Pese a que dejaron de sumar dos puntos, el 0-0 fue uno de esos pocos empates que deja satisfecho a ambos equipos. Al Espanyol, porque mostró una evolución en su juego y suma cinco jornadas sin perder, aunque todavía no ha ganado esta temporada en Cornellà-El Prat. Y al Athletic, porque hizo lo que pudo con un equipo de circunstancias tras la Europa League y, ya se sabe, acumulaba 18 años sin ganar en sus visitas al rival perico. Ya van 19. Eso sí, y aunque a rachas hubo ocasiones, las tablas fueron de ley; es decir, pesadas, como el partido.
Se tiró toda la semana la plantilla del Espanyol repitiendo el mensaje de que el ejemplo a seguir eran los primeros 20 minutos ante el Eibar, con juego asociativo, y demostró que ése es su camino. De entrada, porque Quique situó a Jurado en el mediocentro por el lesionado Marc Roca. Y después, porque efectivamente persiguió la posesión renunciando al juego directo que mejores resultados le había dado en el primer tramo de Liga.
En proyectar esa idea también colaboró Valverde, repleto de cambios: nada menos que siete respecto al partido del jueves de Europa League ante el Genk, con novedades como la primera titularidad de Vesga. Un once experimental que, además de perder a Etxeita por una contusión en el 37’, no inquietó ni una vez a Diego López en todo el primer tiempo. Porque, por mucho debate estéril que haya sobre la magnificada posesión, no se trata simplemente de tener el balón sino de qué hacer con él. El Athletic lo perdía demasiado pronto y el Espanyol al menos buscaba con asiduidad a Arrizabalaga.
Y lo encontró, aunque con intermitencia. Primero, con un cabezazo alto de Baptistao. Y después, con un remate errático de Hernán tras escabullirse Jurado de toda la defensa. El propio paraguayo tuvo la más clara, en un contraataque (justo el día en que rehuían el juego vertical), aunque Trujillo Suárez decretó un inexistente fuera de juego. También Gerard y Piatti merodearon al meta del turno de noviembre.
De Aduriz, tras sus cinco goles del jueves, poco se supo en Cornellà. Hasta la hora de partido, cuando superó a los centrales tras un gran pase de Rico pero envió el balón demasiado alto. Para colmo, al minuto siguiente fue sustituido. Buscó Valverde más chispa con Raúl García y Muniain, y con Williams porfiando por la banda derecha en busca de un error perico.
Pero el Espanyol siguió adueñándose más de la situación, aunque sólo inquietando a arreones. Con la entrada de Caicedo acumuló delanteros y con la de Reyes, colgar balones. Como el de la última jugada del partido, en el 93’, cuando un centro del utrerano lo cabeceó Gerard Moreno a las manos de Arrizabalaga.