Pulido nos enseña cómo es un día en La Rojita

Meterse en la mente de un futbolista concentrado para un Mundial puede parecer un ejercicio aburrido. Compartir un día con él, lo es mucho más. La jornada se hace larga, las horas pasan despacio y lo único que se siente es unas ganas irremediables de que llegue el partido. Lo ha comprobado AS al permanecer concentrado junto al defensa Pulido en el Mundial Sub-20.

A las 09:45 suena el despertador en su habitación. Él es el primero en levantarse. A su compañero, Kiko Femenía, le cuesta más. "Es como un hijo. Tengo que ir a por su ropa y dejársela preparada", bromea Pulido. Sólo un cuarto de hora después están desayunando junto al resto de la expedición. "No suelo desayunar mucho. Quizá los días de partido algo más".

A partir de ahí empieza la rutina. Algunos se suben a las habitaciones a descansar o a jugar a la Play Station: "Yo no soy mucho de videojuegos. Me aburren un poco. Prefiero otras cosas". Por ejemplo leer. Tantos son los ratos que tiene para hacerlo que en sólo dos días terminó el libro que se había traído para todo el viaje, La soledad de los números primos, de Paolo Giordano. Así que aprovecha para hablar con su hermana, sus padres y sus tíos a través del Skype. La conversación le traslada a su pueblo, Castillo de Bayuela, en Toledo.

Eso sí, a las 13:30 todos tienen que estar puntuales como un clavo de nuevo en el comedor. "Se come pasta o ensalada y carne o pescado. Siempre es lo mismo, pero a mí no me importa repetir. Es lo que me gusta". Es el capitán (Sergio Canales) el que debe pedir permiso a los técnicos para que les autoricen a levantarse de la mesa una vez han terminado.

Sigue el largo día. La siesta es otro de los ritos sagrados de los futbolistas. "Yo me suelo dormir un poco, no mucho, pero siempre acabas cayendo". Y con ese pequeño descanso toca ir al entrenamiento. "Me vendo el tobillo izquierdo (arrastra unas molestias) y preparo la bolsa. Los días previos al partido me entreno con las botas con la que voy a jugar".

Durante esas dos horas respiran realmente la libertad del aire libre. Después, regresan al hotel y vuelven al mismo bucle. En ese rato muerto hasta la cena siempre trata de convencer a alguien para que le acompañe al Centro Comercial Los Fundadores, que está al lado del hotel. "A mí me da la vida salir y hacer alguna compra".

Llega la cena, en la que se vuelve a repetir el menú, y cuando cae la noche es momento para la intimidad. Pedro, uno de los fisios, siempre toca su puerta para proponerle un masaje: "Me relaja mucho y también tratamos el tema del tobillo". Luego, se juntan en habitaciones, charlan y crean verdaderas amistades entre los compañeros: "A Kiko Femenía y a mí nos gusta mucho ver fútbol. Siempre vienen a nuestra habitación Pacheco, Ezequiel y algún otro a seguir los partidos".

Cuando el cansancio aparece llega la hora de dormir. Los días previos a partido, eso sí, hay una última cosa que hacer para Pulido: "Rezo y pido protección a la Virgen del Castillo, la de mi pueblo. Siempre juego con una camiseta de una imagen suya por debajo. Eso y escuchar La suerte de mi vida, de El Canto del Loco, antes de los partidos es lo que me da suerte". Pues que la suerte se haga realidad, Puli. Un Mundial bien merece aburrirse tanto.

Así es su día

1 Su desayuno no es copioso. Un poco de fruta. 2 Los días de partido sí que desayuna más, incluso se hace tostadas. 3 Se prepara y se lava para estar aseado. 4 Escribirse a través del móvil con su hermana es muy frecuente. 5 Por la mañana aprovecha para hablar con la familia a través del ordenador. 6 Después de la siesta, llega la hora de preparar la mochila para entrenarse. 7 Salir hacia el entrenamiento es lo mejor del día. 8 Los titulares suelen hacer gimnasio tras los partidos. 9 Ir paseando al Centro Comercial es un alivio. 10 Comprar algún regalo distrae algo. 11 Entrenar sirve para mantener la forma.