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LIGA BBVA | ATLÉTICO 0-SEVILLA 0

Atlético y Sevilla se quedan sin premio

Madrileños y andaluces empatan en el Vicente Calderón en un buen partido en el que solo faltaron los goles. Destacadas actuaciones de Courtois y de Javi Varas en ambas porterías.

CARLOS IZQUIERDO
Atlético y Sevilla se quedan sin premio
CARLOS MARTÍNEZ

Un revolcón en Barcelona y una pifia europea después volvía el Atlético al Vicente Calderón para certificar que aquello no había sido sino una empanada y un despiste. El partido, además, resultaba de tronío, con rival de los que ahora llaman directos cuando lo ha sido toda la vida. Un Sevilla con buenos hilvanes, pero aún no cosido, con intención, pero solo eso. Partido de los buenos, en definitiva, que aun sin goles justificó el guión previo, que pudo ganar cualquiera y que al final no ganó ninguno.

Si algo hay que agradecer a este nuevo Atlético de Madrid es su propuesta. Excepción hecha del gatillazo del Camp Nou, el Atleti es ahora un equipo que propone fútbol desde la tablilla de las alineaciones y no iba a ser a estas alturas del cuento. Dos laterales profundos -Silvio y Filipe- tres en el medio -Mario, Tiago y Diego- y toda la dinamita arriba -Reyes, Falcao y Arda-. Gabi en el banquillo, Perea en la grada. Recuerdos de Rennes.

Si la propuesta invitaba al aplauso, la ejecución mereció el elogio. La primera media hora rojiblanca fue estupenda, sin gol pero estupenda. El Atlético cogió el balón, se lo quedó y se puso a jugar al fútbol. Manzano mandó al recuperado Filipe y al magnífico Silvio a jugar como extremos y dispuso una presión en tres cuartos de cancha que poco a poco fue acogotando al Sevilla.

Así, con una posesión cercana en ocasiones al 70% y con criterio, sobre todo con criterio, las ocasiones fueron dando lustre al partido. Falcao, al que no quisieron pitar un claro penalti de Fernando Navarro, Diego y sobre todo Reyes tuvieron a tiro a los de Marcelino, pero unas veces la falta de puntería y otras el buen Javi Varas frustraron el refrendo del dominio madrileño. Del Sevilla, por entonces, no había noticias. Solo de Spahic, un central que debería mirárselo y repasar conceptos para no dejar vendido a su equipo como hizo más de una vez en el Calderón, y de Javi Varas, lo que siempre puntúa en positivo para el portero pero en negativo para la estructura del equipo.

Y es que parece que a este Sevilla de Marcelino le falta un poco de alma. O de ganas. Sin Negredo, en el banquillo y tocado, el técnico asturiano dejó a Kanouté como faro en punta y dispuso una línea de tres que terminó por romper al equipo. Desparecido Navas e inoperante Perotti, Manu nunca descargó de trabajo a Medel ni a Rakitic, por lo que el Sevilla decidió apretar los tacos en defensa en busca de tiempos mejores.

Llegaron estos tras el conveniente paso por vestuarios. Algo debió pasar en el túnel porque fue cambiar de campo y girar el aire, descomponerse el Atlético y crecer el Sevilla. En seis minutos, recuperado el balón y algo del juego, Rakitic rozó el larguero y Courtois le firmó un paradón a Navas y una salida a Manu en la mejor ocasión que los de Marcelino hubieran soñado tener.

Pájara rojiblanca

Mucho que ver en todo esto tuvo que ver la pájara que agarró Mario Suárez. Desconectado el medio centro, se cortocircuitó la circulación rojiblanca y los de Manzano anduvieron como alma en pena durante 20 minutos, viviendo de rentas del primer tiempo y de fogonazos aislados como el de Falcao en el minuto 61. Con la inestimable ayuda de los centrales hispalenses -ese Spahic...- el colombiano se encontró dentro del área pequeña con un balón que inexplicablemente mandó al río.

Fue entonces cuando reaccionó Manzano para quitar a Tiago y poner a Gabi en el campo. Éste tomó el mando y desplazó a Mario a labores de intendencia. Regresó entonces al Atlético el aroma del primer tiempo y volvió Javi Varas a convertirse en el mejor de su equipo con dos paradas casi imposibles a Falcao y a Reyes. Pero, al contrario que en los primeros 45 minutos, el Sevilla no abdicó, por lo que el último tercio del partido se convirtió en el último asalto de un combate de boxeo, con los dos púgiles con las manos bajas, tirando y encajando golpes.

Se fue entonces Reyes. Y se fueron, desfondados, Kanouté y Rakitic con la esperanza de que Negredo y Campaña terminasen de encender la luz. No resultó, como tampoco la salida de Salvio en el lado de los de rayas. Con más miedo a perder uno que ambición por ganar dos, Atlético y Sevilla fueron matando el partido como amigos. Unos, madrileños, con la confirmación de que las ideas son buenas y lo de Barcelona y Rennes, anécdotas. Otros, sevillanos, con la confianza puesta en aquellos que dicen que el camino a Europa está asfaltado de partidos sufridos como éste y puntos ganados así. Contentos todos, satisfecho ninguno.