Martins voltea al Valencia

El de ayer fue un derbi de los que hacen afición. Del Levante, claro está. Martins fusiló a Guaita y dejó tocado el ánimo del Valencia, un equipo que en la semana en que parecía que despertaba echó por el retrete la fe de los suyos. Oficio, concentración, esfuerzo, frescura, hambre e ideas claras. De todo ello tuvo el Levante, de casi todo adoleció el Valencia.

Como ejemplo de exaltación de virtudes y compendió de despropósitos el gol del nigeriano. De manual para unos, de patio de colegio para otros. Lo que era un córner a favor del Valencia lo convirtió Munúa en un contragolpe mortal con un saque en largo buscando a Martins. ¿Quién iba a pensar que el Levante jugaría a eso? Pregunta con ironía. No hicieron bien la cobertura ni Tino Costa (que no estaba pegado a Martins como debía) ni Joao Pereira (que tenía que estar a menos metros por si fallaba su compañero) y Guaita dudó lo suficiente en la salida como para que el 'volteretas' hiciera enloquecer a la parroquia de Orriols. Para más inri del Valencia llovía sobre mojado. Arizmendi le marcó un gol parecido hace apenas dos semanas en Mallorca.

Martins demostró ayer a todo el levantinismo que valió la pena esperarle. Lo suyo más que un fichaje fue un parto y el niño ha llegado con un pan debajo del brazo. No va de estrella y ayer corrió como cualquiera. De momento en Orriols sale a gol por partido. Con su acierto y el carácter competitivo del vestuario de Juan Ignacio la permanencia el Levante la debería sentenciar en casa y fuera dirá si aspira a algo más.

Un antes y un después. Al Valencia no le sirve de consuelo haber jugado posiblemente los mejores 15 minutos de la era Pellegrino. En verdad lo hicieron. Hasta el gol de Martins (21') a nadie de los presentes le hubiera sorprendido que el marcador hubiese reflejado un 0-2 o un 0-3. Fueron minutos en los que Gago levantaba la cabeza y veía como Viera o Guardado se ofrecían y desmarcaban. Sólo le faltó definición. Munúa fue un molino y Jonas Don Quijote y Soldado estaba más pendiente de las provocaciones de Ballesteros que de su trabajo.

Pero el gol de Martins reseteó el partido. Juan Ignacio empezó a tenerlo donde quería y a Pellegrino se le iba por momentos. Diop e Iborra amasaron el cemento y Juanfran, Navarro, Ballesteros y Pedro López pusieron los ladrillos al muro de Munúa. La pelota para el Valencia, sí, pero como quien tiene un envoltorio sin caramelo. Hasta en los cambios le ganó la partida el técnico valenciano a su homólogo argentino. Míchel y Pedro Ríos dieron más frescura y profundidad que Parejo y Valdez. De hecho si no es por Guaita, la 'tocata' granota hubiera sido de aúpa. Mejor dicho, más de lo que fue.