La última frontera de Zidane: ganar al Barça en el Bernabéu
A Zizou, que ha ido superando exámenes con total naturalidad (tres títulos, récords y triunfos en partidos grandes), le queda llevarse el Clásico en casa.
75 partidos dan para muchísimo. El caso de Zidane es muy significativo al respecto: cumplió su sueño sólo con ser el elegido para el banquillo, ganó la Champions, levantó la Supercopa de Europa, conquistó el Mundial de Clubes y registró algún que otro récord histórico. No abundan los retos que le quedan por superar, si acaso un par o tres; como el de la Copa tiene que esperar, el próximo domingo se centrará en otro tan importante que realmente es doble: su primer triunfo en un Clásico en el Bernabéu, un encuentro en el que todavía no ha dirigido, consiguiendo tres puntos que le empujarían hasta su primera Liga.
Zizou, que asumió el cargo con el Madrid aterrizando de cabeza en otra crisis deportiva e institucional, demostró que el traje no le estaba grande casi antes de tener tiempo suficiente para ello. También acreditó bien pronto que en los grandes escenarios, lejos de sentir ese excesivo respeto que acaba conduciendo al miedo, se mueve con innata naturalidad. En esas citas, con actuaciones y resultados memorables de su equipo, ha ido forjando su propia historia, la de un entrenador con estrella.
Zidane y los altos vuelos
Del Camp Nou ha sacado un 1-2 y un 1-1, del Calderón salió con una exhibición primorosa en su primera y última aparición, el City no le encontró las fisuras en los dos duelos de semifinales (empate y triunfo), como el Dortmund en la última fase de grupos (dos tablas); en Japón no hubo sorpresas: nadie puedo apartarle de su camino hacia la cima del mundo; el infierno de San Paolo resultó menos ruidoso y temible a su paso, en San Mamés el rugido lo metieron los de blanco y, en los recientes cuartos, el Allianz, rememorando aquella noche de 2014 en la que figuró como escudero de Ancelotti, volvió a ser tomado, igual que el Bernabéu defendido en la vuelta. Son varias, no pocas, muestras de la suerte que ha corrido en estadios imponentes y en choques trascendentes el francés, al que únicamente se la ha resistido la victoria en el Pizjuán de todos los campos que visitó más de una vez.
Con el 1-2 en Alemania dio comienzo una ruta de 12 días con tres puertos fuera de categoría y una etapa intermedia. Mucha influencia de si a sus chicos les descolgaba o no una pájara la tendría ZZ. De momento, ha abandonado Múnich más que airoso, salvado lo de Gijón con más tajo de lo deseado y tumbado al gigante Bayern en casa. Sólo le queda encarar el toro del Clásico, su última frontera: ganar al Barça en el Bernabéu.