Lavezzi rompe al Villarreal

El Villarreal no consiguió salir vivo de la consabida encerrona que el Nápoles y su afición le prepararon en San Paolo. La cita no era para menos pues se cumplían 21 temporadas desde que los italianos no participaban en la máxima competición continental pero tampoco era baladí el compromiso para los amarillos: tras caer frente al Bayern necesitaban sacar algo positivo pero les costó cara la gran primera mitad azzurri. Los de Mazzarri resolvieron por la vía rápida antes de llegar al primer cuarto de hora: primero Hamsik y luego Cavani hicieron subir dos goles al marcador que pesaron demasiado en el ánimo de los de Garrido. La derrota empina un poco más si cabe (el bombo puso la primera gran piedra en el camino) esta Champions, que se verá obligado a hacer la machada en el campo del City. Otro miura.

El arranque no incitaba a pensar que se le pondría tan en japonés al Submarino, que buscaba un gol rápido que enfriara las emociones. Zapata, en el 4', a punto estuvo de marcar. Rebañó una pelota que cayó en el área tras un disparo de falta y lo mandó cerca del palo. En ese punto, prácticamente, se consumieron los amarillos hasta el descanso. Inler, una de las inversiones millonarias transalpinas, empujaba a su equipo hacia el área de Diego López, bien secundado por Lavezzi, un diablo entre líneas. El argentino probó suerte desde la frontal en el 13' y su disparo se marchó por arriba. Parecía que el esférico lo había golpeado todo San Paolo con el rugido que se escuchó. Esto debió trastocar al Villarreal que, a partir de ahí, perdió los papeles. El propio Lavezzi aprovechó el desconcierto para enviar un gran pase a Hamsik, que resolvió con calidad para establecer el 1-0. Y, sin poder reaccionar, su compañero argentino encaró a Diego López tras una pérdida de balón y fue derribado por Gonzalo. Cavani se encargó de ampliar distancias.

Sin premio. El delantero uruguayo propició lo único destacable del Villarreal en el primer tiempo. El goleador cedió atrás el cuero a De Sanctis pero antes llegó Nilmar que, sin fe, lo mandó fuera. Un reflejo de lo mal que le salían las cosas a los amarillos. Pero Garrido movió sus piezas, retiró a Gonzalo y retrasó a Bruno. Sin embargo, Cani y De Guzmán se juntaron a Senna y entró Camuñas, que aportó una mayor profundidad a los amarillos. Este movimiento le dio al Submarino el mando del partido y el ex de Osasuna fabricó la mejor ocasión hasta entonces: se marchó de su par en la banda, centró y Rossi, de un testarazo, obligó a estirarse a De Sanctis. En honor a la verdad, el dominio amarillo fue más en cantidad que por calidad. Qué duda cabe, el guión y el final perfecto para una película del productor Aurelio de Laurentiis, dueño de este renovado y potente Nápoles.