La única manita rojiblanca en el Tartiere fue de la mano de Fernando Gomes

Pocas veces ha logrado ganar el Sporting en Oviedo a su eterno rival. Nada más que ocho en 33 visitas en competición oficial a la capital del Principado, por 17 victorias locales. Sin embargo, la más rotunda y sonora se produjo en un torneo veraniego que sirvió como debut para el sustituto de Quini, recién traspasado al Barça en esa misma pretemporada.

La marcha del mítico ‘Brujo’, dolorosa y polémica por el bajo precio de su traspaso para un ‘pichichi’ como él (80 millones de pesetas), quedó mitigada con la llegada estelar de Fernando Gomes. El portugués consiguió nada menos que cinco goles en su debut con la camiseta rojiblanca, frente al Oviedo en el viejo Carlos Tartiere. Fue la tarde-noche del 22 de agosto de 1980 en el cierre de un triangular que completó el Athletic y que sirvió, además, como despedida del uno de los históricos jugadores azules, Vicente.

Gomes llegó a Asturias con hambre de goles y empezó a saciarla frente al eterno rival. Al descanso de aquel partido ya había conseguido tres y sumó dos más en la segunda parte, en la que Jaime Serrano marcó para los oviedistas. Fueron noventa minutos inolvidables para él y para el disfrute de la afición sportinguista.

El legendario jugador del Oporto apenas hizo más en el Sporting en los dos años de su etapa en Gijón, donde formó una delantera de muchos quilates al lado de Enzo Ferrero. Pero un problema de adaptación y una lesión en el tendón de Aquiles, que le obligó a pasar por el quirófano, truncaron su carrera en el fútbol español.

Gomes regresó a Portugal y conquistó con el Oporto nada menos que en dos ocasiones la Bota de Oro, como máximo goleador europeo, y logró la Copa de Europa, la Copa Intercontinental y la Supercopa de Europa, además de ser en su carrera seis veces máximo goleador en su país.