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Liga BBVA | 11ª jornada | La Liga al microscopio

El carrusel

El Levante despertó de su sueño al caer contra Osasuna en Pamplona. La derrota abrió las puertas del liderato al Madrid, cuyo ejercicio de sufi ciencia en el primer tiempo de Anoeta acabó en angustia por lo escueto del 0-1 final. El Barça y Messi se desquitaron frente al Mallorca. La Liga se enfila y aparecen los grandes.

El carrusel
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EL PERSONAJE: ADRIÁN; Casa Pantona y la ventana de Adrián

Manzano necesitaba aliados en el juicio al que la afición atlética le sometió anoche en el Calderón. Encontró a ese valiente en el más humilde de sus futbolistas: Adrián. Todo lo que rodea al asturiano está lejos del hechizo de los grandes delanteros. No es una estrella, pero golea de forma selectiva. Lo hizo en el Europeo Sub-21, el pasado verano. Y repitió ayer, el día en que debía hacerlo. El Neñu, como le llamaban en San Martín de Taverga —su pueblo—, soñó siempre con momentos así. Su ídolo era Ronaldo y perfeccionaba la técnica rematando hacia la ventana de Casa Pantona, el restaurante familiar. Su madre se enfadaba entonces con él por hacerlo, pero hoy seguro que estará orgullosa. Como Manzano. Sobre todo como él...

LOS RANGOS SE MARCAN CON TIZA EN EL FÚTBOL

Hay que ser fuerte a nivel mental para aguantar los vaivenes del fútbol. Los rangos se marcan con tiza. Un día estás en lo más alto; al siguiente no existes. Y viceversa. Algo de eso le ha ocurrido a Apoño. Indiscutible en las últimas temporadas y también en el arranque liguero en el Pizjuán, su enfado por el cambio en aquel debut llevó a Pellegrini a castigarlo de forma indefinida. Dos meses ha pasado el malagueño fuera de las convocatorias. Dos meses de dura ausencia que llegaron a su fin la semana pasada. Y ayer, en un momento crítico para el equipo, tomó la responsabilidad de lanzar un penalti y lo marcó. El marginado volvía a ser coronel. Como tantas veces ocurre en este deporte.

LA PRESIÓN POLÍTICA DE SER EL 'NUEVO ZIDANE'

Emery ha recuperado para la causa al franco-argelino Feghouli. Su doblete ante el Getafe evocó al jugador talentoso que brilló en el Grenoble. Quizá su acoplamiento ha costado porque sin quererlo se convirtió en un arma política entre franceses y argelinos. Hace unos años jugó con la selección gala Sub-19 y Sub-21 y Domenech le convocó para un amistoso ante Uruguay. No jugó, pero levantó una gran polvareda entre los argelinos, que no querían otro caso Zidane. Los esfuerzos por convencerle han tenido su fruto. El mediapunta fue convocado por Argelia la semana pasada para los partidos ante Camerún y Túnez y esa tranquilidad se plasma en el campo. Como ante el Getafe.

LA MUTACIÓN LLEGA AHORA A DI MARÍA

Debe ser verdad aquello de que Mourinho es un gran gestor de vestuarios. Sin valorar mayores méritos, lo que ha hecho con Benzemá y Kaká está al alcance de muy pocos. Les ha esperado lo que ningún otro, ha confiado en ellos como nadie, ha sabido encontrar sus virtudes en medio de penumbras. Pues bien, su gran reto ahora es transformar a Di María. Y lo está logrando. El argentino llegó a Madrid como un extremo rápido, habilidoso y desequilibrante. Buen bagaje, pero insuficiente en un club de tanta exigencia y en el que cada partido es una final. El técnico portugués se lo hizo saber. Le pidió más en defensa, le obligó a que soltara antes la pelota, le propuso que participara más y no se aislara en la banda. En realidad, le hizo mejorar su toma de decisiones. Y eso es mucho. El Fideo ahora combina, regatea, centra, pasa, marca. Es otro. De hecho, lleva siete asistencias y un gol. Quien antes era cautivo del individualismo se ha convertido en el adalid de la generosidad. Mérito suyo, mutación de Mourinho. Otra.

CUENCA: EL CAMINO A LA ÉLITE NO TIENE UN MAPA

El camino más rápido entre dos puntos no tiene por qué ser la línea recta. No en el fútbol. Que se lo digan a Cuenca, el extremo del Barça que se estrenó como goleador ante el Mallorca. El canterano ha tenido una trayectoria tortuosa desde que llegara a La Masía. No fue el típico jugador que despunta desde joven —internacional en todas las categorías— y va subiendo escalones mientras se le espera con ahínco en el primer equipo. Como a Thiago. O Deulofeu. A Cuenca le descartaron varias veces desde los 12 años. Buscó cobijo como cadete en el Reus, como juvenil en la Damm, como senior en el Sabadell. Salidas. Repescas. Todo un tobogán que hacía difícil presagiar que un día contaría para Guardiola. Pero así es. Y, por infrecuente, le toca aprovecharlo. Merecidísimo lo tiene.

LA EPIDEMIA AMARILLA ABRE NUEVOS RUMBOS

El sábado fueron Cani, Marco Ruben, Senna y Camuñas. Con más o menos gravedad, pero los cuatro resultaron lesionados. Como entre semana Rossi. Y como antes Nilmar. Uno se pone en la piel de Llaneza, director deportivo del Villarreal, y le entra vértigo. Verano tras verano cuadra una plantilla competitiva entre considerables ajustes económicos. Un éxito. Pero lo que nunca esperó es que de su obra fueran cayendo futbolistas como hojas secas. Para estas plagas de lesiones no hay previsión, pero sí debe haber respuesta. Y cuanto antes. La del Villarreal se llama Joselu y puede pasar de ser delantero del filial a titular en la Champions ante el City. Cosas del destino.

AUTOMATISMOS QUE PRINGAN EL FÚTBOL

Álvaro Cejudo fue expulsado ante el Levante a falta de media hora por una doble amarilla que seguro que enfadó a Mendilibar. Y al resto de osasunistas. Y es que la primera de las dos cartulinas se la ganó por quitarse la camiseta tras su gol. Un tema manido y sin aparente solución, pues no es fácil adivinar qué pasa por la cabeza de un futbolista para despojarse la zamarra como síntoma de alegría. Ya no es en la final del Mundial. Ni en un partido de Champions. Ahora se ejecuta en cualquier choque, muchas veces sin mensaje por debajo, únicamente como un inexplicable automatismo. Ni gusta a los clásicos ni beneficia a su equipo. Es más, como ayer, le perjudica. ¿Entonces?

EL 'EFECTO SILVA' HACE VARIAR LA FILOSOFÍA

Cuentan que con 13 años el Madrid descartó a Silva por "pequeño". Igual que poco después el Barça a Jordi Alba. Un mal extendido en nuestra cantera y que no tiene justificación alguna: los pequeños juegan al fútbol igual de bien que los grandes. El mejor ejemplo ha sido el éxito de la Selección, que ha servido incluso para variar esta filosofía. Uno de esos jugadores de toque y poco físico, el bético Pozuelo, debutó ayer como titular en Santander. Ya despuntó como alevín en Brunete, en 2003, y su paso por el fútbol base del Betis se caracterizó siempre por su endeble físico. Pese a ello, el Betis confió en él. Y ayer, con su 1'70, Pozuelo demostró el porqué: juega muy bien al fútbol.