Café. Copa y fútbol | Anthony Blake
"La mente juega un papel fundamental en el fútbol"
El gran Anthony Blake, que recibió en 2004 el prestigioso premio Dunninger, lo demuestra según avanza nuestra charla en Casa Juan. La mente puede con todo, hasta con el fútbol.
Antes de nada, ¿nos podría impresionar con un juego mágico relacionado con el fútbol?
—Pues…, por ejemplo, piense en un partido que le gustaría ver en el que no jugaran ni Real Madrid ni Barça.
—Ya está.
—Dígamelo, sin miedo.
—Atlético de Madrid-Bayern Múnich.
—Muy bien. Ahora piense cuál sería el resultado del encuentro jugado en el Vicente Calderón.
(Pienso el resultado: 2-2. A la vez, Anthony Blake escribe algo en una hoja de papel, la dobla y me la acerca. Sin que nadie la toque ni la vea, ahí permanecerá durante toda la entrevista. Al final veremos si acierta).
—Señor Blake, ¿el mentalismo es la magia de la mente?
—Totalmente, espero que no me confundan ni me metan en el mismo saco de los señores esos tan raros que salen de madrugada en las teles recibiendo llamadas. Cada uno que se gane la vida como pueda, pero esa forma me parece bastante cutre. Hay que tener mucho estómago para actuar así ante la gente que suele estar desesperada cuando llama a esos programas.
—¿Y qué les dice a las personas que acuden a esos videntes?
—Pues que eso no tiene la más mínima base científica, nada. Yo, como mago, creo ilusiones en las que parece que leo el pensamiento pero nada es real. Yo no vivo de lo que hago, yo vivo de lo que tú ves.
—Para usted, que tiene esas poderosas facultades mentales, ¿ver los partidos de fútbol no le resulta muy aburrido sabiendo ya el resultado de antemano?
—(Ríe). A ver, en el último Mundial, el que ganó España, tenía preparado un número extraordinario pero hubo mucho barullo con los derechos que habían adquirido las cadenas. Algunas de ellas tuvieron que vender parte del paquete a otras, en fin, un lío y no pude mostrar el número. Tenía diseñado algo muy parecido a lo que hice cuando acerté el número de la lotería de Navidad: acertar quién iba a ganar el Mundial.
—¿Y acertó?
—Por supuesto, pero era una operación nada simple, muy compleja, de verdad, partido a partido. Era un viaje que iba evolucionando de un lugar a otro hasta llegar al final. Y eso es lo que quiero hacer para el Mundial de Brasil. Ya lo tengo todo preparado.
—¿Y usted no usa sus facultades para ganar pasta en las apuestas?
—(Vuelve a reír). Pues no…
—Claro, ahí está el truco, porque hay truco.
—¡Qué no hay truco!, ¡no hago trucos! El truco significa engaño, y yo no engaño. Desarrollo una técnica de estudio muy elaborada, pero no engaño. Son horas y horas de ensayo y estudio con cada número que hago.
—¿Y falla alguna vez?
—No me permito ese lujo. Sólo me ha ocurrido una vez, hace 28 años, nada más empezar en esta profesión. Fui demasiado caliente, no preparé como debí el número y me resbalé de lo lindo ante el público. La cantada fue mayúscula. Y a partir de ese día me dije que ¡nunca más!, ¡nunca más! haría algo que no estuviera bien ensayado y trabajado.
—¿Qué papel juega la mente en el mundo del fútbol?
—Todo, absolutamente todo. Tienes que saber adónde lanzar el balón, dónde estás en el campo. Tienes que adivinar las intenciones del rival. Eso es técnica, bien, pero el estado mental del futbolista para realizar esas acciones es fundamental. En Estados Unidos las casas de apuestas juegan con el conocimiento de si el quaterback de cualquier equipo de fútbol americano ha discutido previamente con su mujer, o no, o tiene otros problemas. El día que un jugador ha tenido un asunto personal serio no ha rendido igual en el campo. Eso quiere decir que su cabeza está en otro sitio.
—De ahí la importancia del papel del entrenador.
—Efectivamente, un entrenador no le va a enseñar a jugar a Cristiano Ronaldo, o a Messi, pero debe saber motivarles. Dotarle de esa fuerza de fe a la hora de salir al campo. La cabeza es fundamental y deberían entrenarla igual que entrenan su cuerpo. Es necesaria la figura de un especialista, yo me he ofrecido a jugar ese papel.
—¿A quién se ofreció?
—Me ofrecí el año pasado al Valladolid. Le dije a la directiva que me dejara un equipo, el peor que tuviera, de juveniles, daba igual, para que yo hablara con ellos y viéramos los resultados. Si yo te motivo positivamente y hago creer que tú puedes, puedes. Ocurre, sobre todo, en la medicina, entre un enfermo contento y un enfermo infeliz la diferencia de curación es tremenda.
—¿Usted podría influir, desde su casa o desde la tribuna de un estadio, en la mente de un futbolista para que jugara mejor o peor?
—Si he tenido un momento de charla con él en esa semana del partido, sí puedo influir. Si tengo la oportunidad de comerle el coco como yo sé, si le digo: “Voy a ir a verte y cada vez que cruces esa línea vas a tropezar”, te puedo asegurar que probablemente consiga que tropiece varias veces. Pero por un comecocos, nada más. Yo le he dejado un mensaje colocado en su mente y él solito provoca que ese mensaje se active.
—¿Qué método habría que utilizar, por ejemplo, para motivar a un delantero en mala racha, peleado con el gol?
—Le diría que pensara en qué le hace dudar en el último momento de cara al gol, de la capacidad que siempre ha tenido para marcar. ¿Qué ocurrió un día para quebrar sus cualidades para meter un gol? Y a partir del día en que se reencuentra con el gol comienza otra historia. Se acabó la maldición. Ahí tenéis a Benzema. Ha trabajado su mentalidad. Ha visualizado la forma de marcar gol y lo está haciendo.
—¿Y el torbellino en que se ha convertido Cristiano este año no tendrá también que ver con esa súper renovación millonaria con el Real Madrid?
—Yo no sé cuáles son las aspiraciones de Cristiano, supongo que tener su vida solucionada económicamente le debe tranquilizar. Su motivación es posible que tenga que ver con esa responsabilidad que él tiene para responder al equipo con todo ese dineral que gana. Pero al margen de eso, yo creo que cuando ves a ese señor en el campo compruebas que se lo está pasando fenomenal, que disfruta con el trabajo que está haciendo.
—¿Y qué le parece el papel de Florentino Pérez en la gestión deportiva del Madrid?
—Creo que se equivocó con Valdano y se equivocó con Mourinho. El portugués le hizo más daño que bien al Real Madrid por mucha gloria que lleve detrás. Creo que Mourinho descolocó mucho al Madrid y a los madridistas, entre otras cosas. El Madrid siempre ha sido el equipo más elegante de España, siempre reconoció el buen juego de sus rivales y eso de un tiempo a esta parte ha cambiado.
—Hablemos del Atlético de Madrid, ¿la larga sombra del Pupas que ha arrastrado influyó en su mal rendimiento?
—Influyó sobre todo el gran barullo que hubo en la directiva. La era de Jesús Gil le benefició poco a pesar de aquel doblete. Y luego, con Enrique Cerezo, hasta que no encontraron el gran motivador que tienen ahora, hasta la llegada del Cholo, fue un equipo triste. Además, el Atleti es muy de casa y con uno de casa en la dirección la gente se ha volcado más. Hay un Atlético posible campeón de Liga.
—¿Lo ve en su mente?
—Me lo estoy imaginando, de la misma manera que veo a un Barça (me van a cortar la cabeza en Barcelona) que va cayendo.
—¿Quién es el jugador con más fortaleza mental del Real Madrid?
—Creo que Xabi Alonso es un tipo que tiene la cabeza muy bien amueblada. Tiene una frialdad extraordinaria y necesaria para su papel de organizador. Es invisible fuera del campo, no hace ruido. Es uno de los futbolistas más serios que he conocido.
—¿Y fuera del fútbol?
—Sin duda, Nadal. Además, el tenis es un deporte que requiere mucho de ese poderío, es un deporte más intelectual. El fútbol es mucho más físico.
—¿En el deporte, en un momento crucial, el miedo a ganar puede aniquilar a un jugador?
—Sí, porque si en ese momento te aparece una sombra de duda de que puedas vencer a tu rival, sobre todo si sobre el papel tiene más categoría que tú, estás muerto. Por eso la inteligencia de Nadal y su fortaleza física se impone casi siempre a sus contrarios. Muchas veces esa ansiedad que te produce ir ganando a uno que se supone es mejor te hace morder el polvo.
—¿Cómo entrena los números que hace en el teatro?
—Cada uno de mis números tiene al menos 100 horas de trabajo. Es lo mínimo exigible para poder hacerlo sin riesgo delante del público. Si no, estás muerto.
—En su espectáculo no habla de política pero arremete contra la decisión de este gobierno de subir el IVA.
—Pues sí, porque nosotros estamos pagando un 21% de IVA, el fútbol, el 10%. Teniendo en cuenta que en mi teatro caben 150 personas y en el Bernabéu 85.000, me parece demencial y un agravio comparativo muy importante.
—Bien, si le parece le digo el resultado de ese Atlético-Bayern que me pidió al principio.
—Adelante.
—Un 2-2.
—Abra el papelito.
(Abrimos el papel y leemos). —¡2-2! ¿Será posible? Diga, ¿cómo lo ha hecho?
—Ese es mi secreto.
—Hombre, entre nosotros, ¿cómo lo ha acertado?
—Porque tienes cara de empate. Cara de equis.