CELTA 2 - BARCELONA 2

Siesta del Barça en Balaídos

El equipo de Roura, con muchos suplentes, empezó perdiendo, consiguió remontar gracias a un gol de Tello, el mejor, y otro de Messi, pero Oubiña empató en el 87'.

Siesta del Barça en Balaídos
Santi Giménez
Nació en Barcelona en 1968. Estudió Ciencias de la Información y Filosofía. En 1988 entró a trabajar en la revista Barcelona Olímpica, en 1990 en el diario Las Noticias. Tras cerrar ambos medios se incorporó al Diario de Barcelona en 1990, que no cerró hasta 1994. En 1994 entró en SPORT. Se incorporó al Diario AS en 2010, donde es Subdirector.
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Seguramente, las rentas están para vivir de ellas. Para darse caprichos como el que se otorgó ayer el Barcelona en Vigo, donde llegó con la Liga medio ganada, con un equipo cansado y de circunstancias que no dio la talla, que vivió de la genialidad de Messi y del buen hacer de Tello y que se dejó empatar ante la ilusión y el buen hacer de un Celta que rema a contracorriente. La siesta del Barça en Balaídos acabó en empate y no fue peor porque a diferencia de sus compañeros, Leo y Cristian se bastaron para controlar la situación. Si hubiera sido por el resto del equipo, el Barça hubiera perdido por incomparecencia. Exhibieron tal molicie algunos jugadores barcelonistas que uno se plantea si se hubieran presentado en el campo de no haber mediado un auxiliar que les empujara a subir al autocar.

Con honrosas excepciones, lo de ayer en el Barça fue un monumento a la desgana, a la pereza. Una soberana declaración de que el partido sobraba. Y aún así, son tan buenos los de Roura, que estuvieron muy cerca de ganar el encuentro sin hacer nada. Un poco de Messi, un poco de Tello, un poco de estilo y un mucho de bajas en el rival casi le dan al Barça un triunfo que jamás se mereció.

En el otro lado, todo lo contrario. El Celta, diezmado por las bajas, sí que quería, pero no sabía cómo hacerlo. Su ilusión fue la mejor arma. A diferencia de los catalanes, los gallegos viven con el agua al cuello. No estaban para siestas y persistieron en el empeño. Obtuvieron su premio cuando nadie daba un duro por ellos. No se puede decir que jugaran bien, pero sí que se lo tomaron con más interés. Mientras el Barça afrontó el partido como una visita obligada, el Celta se esmeró como anfitrión.

En clave barcelonista, el partido se planteaba como un cásting de aptitud de cara al tramo final de la temporada. Jugaron los menos habituales y se esperaba de ellos un paso al frente para ganarse un sitio. O para, como mínimo, crear dudas en el entrenador. Ná de ná. Sólo Tello cumplió satisfactoriamente y se posiciona seriamente para jugar en París. Otros, como Fàbregas, Alexis o Thiago se hundieron en la mediocridad más absoluta. Los tres fueron sustituidos. Seguramente, el momento en el que se dirigieron a la banda trotando para salir del campo fue su mejor aportación a la causa. Por lo menos, salieron por el sitio correcto.

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Desde el principio del encuentro, el Barcelona jugó huérfano de ritmo. Entre que los que sabían estaban clapados y los que querían, no podían, el partido fue un puré de difícil digestión. Piqué, dotado de un sentido innato del espectáculo, trató de animarlo con una pifia que obligó a Pinto a lucirse. Mateu Lahoz, echando de menos su cuota de protagonismo, se tragó un penalti a Messi, lo que despertó a los contendientes. Insa, en una jugada de cine cómico del Barça, adelantó al Celta y Tello igualó antes del descanso tras un magistral pase de Messi.

Cuando Leo marcó su decimoctavo gol consecutivo (una vuelta marcando) parecía que la cosa estaba clarita. Pero el Barça volvió a la siesta y el Celta a creer en sus posibilidades. Y tocó bingo con el empate de Oubiña.

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