Paco Jémez y Las Palmas: de la ilusión a la desesperación
Ha acumulado declaraciones explosivas contra el equipo y los fichajes. Al técnico le quedan nueve jornadas para intentar la salvación.
Paco Jémez volvía a Las Palmas (donde nació, aunque se crió en Córdoba) de forma oficial el pasado 21 de diciembre de 2017, tras la negociación frustrada del club con el argentino Jorge Almirón. Después de su accidentado periplo en el Cruz Azul mexicano, Jémez fue sincero: “Tras casi un año sin ver a mi familia me apetece estar un mes con ella y si me esperan, encantado de ir. He visto materia prima para salir del descenso”. Se le esperó y el 26-D tomó el mando.
Llegó al aeropuerto con ropa de camuflaje, porque sabía que venía a la guerra: en su primer día de trabajo descartó a Rémy y a Tannane por “llegar tarde al primer entrenamiento” y por “hacer lo mismo en la cena”. “No tengo que darle explicaciones a nadie, salvo a mi presidente, que es mi jefe. Las Palmas era última con Rémy y Tannane; aquí nadie es imprescindible. Decidí por lo deportivo y por lo disciplinario y estoy contentísimo”.
Pronto se daría cuenta de que lo que había visto con anterioridad no tenía mucho que ver con lo que tenía en frente. A pesar de ello, se empezó dando muy buena imagen en Copa ante el Valencia en la ida (1-1) y lográndose la primera victoria en Liga ante los che (2-1), aunque cayó en la vuelta de Copa (4-0) y fue goleado por el Girona: nada menos que por 6-0.
En enero, Jémez detectó carencias y montó un equipo casi nuevo, con ocho salidas y otras tantas llegadas. En la lucha con el Levante, máximo rival por la permanencia, se logró alcanzarles en la tabla, pero los granotas volvieron a separarse seis puntos y el técnico estalló: “En Las Palmas he tenido al equipo que probablemente mejor jugó y éste, que es el que peor ha jugado de todos los que he tenido en mi carrera”. También fue claro con los refuerzos: “El 90% de los jugadores que han llegado ha contado con mi supervisión, salvo Emenike y Ezekiel. No sabía nada de los dos. En los delanteros no debíamos equivocarnos y hemos cometido una cagada”. De hecho, Jémez ha tirado del canterano Expósito ante la falta de dinamita.
Llegó con mucha ilusión y ganó cierta solidez defensiva, pero ahora asoma la desesperación por ver que su equipo quiere ganar los partidos, pero no puede. Como él mismo dice: “Lograr la permanencia sería histórico”. Tiene nueve encuentros para lograrlo...
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