Café, Copa y Fútbol | Tomatito
“Estoy convencido de que el Madrid es el equipo de España”
Tomatito le da gloria a su guitarra en la puerta de Casa Juan y los dichosos que asisten al milagro se pellizcan para sentir que no están viviendo ningún sueño.
Noto en sus manos una extraña vibración, como si le bailara alguien bajo la piel.
—Eso es la alegría por la victoria del Real Madrid. ¡Qué difícil ha sido! Pero ya tenemos la Décima. ¡Olé! Es una sensación grandiosa aunque ha habido que esperar demasiado tiempo.
—Y si hubiera podido ver el partido habría sido el no va más.
—Sí, desde luego. No pude ver el partido porque estaba trabajando. Actuaba en el Festival de Jazz de Constanza, en Normandía. Me estaba muriendo de nervios en el camerino poco antes de salir al escenario. Y cuando me dicen que ha marcado el Atlético me entró un sofocón de miedo. ¡Qué mal rollo!
—Vaya estado para salir a tocar a un teatro.
—¡Uff!, tremendo. Todo el mundo me animaba restando importancia al asunto. ¡Pero no hay consuelo! En fin, me esperaba el público y había que subir. Estuve a punto de llevarme un transistor al escenario, pero bueno, la cosa salió bien a pesar de mi sofoco. Y eso que sabía que el Madrid no marcaba porque nadie decía ni mú.
—¿Cuándo se enteró de que el Real Madrid había ganado?
—Nada más terminar, noté mucho revuelo y uno de los técnicos me dijo que había ganado el Madrid ¡por 4 a 1! Luego, muchos franceses del Festival me felicitaron muy contentos por la victoria. Y al llegar al hotel aquello era ya una fiesta, como si todos fueran madridistas de repente. Entonces terminé de convencerme de que el Real Madrid es España y Europa entera.
—Desarrolle esa idea.
—El Madrid es el equipo de Europa porque tiene diez Copas y eso es lo más grande. Nadie le puede igualar. Pero, sobre todo, es el equipo de España. La política, en su peor versión, ha manipulado mucho el fútbol. Esto es un deporte, y es algo universal, como el flamenco. Así tiene que ser y no puede haber tanta hostilidad con el Madrid. Por eso me reafirmo en esa idea. Mira, a mí me caía simpático el Barça cuando era pequeño. Por Cataluña corre mucha sangre andaluza, que quede muy claro. Pero en cuanto empezaron con el politiqueo se me pasó la simpatía que sentía por ellos.
—¿Le tiraba el Barça?
—A nosotros nos gustan los artistas, y nos gustaban esos maravillosos jugadores que tenían, como Romario y Ronaldinho, por ejemplo. Pero luego lo que había a su alrededor empezó a olerme mal. Y yo quiero mucho a Barcelona, donde siempre me he sentido como en casa. Pero esas tonterías de la política me echan para atrás.
—¿Usted recuerda cuándo se hizo madridista?
—Yo creo que era del Real Madrid mucho antes de nacer. Lo sentía ya mientras flotaba en el vientre de mi madre.
—¿Qué le han dicho sus amigos y compañeros flamencos del Atlético?
—Están muy callados, pero te voy a decir una cosa: el Real Madrid y el Atlético son equipos hermanos y es normal que tengan sus bronquillas. Pero de niño me decían: dos hermanos se peleaban y el tonto se lo creía. Así que yo no me puedo enfadar, ni ellos tampoco. Al final somos todos hermanos.
—¿Le dijo una gitana que el Madrid ganaría?
—Sí, me dijo una gitana que el Madrid ganaría el triplete, bueno, a lo mejor escuché mal y se refería al doblete.
—¿Quién es el futbolista más flamenco?
—¡Hombre, está muy claro!: ¡Sergio Ramos es el más flamenco, y, además, canta muy bien! Esta Copa de Europa es suya, sin duda. Y luego, Cristiano, y también Bale, aunque éste me parece más heavy metal. Aquella internada por la banda en la final de Copa del Rey… yo no he visto nada igual.
—Lo que habría disfrutado su compadre Paco de Lucía con este fin de temporada.
—Desde luego, Paco llevaba al Madrid en el corazón. Le encantaba el fútbol y murió jugando al fútbol. ¡Seguro que desde algún sitio ha visto al Madrid ganar la Décima!
—¿Y Camarón de qué equipo era?
—También era muy madridista. Y hablaba mucho de fútbol, cuando hablaba.
—Tengo entendido que usted era un futbolista a tener en cuenta.
—No era malo, un delantero fino, pero me rompí el menisco en un partido y ya no volví a jugar. Ocurrió en el Vicente Calderón en un partido entre artistas y toreros, ¡hay que ver!
—¿Y José Mercé qué tal jugaba?
—José es un grande de los grandes, pero no jugando al fútbol. Tiene mucho corazón, pero con esas canillas no se puede llegar muy lejos en esto (ríe). Tengo una foto de él vestido de futbolista que parece el Tío Calambres.
—¿Qué futbolista le ha fascinado?
—Zidane era un mago, daba gloria verlo, una maravilla, qué cosas hacía. ¡Y el cabezazo que le dio al Materazzi ese! Me encantó, y le pudo hacer pedazos, pero le perdonó golpeándole apenas en el pecho. Me sorprendió mucho su reacción porque yo siempre le vi como un tipo amable, educado pero muy grave tuvo que ser lo que le dijo el italiano para que Zidane hiciera eso. Sacó su genio y le importaba un carajo que le echaran de una final de un Mundial.
—¿Los gitanos jugando al fútbol también tienen un pellizco especial?
—Por supuesto. Recuerdo un muchachito cuando jugábamos al fútbol de pequeños que era digno de ver, el arte que tenía. Hacía unas filigranas imposibles. Luego estaba un bailaor que jugaba en el Cádiz, Diego el de La Margara, que tenía un don especial para jugar al fútbol. Otros, que no eran gitanos, también lo parecían cuando jugaban al balón, como Mágico, por ejemplo, al que conocí junto al Camarón. ¡Lo que le gustaba la juerga a ese! Y le encantaba el flamenco. Los brasileños son de ese palo también. No se conforman con jugar correctamente, tienen que rizar el rizo, va en sus genes. Proceden de una escuela de artistas.
—¿El duende de un futbolista o el de un artista se entrena?
—El duende es asunto divino pero el artista de ley tiene que llevar su estructura. Dios te da un don, pero para triunfar hace falta algo más. Hay que estudiar, trabajar. Yo conocí a dos guitarristas, uno tenía mucha facilidad para tocar y el otro tenía menos talento. Pues bien, al final el primero se quedó en el camino y el segundo, que parecía menos dotado, alcanzó el éxito gracias a su esfuerzo.
—Usted le dijo una vez a su hijo: no te enrabietes si ves tocar a alguien mejor que tú.
—Hay que tener cabeza y alejarte de la enfermedad del ego. Algunos guitarristas tienen tendinitis en el cerebro de tanta ansiedad que les provoca el éxito de otros compañeros. En vez de aprender y fijarse en lo que hacen los buenos eligen el camino del tormento, y así les va.
—¿Le da gracias a Dios por haber tocado junto a Camarón?
—Eso no se compara con nada. Es lo mejor que me ha ocurrido en mi vida, después de mi familia y todo lo que quieras. He tocado para un genio, un ser irrepetible, el más grande de todos los tiempos. Y mira, hablando de los egos, cuando veníamos a Madrid el Camarón siempre me decía: vamos a casa de Enrique Morente a escucharle, a ver que está haciendo. Y El Camarón callaba mientras Morente cantaba, y claro, Morente alucinaba con aquello.
—¿Cómo era tocarle a Camarón?
—Recuerdo cuando era un crío, escuchar un cante que sacó Camarón con Paco de Lucía que se llamaba Canasteras, pues bien, cada vez que escuchaba ese tema yo lloraba. Mis primos se reían de mí y me ponían el tema adrede para verme llorar. Ahí me caló. Y luego, estar a su lado tocando fue muy fuerte. Muchas veces se me han saltado las lágrimas acompañándole. Hacía cosas de otro mundo.
—Es imposible borrarle de la memoria.
—Viene siempre conmigo, y Paco de Lucía también. Paco nos abrió las puertas del mundo. Voy a tocar a Estados Unidos, Australia o Japón gracias su trabajo. Antes hubo otros grandes, Niño Ricardo, Ramón Montoya, Sabicas…pero Paco era todos los genios juntos.
—El caso es que en poco tiempo se han ido los más grandes del flamenco. Primero, Camarón, después, Enrique Morente, ahora, Paco de Lucía.
—No sé qué vamos a hacer. Yo lo estoy llevando muy mal. Paco sacaba un disco y todos íbamos detrás, aprendiendo. Hizo a la guitarra bonita, nos enseñó acordes que no se usaban en el flamenco y qué decir de Morente, de su pasión, su curiosidad, su inmenso talento. Menos mal que nos queda José Mercé y algunos otros.
—Además ustedes han fascinado a genios universales. Usted ha tocado con B.B.King, George Benson, Michael Camilo…¿Cómo sienten el flamenco?
—Eso se lo debemos a Camarón y a Paco, sobre todo. La guitarra flamenca se ha puesto en vanguardia, a un nivel extraordinario. Que esos fenómenos mundiales se inspiren en el flamenco no es casualidad. Y aquí, en España, no se le da la relevancia que debería de tener. El flamenco es nuestra música, de las cosas más grandes que podemos exportar, y muchos no se enteran.
—¿En qué sitios de los que ha actuado ha sentido más sintonía con el público?
—A mí me ha emocionado siempre mucho el Palau de Barcelona. Un lugar extraordinario que abrió sus puertas al flamenco por primera vez llamando al Camarón, y a mí. Y fuera de España me gusta mucho Argentina, Buenos Aires.
—¿Qué le parece el himno del Madrid interpretado por José Mercé?
—José es lo más grande pero deberíamos elegir otro palo para ese himno. Tirarlo un poquito más para el flamenco.
—Le voy a enseñar una foto que me han enviado del Camarón con la camiseta del atleti. ¿Qué hacemos?
—A mí también me la han mandado. Mira (la enseña en su móvil), esto no puede ser. En fin, Camarón les perdonará desde el cielo porque no saben lo que hacen.