BÉLGICA 3 - NORUEGA 2

Bélgica remonta ante Noruega pero sigue sin convencer

Nuevo despropósito defensivo de la selección de Wilmots ante la débil Noruega. Lukaku (gran nivel), Hazard y Ciman, los goleadores belgas.

No convence Bélgica. Noruega se presentaba como un rival propicio para acabar con la dinámica negativa que le persigue. Ganó, sí, pero sin ningún tipo de solvencia. La vulnerabilidad manifiesta que caracteriza a su sistema defensivo amenaza con descomponer a una selección que está llamada a brillar en la Eurocopa. Asusta en terreno ajeno, palidece en campo propio. 

De un plumazo quiso amainar el clima de titubeos que había dejado el amistoso contra Finlandia. Lukaku, imponente en cada una de sus acciones, abatió la resistencia noruega nada más empezar el encuentro aprovechando la nula contundencia de Svensson y las manos de barro de Nyland. Suma cuatro goles en los últimos cinco partidos de los diablos rojos y aterrizará en Francia en una condición magnífica. Otro asunto es el gobierno de la otra área.

Resulta alarmante la escasa estabilidad que ofrece, golpeada por una línea defensiva en fulgurante desarme, sin el liderazgo del lesionado Kompany y con jugadores cambiados de posición. Denayer y Jordan Lukaku, tal y como había anunciado Wilmots en la previa, se erigieron en laterales improvisados. No se advirtió ninguna mejoría. En ningún momento superaron la prueba. Berisha y Diomandé no tuvieron clemencia y penalizaron su falta de madurez competitiva una y otra vez. Vive la zaga belga en confusión permanente.

Bajo ese orden, Noruega jugó sin ataduras. Afrontó el partido con aire festivo y martilleó a la selección de Wilmots, desquiciada por errores propios. Un equívoco infantil de Nainggolan en la salida derivó en la jugada del empate. Johansen le quitó el balón al futbolista del Roma como a un niño y King no perdonó ante Courtois. Tiene otro dilema Bélgica en la medular. Ninguno de los tres centrocampistas (Witsel, Nainggolan y Fellaini) se distinguen por sus dotes en la elaboración del juego con el efecto que eso produce en la transición belga. El balón no llega con ligereza a la línea de mediapuntas.

El gol no frenó el ímpetu noruego. Vista la endeblez de los diablos rojos, fijó su discurso ofensivo enraizado en continuos balones a la espalda de la defensa. King hizo destrozos con sus desmarques entre los centrales y Berisha soltó a Jordan Lukaku, pero apareció Courtois con una mano salvadora. Aun así, el portero también es víctima de los desatinos de su zaga. Despoja cierta inseguridad en cada una de sus intervenciones. Una negligencia suya en una mala salida a balón parado casi acaba en la portería justo antes del descanso.

Error tras error, Noruega se creció y no puso freno a su ambición. Berisha volvió a anestesiar a Jordan Lukaku perfilándose hacia su pierna izquierda para ejecutar un latigazo ante la mirada del frágil armazón belga. Courtois ni se movió y arreciaron los pitos en Bruselas. Quedaba casi todo el segundo tiempo por delante para que Bélgica borrase el rastro de amargura de una posible derrota.

Se entregó al arrebato ofensivo sin más dilación. De Bruyne, desconectado casi todo el partido, reanimó el baile de la pelota. Por dentro y por fuera, desmontó el engranaje noruego a base de conducciones, pases interiores y centros con intención. Encontró la cabeza de Hazard, otro jugador que anda muy lejos de su nivel, en el 2-2 para estimular las ilusiones de remontada. No quedó ahí la réplica belga. La estrategia, elemento de mucho valor en el dividendo de los de Wilmots, selló una victoria sufrida y celebrada por todo lo alto. Ciman fue el héroe inesperado. La escenografía final, con un cuerpo técnico y plantilla desatados por el triunfo, pone el foco en el estado de desasosiego con el que llegará Bélgica a Francia.

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