ATHLETIC 2 - BARCELONA 2

Messi, único argumento culé

El Barça empata en su despedida de San Mamés y aplaza el alirón. La salida del argentino cambia el nefasto partido culé. Ander Herrera hizo justicia en el último minuto.

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Messi se prepara para empatar el partidoEFE

El Barça ganará la Liga porque tiene a Messi, porque el Madrid ha hecho el borrico y por inercia. Ayer, en su despedida de San Mamés, el equipo blaugrana perpetró un partido impropio de un equipo que se está jugando una Liga, pero que le acerca al título y le deja a las puertas del éxito. De hecho, lo más adecuado sería hablar de dos partidos. Uno ocurrió mientras Messi estaba en el banquillo y fue un bodrio. El otro, aconteció cuando salió el argentino al campo. Media hora de Leo valió por todo el encuentro y por San Mamés. Lo que pasa, es que por mucho Messi que haya, la defensa del Barça es la madre de todas las madres y de eso se aprovechó Ander Herrera para marcar el gol que sellaba un más que justo empate a dos en el último minuto.

El Barça, por tanto, deberá de esperar una semana al menos para ser campeón. Hoy evidenció un magnífico resumen de su final de temporada. El equipo vive de Messi. Cuando no está el argentino es una cosa y cuando comparece, cambia el escenario en ambos bandos.

Mientras Messi estuvo en el banquillo y la responsabilidad de sacar el partido adelante recayó en gente como Fàbregas, Pedro, Alexis o Xavi, el equipo de Vilanova naufragó a lo grande. Ni posesiones largas, ni intensidad, ni disparos a puerta ni control.

En cambio, el Athletic ejecutó a la perfección su papel. Con el habitual marcaje al hombre en pressing, cada jugador bilbaíno le ganaba la partida a su par barcelonista. Cierto es que a los locales les faltaba frescura de ideas en los últimos metros. Eso era lo único que impedía que el Athletic inaugurara el marcador.

Pero tal cúmulo de despropósitos por parte del Barcelona no podía pasar inadvertida. Ni para un Athletic tan irregular como este. Pedro, que hizo un partido espantoso, perdió el balón en el centro del campo, Aduriz se rifó a Piqué y su centro-chut acabó siendo rematado por Susaeta en el segundo palo, esa zona inexistente para Jordi Alba.

Ninguno de los dos equipos supo aprovechar la circunstancia del gol. En el conjunto de Bielsa, faltó instinto asesino para aprovecharse de un Barça que estaba claramente groggy. En el cuadro blaugrana, únicamente Xavi buscaba cierta pausa mientras que Thiago era el único que arriesgaba. Bueno, Fàbregas también arriesgaba. Concretamente, a acabar con la paciencia del socio culé.

Estaba claro que el partido únicamente podía dar un giro con la presencia de Messi en el terreno de juego. Mucho tardó Vilanova en introducir al argentino, que salió al cuarto de hora de la segunda parte.

A partir de ese momento, el decorado cambió por completo. En la parte blaugrana, jugadores que no se movían empezaron a correr y en la parte del Athletic, jugadores que miraban a la portería rival, empezaron a apelotonarse delante de Iraizoz. Tal es el poder de intimidación de Messi.

Al minuto de estar en el campo, Leo ya había chutado, a los dos, había creado una ocasión y a los diez se invento un gol maravilloso en el que se rifó a toda la defensa vasca. El argumento de la obra había cambiado tanto que un minuto después, Messi asistió a Alexis que marcó el segundo. El partido había dado la vuelta como un calcetín y todo parecía controlado.

Pero el Athletic es mucho Athletic en San Mamés. Y más en una ocasión tan especial como la de ayer.. Nunca se dio por vencido el conjunto vasco, mientras que el Barça dejó de buscar a Messi e hizo lo peor que puede hacer: fiarse de su defensa, que esta temporada está hecha unos zorros.

Con la Liga al alcance de la mano, un mal rechace de Adriano y la enésima pésima cobertura de Alba en el segundo palo propiciaron el empate del Athletic. Que un equipo que quiere ser campeón encaje un gol en el descuento dice mucho de su estado de concentración. El gol del empate del Athletic llegó tan a última hora que ni Messi tuvo tiempo de arreglar el desaguisado. La inercia acabará por decantar campeón.

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