COPA CONFEDERACIONES | BRASIL 3 - JAPÓN 0

Neymar ilumina la inauguración

Tardó tres minutos en despejar dudas y marcar un golazo. Un Brasil industrioso liquidó a un Japón que ha perdido la alegría.

Neymar celebra su gol con BrasilVANDERLEI ALMEIDAAFP

Neymar sabía que el mundo le miraba y tardó tres minutos en responder al desafío. El golazo del flamante fichaje del Barcelona al inicio del partido fue toda una declaración de intenciones por parte de un chaval que a los 21 años viste la camiseta con el ‘10’ de Brasil. Su destello inicial fue lo mejor del partido inaugural de la Copa Confederaciones en el que un industrioso Brasil se deshizo por 3-0 de un Japón sin ninguna chispa. Si lo que ofrecieron ayer Brasil y Japón en la puesta de largo de la competición es un adelanto de lo que le espera al fútbol en un futuro inmediato, Neymar igual ha salido barato.

La timidez táctica que emplearon ambos entrenadores únicamente podía romperse gracias a la genialidad de un crack. En un partido en el que los brasileños parecieron italianos y los japoneses no parecieron nada, Neymar justificó el precio de la entrada con un golazo, un par de regates y poco más.

De hecho, en un partido de guante blanco acabó siendo retirado del terreno de juego por precaución. Igual cuando llegue a Europa alucinará en este aspecto. Neymar fue la única luz capaz de imponerse por encima de dos técnicos funcionariales. Scolari demostró que su libreto del 2002 sigue intacto: El Orden por encima de la alegría. El equipo no enamora, pero es tremendamente efectivo. No se les puede acusar de jugar mal, pero nadie que haya visto a Brasil antes del 86 reconocería esta manera de jugar. Neymar aparte.

Enfrente estaba Japón, un equipo tradicionalmente alocado, técnico y de buen gusto que Zaccheroni ha convertido en una correduría de seguros con horario de nueve a cinco. Hubo un tiempo en el que Japón era entrenado por técnicos brasileños. Ahora son italianos.

El encuentro duró unos tres minutos, que fue el tiempo que tardó Neymar en perforar la meta de Kawashima con un precioso disparo desde fuera del área. A partir de ahí, ya no hubo más partido que el que quisiera proponer Brasil. Los japoneses dejaron claro que la época de los kamikazes es agua pasada y decidieron perder como uno más en vez de buscar la posibilidad de caer con gloria. Brasil, por su parte, ante la invitación al armisticio de Zaccheroni, jugó a medio gas y los goles fueron cayendo por inercia. Al final, un 3-0 que quedó más bonito en el marcador que en el campo.

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