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ITALIA | ARRIGO SACCHI

"Italia es un país antiguo y por eso es difícil cambiar su fútbol"

Sacchi, italiano y referencia en el fútbol mundial, analiza la causas del fracaso de la squadra azzurra al no clasificarse para el Mundial.

Arrigo Sacchi charló con AS.
Jacopo Raule

¿Vio la hecatombe italiana ante Suecia?

Sí, en mi casa. Solo.

¿Qué falló esa noche en la squadra azzurra?

Muchas cosas. Para mí Ventura debió poner a Insigne. Era el jugador más en forma y más determinante en estos momentos. Tampoco su sistema de juego ayudó demasiado. En realidad el suyo no es un 3-5-2, sino un 5-3-2. En Italia no hay ningún equipo que juegue con cinco atrás, ni siquiera el Milán que pone a tres centrales y los otros dos son carrileros. Esa defensa de cinco italiana es una invitación al pesimismo. Ventura conoce todos los sistemas de juego pero en ningún otro encajarían sus ideas.

Hace unos días en La Gazzetta se mostraba más optimista con él...

Ventura ha hecho cosas buenas. Ha convocado a muchos jugadores jóvenes, ha demostrado coraje, ha estado presionando por la búsqueda de la belleza, como sólo hacen los grandes. Ventura siempre ha sido un entrenador positivo. Simplemente tenía que hacer el mejor uso de los jugadores que le ofrece la Serie A. Y ahí lo de Insigne no admitía discusión.

Algunos jugadores también han sido fuertemente criticados.

El problema fue no usar a los jugadores en las posiciones que normalmente juegan en sus equipos. Incluso la forma de jugar, aunque no tan decisiva, debería ser la que se practica en los clubes. La selección es un reflejo de la Serie A.

Coincide este fracaso de la selección con una notable mejoría del campeonato italiano como espectáculo, ahora mismo el más goleador de Europa por delante de Premier, LaLiga, Bundesliga y Ligue1.

Así es. El fútbol ha cambiado en Italia y en todo el mundo. Y eso que Italia es un país antiguo y por eso es difícil cambiar su fútbol. Pero intentamos cambiar esa mentalidad, tratamos de jugar más al fútbol, de dar emoción a la gente, de dotarle de otros valores. El Nápoles de Sarri, por ejemplo. Juega muy bien. El año pasado fue tercero y eso en Italia es un desastre, porque en nuestro país la mentalidad no va más allá del primero. Al menos tiene una identidad, como ocurría con mi Milán. Yo llegué a entrenar al Milán porque había sido protagonista en el juego con dos equipos pequeños antes.

¿Es necesario cambiar la cultura futbolística de los italianos?

El problema es que en Italia los dirigentes no tienen cultura de fútbol y eso es una tragedia. Berlusconi sí tenía esta cultura de la belleza. Entendía el fútbol como un espectáculo. Es un caso aislado respecto al resto. Ahora mismo en Italia tenemos cinco o seis entrenadores que intentan tener una idea futbolística concreta y que intentan mejorar a sus jugadores. También hay otra cuestión: si el guión de una película no es bueno, no pasará a la historia ni con Robert de Niro.

En España el cambio de estilo fue clave.

España siempre había tenido una idea correcta, incluso antes de ser campeón, pero pensaba que a esa idea se llegaba a nivel individual, no colectivo. Cuando sumó el colectivo, empezó a triunfar. La forma de presionar sin balón es lo que le dio finalmente carácter competitivo. Antes eso no existía. Lo que era un culto por el fútbol como espectáculo deportivo se ha transformado por eso mismo pero además con opciones de victoria. Recuerdo un par de Trofeos Santiago Bernabéu que fuimos y ganamos bien al Real Madrid. No nos presionaban. Hasta Butragueño dijo que no nos invitaran más (risas).

Alemania imitó el modelo español y le ha ido bien, ¿cree que Italia puede también hacerlo?

No lo sé. Recuerdo que cuando era jefe de la cantera de Italia, estábamos viendo un partido de categorías inferiores contra Dinamarca y tenía a Costacurta a mi lado. Ellos trataban de practicar un fútbol total con jugadores francamente discretos. Costacurta me dijo: “Míster, están copiando ese modelo de juego en todos lados menos aquí en Italia”. Eso me hizo reflexionar. Creo que la televisión ha ayudado a esa globalización. También la prensa.

La prensa refleja el sentir de la gente, ¿no?

Claro, la prensa está cambiando porque la afición está cambiando. Un día, cuando era entrenador del Atlético, jugamos contra el Athletic en casa y nos plantaron un sistema ultradefensivo. Lo que se llama un autobús. Jugaron un gran partido en ese sentido. Al día siguiente, sin embargo, les molieron a críticas. En Italia jugando así y empatando, todo el mundo lo vería como un buen partido; ganando, por supuesto que sería un partido fantástico. En eso somos distintos.

En España hemos tenido el influjo de Cruyff.

Cruyff fue un jugador fenomenal al que yo pongo por detrás de los tres grandes. Como entrenador también resultó alguien positivo porque intentaba jugar bien. Eso sí, Capello lo mató esperando y jugando a la contra. Dio mucho al fútbol y ha dejado un gran legado, aunque para mí más como jugador que como entrenador. Michels o Kovacs. Esos fueron los revolucionarios, Cruyff conocía esos modelos.

Pero muchos han seguido su modelo, por ejemplo Guardiola.

Guardiola es un entrenador fantástico. Me dolió que la UEFA no le pusiera entre los diez técnicos que más han hecho evolucionar el fútbol desde 1950 hasta aquí. Lo bueno del fútbol es que no se para. En los últimos 40 años ha seguido evolucionando. Guardiola tiene una obsesión casi fanática, pero sólo así puede convencer a los jugadores y a sí mismo de lo que piensa. Es algo que no te deja dormir. A mí me pasó. He conocido personas importantes de muchos sectores y todas tienen pasión, amor y obsesión.

¿Y Zidane?

Ha sido una sorpresa fantástica. Ha hecho ganar al Real Madrid y además jugando bien. El Madrid es un equipo positivo. En la final de la Champions, por ejemplo, si se hubiera puesto a la altura del tacticismo de Allegri hubiera perdido. No se puso. Se dedicó a jugar. Y ganó. La diferencia entre los españoles y los italianos es que nosotros hubiéramos puesto un Varane o un Nacho para cubrir a Mandzukic, un jugador de 1,91 en la banda. Ustedes no. Zidane puso a Carvajal, mucho más pequeño, y por ahí ganó el partido. Tenía una confianza muy grande en lo que hacía. Y en la Juve al revés, jugaron con Barzagli de lateral y no pasó del medio del campo. Perdieron a un hombre. Jugaron 10 contra 11.

El más italiano de los equipos españoles es el Atlético de Simeone.

Es un equipo luchador, con pasión y carácter. Me emociona. Si fuera una orquesta, quizá la música no sería la mejor. Pero siempre funcionaría. Tiene mucho mérito lo que ha hecho.