Caballero se la dejó botando a Ricardo Costa

Bernd Schuster ató en corto a Ever Banega. Si no era Tissone era Duda, pero el argentino siempre tenía uno encima. Y ello limitó al Valencia y dio presencia al Málaga. Sin su cerebro, los de Djukic se movían por el área de Caballero solo por impulsos. Por las idas y venidas de Bernat, los arrebatos de Viera y los arrancadas de Fede. Pero, salvo un remate de cabeza de Rami tras saque de esquina, siempre lejos de la portería. Helder Postiga estaba y corría pero no aparecía. Se hacía hasta extraño pensar que los Angeleri, Chen o Antunes apenas llevan cuatro días juntos, porque cerraban filas como si llevaran toda la vida haciéndolo.

Como quiera que el Valencia tampoco se andaba con miramientos en defensa, con un Javi Fuego omnipresente, la velada fue táctica e intensa. De presión y con poco margen a la improvisación. Y de calor. A fin de cuentas prevaleció lo que ansían construir tanto Djukic como Schuster: a falta de nombres de antaño, equipo. Pero el gol se paga y es lo que uno y otro club más han vendido este verano. Y si el Valencia apenas inquitó a Caballero, tampoco el Málaga es que pusiera en aprietos a Diego Alves. Algún que otro disparo lejano de Morales y un remate con los ojos cerrados de Angeleri.

Era un partido llamado a decantarse por una genialidad o un error y lo fue por lo segundo. Willy Caballero falló a la salida de un córner y Ricardo Costa aprovechó el regalo. No solo no blocó el balón el guardameta sino que lo dejó muerto en el área. El central y nuevo capitán ché no perdonó. Ese gol dejó en nada el mucho trabajo táctico del Málaga y premió la perseveracia del Valencia, un equipo, el de Djukic, que supo defenderse en el tramo final para sumar sus tres primeros puntos del campeonato. Los de Schuster, todo sea dicho, tuvieron en la cabeza de Seba el empate... pero no llegó.