Fabri ha moldeado en cinco meses un Granada ilusionante

Fabri daba paseos en círculo con la barbilla metida en el pecho, cabizbajo y pensativo, todavía rumiando una dura derrota en Albacete que le colocaba contra las cuerdas. Era la cara del Granada tras las tres primeras jornadas de Liga. Los andaluces no habían sido capaces de puntuar y la pobre imagen mostrada en el Carlos Belmonte olía a chamusquina en el vestuario rojiblanco. Fabri, lejos de amilanarse ante el bajo rendimiento y la actitud de algunos jugadores, dijo aquella noche en una polémica rueda de prensa que los egos de los futbolistas no podían prevalecer sobre el grupo y que había falta de profesionalidad.

Hoy, varias meses y justo una vuelta después, la sabiduría del técnico y la entereza de la dirección deportiva han posibilitado una reacción que fue cimentándose poco a poco a partir de los buenos resultados y que ahora tiene a Los Cármenes con una sonrisa de oreja a oreja: el Granada es cuarto y va lanzado hacia la lucha final por el ascenso. El técnico puso las normas y Pina respaldó al entrenador cuando las cosas pintaban feas.

Otra cara.

Cinco meses después del titubeante inicio liguero, la historia ha cambiado radicalmente. Cuatro victorias consecutivas, tres de ellas en el inicio de la segunda vuelta, han colocado al Granada tras la estela del trío de cabeza y ahora se ve factible luchar incluso por el ascenso directo. Los señalados aquella noche de Albacete, Orellana y Calvo, son ahora piezas muy importantes en el equipo y nadie se atreve a discutir las directrices de Fabri, que ha llevado al Granada al mejor momento que se recuerda en los últimos 30 años. Casi nada.