Soberbio partido y soberbio gol del madridista, al que Huelva sacó a hombros. La nueva España invitó al optimismo. También marcaron Busquets y Pedro. Debutaron Callejón y Morata.
Hay futbolistas de arte a los que el público dota de tal solemnidad que no hay entrenador que pueda aguantarlos en el banquillo sin ponerse en peligro. Pasó con Butragueño hace treinta años, pasa ahora con Isco, jugador con salero y encanto que se le vino encima a Ancelotti de tal forma que fue más sencillo reorientarle que postergarle. Con ese poquito de siderurgia que le dio gas y acero acompañó su gusto con el del público y ahora va para que le declaren patrimonio nacional. Fue director general de la Selección entre el alborozo de Huelva, que se abrazó a él en el primer regate de la cuerda. Imaginen lo que ocurrió cuando puso después una pelota en la escuadra. Aquella obra de arte acabó con Bielorrusia, selección de poca monta, enterró el debate del compromiso y convenció a la hinchada de que hay porvenir, incluso viniendo de la juerga que venimos.