la espada era Ben Yedder. El análisis en caliente también dejó echar la vista atrás hacia Sevilla y a la ausencia de Banega. Tal vez con el argentino y sin un calendario tan bravo que le juntó las visitas de Barça y Bayern en sábado y martes, la historia hubiera sido diferente. Sí, el Sevilla pasó el listón de los octavos por primera vez en 60 años. Pero se deja deberes para cuando regrese a la Champions. Tal vez estaba para un poquito más.

Nadie que conociera al Sevilla podría dudar de que competiría en Múnich. Aunque eso supusiese llevarse la primera amarilla (Mercado, 2’) o dar la primera patada (Nzonzi, 10’). Montella dispuso a sus jugadores de forma muy ortodoxa. Banega, qué importante su ausencia en la ida, se puso a los mandos. Navas tuvo una presencia permanente en el carril derecho y Escudero, puntual en sus apariciones por la izquierda. Una de ellas supuso uno de los mejores acercamientos del Sevilla en la primera parte. Ese y un penalti que pareció evidente de Boateng. El central nunca quiso apartar las manos de un disparo de Sarabia, pero Collum lo pasó por alto.

El Bayern suele ser un Allianz en el tsunami, pero su alineación pareció algo desvertebrada. También política. Heynckes la ha usado ya en algún partido pero Javi Martínez era el único sostén. James se ve obligado a jugar muy atrás para sus condiciones y Robben, Ribéry, Müller y Lewandowski son delanteros. Sin Thiago, en el banquillo, ni Vidal, lesionado, el desequilibrio se compensa cuando pueden correr. Soria hizo un paradón al francés y el holandés, como Hummels, asustaron en un par de zurdazos. El Sevilla se fue en una aparente situación de confort al descanso pero muy insuficiente. Pocas llegadas y 0-0.

El Sevilla dio un pasito más y salió en la segunda parte dispuesto a jugarse lo que le quedaba del uno por ciento del que había hablado Montella después del sorteo. Peleó por el balón, dejó la pierna fuerte y le dio un susto de muerte a Ulreich en un remate de Correa al larguero que hubiese dejado la eliminatoria al borde del milagro. Banega se acercó al gol también un minuto después. Fue cuando Heynckes entendió que el asunto no estaba para florituras y el normalmente salvaje Bayern en casa tuvo que plegarse al control. Salió Thiago y el Bayern, con un buen Javi Martínez, fue así más ordenado. El Sevilla puso corazón, representado con Navas, pero los cambios tampoco le dieron lo que más echa de menos: el gol. Volaó algún codo y alguna patada al final porque el Sevilla no había ido de paseo a Múnich. Quería más. Se va con el reconocimiento de haber estado entre los ocho mejores de Europa y con el respeto del fútbol. Pero con cuentas pendientes.

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