El carrusel | Jornada 28
Pérez Lasa no mereció ni uno de sus 1.200 euros
El Sevilla-Barça nos dejó un espectáculo futbolístico trepidante, únicamente ensuciado por la lamentable actuación de Pérez Lasa. Los culés perdieron dos puntos que manosearon por momentos y que dan una mayor trascendencia a la victoria del Madrid en la víspera. La Liga se comprime. Y aún se avecinan curvas.
Sporting: mantener la mesura en la tensión
Todo lo que rodea al Sporting es solemne. Por eso es una entidad tan querida, incluso fuera de su círculo de influencia. Quizá también porque mantiene hechuras de lo que toda la vida se consideró un club deportivo: la afición mantiene un gran vínculo con el equipo, los jugadores hacen lo propio con el técnico y éste lo mismo con los directivos. La unión de todos ellos mantuvo a Preciado en el cargo y ayer, con nueve jugadores en El Madrigal, apareció de nuevo esa concordia para rescatar un punto imposible. Diego Castro lo ató con un penalti a lo panenka. No fue un tiro más. Fue el ejemplo de que el Sporting sabe conservar la mesura en plena tensión.
La seguridad de fiar la portería a un campeón
El Málaga respiró en Anoeta colgado sobre la chepa de su portero, Willy Caballero. El argentino llegó hace unas semanas del Elche como medida de urgencia tras la lesión de Asenjo. Lo hizo curtido en mil batallas en Segunda y poco a poco ha ido obteniendo la confianza de Pellegrini. Por lo visto ayer en Anoeta es lo mejor que pudo hacer el chileno. Además de su calidad, Willy aporta la experiencia y el carácter ganador que adquirió en el Mundial Sub-20 de 2001. Junto a los Saviola, Coloccini, Maxi Rodríguez y D'Alessandro consiguió un título mundial que le acompañará por siempre. También, por supuesto, en su intento de salvar del descenso al Málaga.
Benzema: instinto animal de verse rodeado
El Madrid y el Bernabéu continúan asistiendo al crecimiento futbolístico de Benzema. El galo recolectó el sábado otro doblete con el que tumbar al Hércules y, sobre todo, con el que reivindicarse una vez más. Pocas veces un jugador ha mostrado semejante diferencia entre su mejor y su peor versión a lo largo de una misma temporada. Aquel futbolista meditabundo que se escondía en el fondo del banquillo ya es historia. El nuevo Karim es agresivo, decide e incluso está mucho más fino. Mourinho se empecinó en fichar un nueve y sabía que una de las consecuencias podría ser precisamente la resurrección del francés. Ya se sabe, la amenaza es a veces la mejor manera de supervivencia posible. Es el instinto de cualquier animal. También el de los gatos.
Tener un delantero cohabitando en ti
Elías se acopla poco a poco al esquema del Atlético y a las exigencias de la Liga. Normalmente este proceso no es fácil para los brasileños, tan talentosos como desorganizados, y mucho menos lo está siendo para él, cuyas cualidades son especialmente difusas. Elías no tiene la creación de los creadores. Tampoco la velocidad de los velocistas. Ni siquiera el gol de los goleadores. Pero a la vez posee un poco de todo ello y esa combinación es lo que le hace interesante. Quique lo ha descubierto ubicándolo como falso interior zurdo. Así, mintiendo a su propio dibujo, es como el técnico aprovecha a un jugador opaco como él. El desarrollo del brasileño provendrá también de la forma en la que sepa amaestrar al delantero que lleva dentro. Y es que jugando en las categorías inferiores de Palmeiras formó una excelente dupla atacante con Vagner Love. Su vocación, por tanto, siempre le invita a atacar. Una virtud explotable, pero que en centrocampistas requiere sosiego. Ese que poco a poco exhibe el nuevo jugador rojiblanco.
La peligrosa fragilidad del castillo de naipes
El fútbol es un juego, aunque a veces se nos olvide. Un juego en el que, como en todos, se gana, se empata y se pierde. Por eso es fundamental controlar los estados de ánimos. Para lo bueno y para lo malo. No es recomendable excitarse cuando se gana ni deprimirse cuando se pierde. Lamentablemente, el Valencia ha hecho esto último. Su eliminación en la Champions ante el vulnerable Schalke ha dañado su estructura con la facilidad con la que se desmorona un castillo de naipes. El trance tuvo su cénit en Zaragoza, donde Emery dio instrucciones mudas para oídos sordos. Así que ni estrategia ni rondos ni partidillos ni tiros a puerta. Es tiempo de psicólogos en Paterna. Profesionales que hagan olvidarde una vez la palabra Gelsenkirchen.
No desfallecer tiene siempre recompensa
La vida siempre premia al tenaz. Lo sabe bien Kike Sola, el delantero de Osasuna que ayer marcó tras un largo tiempo de desdichas y penurias. Mendilibar ha recuperado del aislamiento al jugador de Cascante (Navarra). De hecho, la semana pasada, en Málaga, le hizo titular dos años después de la última vez. El punta pasó entre medias por el Numancia e incluso por el Levadiakos griego. Meses en los que sólo él sabe lo que sufrió. Aún así, en ese tiempo llegó el primero a los entrenamientos y se marchó el último, se machacó en el gimnasio mientras el resto partía hacia sus casas, sufrió en solitario como ningún otro compañero. Ya como juvenil dejó el Athletic por estar más cerca de los suyos en el pueblo. Como entonces, también ahora supera los obstáculos.
El personaje: Pérez Lasa
Cualquiera de los 45.000 espectadores que acudieron ayer al Pizjuán hubiera impartido mayor justicia que Pérez Lasa en el Sevilla-Barça. Es más, alguien que con una venda en los ojos hubiera tenido que decidiren las jugadas polémicas también lo habría hecho. No sería tarea difícil, pues el colegiado vasco falló cada vez que debió aplicar su potestad de juez. Vio faltas donde no, piscinazos donde no, fueras de juego donde no... En definitiva, un partido paralelo al real que lo acabó por deslucir y tras el que el Barça acumuló mayores proporciones de queja. Incluso su habitual circulación se vio entorpecida por la desacertada colocación del trencilla. Escuece que no sean los futbolistas los verdaderos protagonistas. Pero escuece mucho más saber que un árbitro gana 90.000 euros por temporada y 1.200 más por encuentro dirigido. Esta vez Pérez Lasa no mereció ni uno de éstos. Es más, debería devolverlos céntimo a céntimo como penitencia.