Michael Robinson: “El Leicester inspira romanticismo”
El Leicester roza con la punta de los dedos el título. Un hecho histórico que ha activado un debate en Inglaterra sobre el nivel actual de esa liga.
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¿Cómo está viviendo la hazaña del Leicester?
—Mi padre, que es muy fan del Leicester, nunca imaginó que vería algo así. Ha tenido que cumplir los 92 años para que suceda. Y hasta hace muy poco, hasta el mes de febrero, su pensamiento y el mío propio era: “Bueno, al menos no va a descender”. Poco después él decía: “Oye, hasta podemos entrar en la Champions”. La noción de que se puede ganar realmente la Premier sólo surgió, para mí, después del empate ante el West Bromwich Albion del otro día. Desde ese momento, la gente ya se lo cree.
—Un sueño que se hace realidad...
—Es curioso, porque cuando empezó la temporada el título del Leicester se pagaba a 5.000 libras por cada libra apostada.
—¡Dígame que su padre apostó Michael, por favor!
—5.000 libras se pagaba, ya le digo, una cuota más alta de lo que se hubiera pagado por encontrar al Monstruo del lago Ness e incluso a Elvis con vida (risas). Al mismo tiempo, su descenso se pagaba sólo a cinco libras por euro apostado. Esa era la realidad del Leicester.
—¿Cómo ha reaccionado la gente en su país?
—Escucho, y no le quito la razón a quien lo dice, que el triunfo del Leicester demuestra el bajo nivel de la Premier. Es una lectura con la que no estoy necesariamente en desacuerdo...
—¿Es para tanto?
—Sin embargo, el peso del romanticismo sobre el hecho de que el Leicester gane la liga es para mí mucho mayor al cinismo o la crítica, no irreal, acerca de la importancia o el nivel de la Premier.
—¿Podría ser incluso una buena publicidad?
—Hay mucha gente que está siguiendo la Premier que no se hubiera acercado a ella de no tener el Leicester la posibilidad de ganarla… Claro.
—¡El mundo entero es del Leicester!
—Sí, sí, sí… Y yo que nací en Leicester, estoy incluso encantado de que nadie más volverá a decirme: ‘Oye, tú eres de Lei-ces-ter’ (pues se pronuncia leister). Todo esto es gracias a su equipo de fútbol.
—¿Qué tipo de ciudad es Leicester?
—Antaño tenía fábricas de medias y de zapatos. Y ahora tiene muchísima inmigración procedente de la India y de Pakistán, porque sigue teniendo fábricas. Curiosamente, saltó a la fama hace poco porque en un párking de varios pisos encontraron los restos del Rey Ricardo III. Se formó un gran revuelo...
—¿Y qué tipo de club es el Leicester?
—De allí han salido grandes jugadores, como Gordon Banks, el Chino. O Peter Shilton, que en los 80 y 90 era el portero de la Selección. Gary Lineker es también de allí y empezó jugando en el equipo de la ciudad. En cuanto a su marcha deportiva, yo siempre lo vi como un equipo ascensor.
—¿Qué recuerdos de la infancia tiene del equipo?
—Muy pocos. Era muy pequeño cuando mis padres se mudaron a Blackburn, al lado de Liverpool. Pero sí, fui desde allí varias veces con mi padre al viejo campo, a Filbert Street. No muchas, porque Inglaterra era más grande entonces, no había tanta autovía. Eran viajes interminables. Mi hijo sí que tiene más relación con esta ciudad, porque él jugaba al rugby con los juveniles del Leicester Tigers. A nivel deportivo, la gran gloria de la ciudad ha sido este equipo de rugby, de los mejores del hemisferio norte.
—¿Como Gales y su selección de rugby, mucho más exitosa que la de fútbol?
—Sí… No obstante, el equipo de fútbol siempre tuvo su cuota de afición. Yo qué sé, 20.000 fieles incondicionales que nunca pensaron que este sería su año.
—Aficionados irreductibles como su padre...
—El otro día vi un reportaje en la tele. Alguno de los que habían hecho esa apuesta de 5.000 libras de la que le hablaba, terminaron vendiéndola cuando empataron en casa ante el West Ham hace dos jornadas. Ni ellos creían aún que sería posible, porque eso coincidió con que el Tottenham recortó distancias y Vardy fue expulsado y sancionado por dos partidos.
—¿Y la gente vendió su apuesta tan cerca de la meta?
—El mundo entero estaba esperando el desplome del Leicester. Yo creo que ya lo tiene hecho. No se le escapa.
—¿Encuentra alguna explicación al milagro?
—El fútbol inglés nunca ha sido demasiado sutil en cuanto a la táctica. Recuerdo al United en la década de los 90 y a principios de este siglo dominando la Premier, pero con dificultades en Europa. ¿Por qué? Porque en Inglaterra los equipos nunca han sido astutos. Hacen el fútbol que le reclama su público, de mayor nobleza, de mayor empuje, de atacar cuanto antes y más rápido mejor…
—Un fútbol inglés.
—Y claro, Ranieri ha aplicado el viejo Catenaccio de los años 70 en Italia. Tenía un plan, digamos. Y supongo que es más fácil jugar así cuando tienes futbolistas obedientes y arriba, balas, gente muy rápida. Aún así yo pensaba que tarde o temprano los rivales le cogerían el aire y les esperarían atrás en vez de atacarles. Y sucedió así. Pero ganar y perder son dos hábitos, y la verdad es que cuando les ha tocado dominar también han jugado con excelencia. El equipo se lo ha creído.
—¿Había mimbres?
—Vardy estaba jugando en la Quinta División hace dos temporadas. Ha sido un gran descubrimiento. En la zaga tienen, por ejemplo, a West Morgan, que el otro día jugó su partido 600 como profesional, pero con sólo una temporada en Primera. También es la primera temporada en la Premier de Simpson, el lateral. Fuchs, el otro lateral, tenía algo de experiencia en Alemania, en el Schalke. Para la media cogieron a un chico de Francia, Kanté, que lo hace muy bien, y Drinkwater, que bueno, ha sido más bien un jornalero del fútbol. Tienen a Mahrez, que está jugando su segunda temporada en la Premier… Quiero decir con esta relación que no tienen jugadores con empaque. Incluso Claudio Ranieri nunca ha ganado una liga en ningún país.
—Es cierto.
—Hay quien piensa que su método, su manera de jugar, es un poco anticuada… Es un milagro que ganen la Premier, la verdad.
—¿Vio algún caso parecido en el mundo del fútbol?
—Lo que más se acerca en la historia reciente es el Súper Depor, aunque ese equipo acabó con Mauro Silva y Bebeto, dos campeones del mundo y futbolistas de calidad. Pero la estrella del Leicester, Vardy, tiene 31 años y un par de temporadas jugando en Primera.
—¿Tiene que ver algo en este milagro que el reparto del dinero de la tele sea más equitativo en Inglaterra?
—La temporada anterior el Leicester se salvó a última hora. Para hacerlo ficharon a Vardy. Si hubieran tenido pasta de verdad no le hubieran fichado a él, sino a otro más caro que habría rendido menos. También es cierto que ahora el Leicester es un club que tiene cierto dinero, porque está un tailandés detrás. Sin embargo, no han hecho grandes fichajes. Es más, creo que contrataron a Ranieri para no descender, para ser sólo un equipo difícil de ganar.
—¿Va a cambiar en algo el fútbol la hazaña del Leicester?
—Este año se está viendo que se puede ganar una liga sin tener el balón. Estoy en desacuerdo. Lo que están ganando sin balón es la Premier. Habrá que ver quién gana la Champions y la Eurocopa. Yo prefiero seguir con mi discurso, de esto me quedo con que gana por goleada el romanticismo que el Leicester ha ofrecido al mundo. Es algo que siento también para el Athletic, un club con más historia que el Leicester al que veo clasificarse para la Champions como los chicos del pueblo en un mundo globalizado. Y me encanta.
—¿De esa manera saben los triunfos mejor?
—Es política. Deciden jugar con desventaja. Posiblemente no ganemos nada, dicen, pero voy a competir con mis chicos de Euskadi. Me encanta, como el hecho de que un pequeño club pueda ganar la Premier. Inspirará a otros. Quiero ver la botella medio llena, casi rebosante, aunque entiendo a los que hablan del escaso nivel de la Premier. Me emocionan también las reacciones de los protagonistas, ver a ese Ranieri tan nervioso que llora de alegría.
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