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Liga Adelante | BETIS 2 - ALBACETE 0

Transfusión a balón parado

Tras cinco derrotas, el Betis gana gracias a dos córners. Goles de Roversio y Molina; brillo de Beñat, Ezequiel y un suplente Salva. A un punto del Rayo

<b>GOL DE TRANQUILIDAD. </b>Jorge Molina recibe la felicitación de sus compañeros tras marcar, de cabeza y a la salida de un córner, el segundo tanto del Betis.
GOL DE TRANQUILIDAD. Jorge Molina recibe la felicitación de sus compañeros tras marcar, de cabeza y a la salida de un córner, el segundo tanto del Betis.

Ganó por fin el Betis y tuvo que ser de córner (dos veces) y cuando el reloj enfilaba una decadente recta final que en ese estadio digno de dramas shakesperianos sonaba a más de lo mismo, a derrota cruel o a triste empate pero sólo porque este Albacete hace menos daño que el arroz en blanco. Hubo de vencer el equipo verdiblanco como en los partos dolorosos y por las bravas, para apaciguar de dos tiros certeros la misteriosa crisis y confirmar que este equipo puede sufrir cualquier mal pero lo más posible es que no se deba a su entrenador, Mel, que no ha dejado de buscar la llave que le devuelva al éxito. Muchos partidos después, la estrategia que tanto ensaya el Betis volvió a funcionar porque su entrenador lo merecía. Es su propia sangre la que le llegó a Mel, la que trabaja en los entrenamientos. El balón parado.

Ayudó que al Albacete, siete partidos ya sin ganar, no le ha espoleado ni la llegada del singular David Vidal a su banquillo. Presentan los manchegos los mismos síntomas de impotencia que le han llevado ya hasta el penúltimo lugar, pues defienden regular y además no presentan ningún mordiente (sólo 18 goles a favor, el que menos en Segunda) arriba.

Así que le bastó al Betis con algo de actitud y conciencia, con el carácter de siempre de Iriney en el centro y con la suma de dos canteranos al que les sobran las ganas de trabajar: Beñat y Ezequiel. El mediocentro vasco estrenaba dorsal mítico, el 10, y a fe que se lo ganará con partidos como el de ayer en que, sin brillar excesivamente, lo hizo casi todo con el mayor sentido: el pegar la patada necesaria, el airear el juego, el abrir a banda. Allí, en la derecha y luego la izquierda, le esperó casi siempre Ezequiel, al que se le debe pedir más verticalidad y punch, pero que como ante el Valladolid le puso corazón y desparpajo, carreras y predisposición para encarar.

Divorcio con el gol.

Lo que hubieran sido una brisa para cualquier rival se convirtió en huracán para el debilísimo Albacete, que se marchó al descanso indemne porque Rubén y Molina parecen haberse divorciado del gol y porque Pereira, desaparecido en combate, no se casa ni siquiera con un buen pase. Más clarividente en la segunda parte que en la primera, el Betis nunca dejó esta vez de dar la sensación de poder ganar el partido. Nada más comenzar, Rubén la tuvo dos veces pero le faltó reprís. Antes justo de llegar al descanso, Molina la cruzó demasiado en la primera carrera que le echó a su par.

No era el día de los delanteros, otra vez, y sí lo pareció para Keylor Navas, ese portero costarricense que se dice quieren varios clubes de Primera. El Betis le puso al partido una marcha más nada más regresar del vestuario, con la ayuda de un Salva Sevilla que ayer partió desde el banquillo en un claro toque de atención a su juego gris y que luego recogió los galones entre líneas y a balón parado.

Tres buenas intervenciones de Navas, una muy buena a tiro de Iriney, comenzaron a amargar al personal, a recordar cualquier tiempo pasado en Heliópolis hasta que Roversio, el más inesperado ahí, rompió el maleficio. Fue con un incómodo viento en contra, literal y figurado, porque segundos antes, en una jugada de esas made in Betis, el balón se había estrellado en el larguero defendido por Casto tras rebotar en el propio Roversio. Esta vez la casualidad había defendido al club de las Trece Barras en vez de cebarse con él, algo que confirmaron dos sucesos finales: uno, que el portero bético le sacara a Tato un mano a mano que pudo haber acabado en empate y dos, que Molina acabara con el sufrimiento al hacer el 2-0 tras otro córner.

Hace tres jornadas (sólo tres), el Rayo lograba auparse al liderato de la clasificación en mitad de lo que entonces apenas se miraba desde La Palmera como un bachecito, derrotas ante el Villarreal y el Granada. 20 días después, un suspiro, el Betis se coloca todavía a un punto de los vallecanos, pero el mundo parece haberse dado la vuelta. Que no se confíe ni el Celta...