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366 HISTORIAS DEL FÚTBOL MUNDIAL | 9 DE OCTUBRE

'Gazza' estrella el autobús del equipo (1998)

'Gazza' estrella el autobús del equipo (1998)

Paul John Gascoigne fue un jugador excepcional, de esos que rara vez da el fútbol, y más rara vez aún el fútbol inglés. Empezó en el Newcastle como un genio precoz, pronto saltó al Tottenham y a la selección, en la que se convirtió en el gran ídolo nacional. Tenía tendencia al sobrepeso, pero disfrutaba de un regate elegante, perfecta visión para el pase, precisión de cirujano y buena llegada al gol. Era un genio del fútbol. Una lesión de rodilla, aún con veinticuatro años, le tuvo parado una temporada entera. Cuando se repuso se marchó al Lazio, de donde rebotó al cabo de tres temporadas al Glasgow Rangers. Luego tuvo una larga decadencia en el Middlesborough, el Everton y el Burnley, con un fugaz paso por el Gansu Tianma, de China.

Su afición a la bebida fue legendaria, como la de otros grandes del fútbol inglés, y tuvo mucho que ver con su acelerada decadencia. Gascoigne fue durante sus últimas temporadas carne de los tabloides ingleses por sus borracheras, sus peleas, sus detenciones (fue condenado por pegar a su mujer) y sus escapadas de las clínicas de desintoxicación.

Pero nunca llamó tanto la atención como el día en que, tras terminar un entrenamiento con el Middlesborough, en el campo de Hurwoth, avisó a sus compañeros de que se iba a una casa de apuestas, salió de la instalación y cogió el autobús del equipo, que estaba vacío y con las llaves puestas. Recorrió unos trescientos metros antes de estrellarlo contra un gran poste de hormigón, junto a una parada de autobús. Según unos testigos presenciales, tomó el hecho con humor. Asomó la cabeza por la ventanilla y gritó: «¿Alguien para Arlington?». Luego se bajó y se marchó andando. Tras él venía en una moto Brendan Greenwood, el desesperado conductor del autobús, un prodigio de última tecnología que el club estrenaba precisamente ese día: «Cuando vi lo que pasó estuve a punto de ponerme a llorar. ¡Si hubiese tenido a Gazza a mano lo hubiese estrangulado! », declaró luego Greenwood a The Sun. Los destrozos costaron unos veinticinco millones de pesetas.

Dos días después Gazza fue recogido en un pub de Dublín, tras haberse bebido dieciséis vodkas con Red Bull. A los tres días aparece borracho y llorando en la estación de Stevenage, tras lo que es ingresado dos semanas en una clínica de desintoxicación, al regreso de las cuales convoca una conferencia de prensa en la que se manifiesta decidido a corregirse. Bryan Robson, mánager del club, que se había enfurecido con él cuando destrozó el autobús, reclamó el apoyo de todos para el jugador, y se manifestó dispuesto a alinearle cuanto antes.

Pero todo fue inútil. Años después, Gascoigne confesaba en una entrevista: «Seré alcohólico toda mi vida. Es una enfermedad. ¿Sabes, cuando te levantas de la cama y no tienes un cigarrillo? Pues eso, pero cien veces peor». Había sido despedido de su primer trabajo como técnico, en el modestísimo Kettering Town, y detenido por pegar a un fotógrafo. Justo dos días antes había fallecido George Best, tras agotar tres hígados (véase el día 4 de diciembre).